A lo largo de mi carrera profesional he tenido el privilegio de poder compartir servicio con verdaderos maestros. Hoy os descubriré a un león de la UIP.
De quién os hablo es uno de esos policías que con una dilatada trayectoria como miembro de las Unidades de Intervención Policial se han jugado la vida de manera literal con excelsa profesionalidad. Un hombre sin tacha y fiel reflejo de la honestidad de aquel que habla desde el corazón con la mirada.
La fiereza y el arrojo de este león se complementan con su nobleza y humildad. Fuerza y honor son principios inherentes a todo buen policía y en el caso de nuestro protagonista están grabados a fuego. Por tanto valor y compromiso sobran los motivos para dedicar un artículo a J.P. MORÓN.
El guerrero.
Quienes le conocemos, sabemos que es un hombre de pocas, pero muy acertadas palabras. Siempre es un placer escucharle y más cuando nos deleita contando alguna de sus muchas batallas. Con varias décadas a sus espaldas en la UIP sabe muy bien lo que significa aplicar la filosofía estoica a base de trabajar duro bien sea garantizando la seguridad en eventos deportivos, participando directamente en operativos antiterroristas contra ETA, GRAPO, grupos yihadistas o manteniendo el orden público en radicales manifestaciones, violentas huelgas mineras y golpes de estado como el que se dio recientemente en Cataluña en el 2017.
Un antes y un después.
Todavía recuerdo el día que le conocí. Entré en aquel vestuario y su semblante ya imponía, un fuerte apretón de manos y la franqueza de su “bienvenido compañero” resultaron altamente gratificantes para el nuevo chico en la oficina. Allí compartimos espacio policías llegados de las unidades de intervención, de la UPR o de los grupos operativos de respuesta en Madrid. El respeto y la admiración entre todos favorecía la integración y hacía mucho más llevadero el servicio. Es un lujo trabajar y convivir con gente tan experimentada, profesionales curtidos en mil batallas “uniformados de piel áspera y tacto suave”.
Respeto y admiración por nuestros grandes maestros como J.P. MORÓN, hombre sabio y generoso compañero que siempre está dispuesto a arrimar el hombro. AMIGO en mayúsculas y subrayado has estado a mi lado en uno de los momentos más bonitos y felices de mi vida regalándome el placer de tu compañía.
Por todo lo anterior, sirva este humilde artículo para mostrar mi reconocimiento a quien es un puntal robusto y baluarte inquebrantable en la defensa de los valores de aquellos que visten el uniforme con orgullo.
Que tanto tu familia como todos aquellos amigos y compañeros sepan que tu familia azul te tiene en muy alta consideración y profunda admiración.