En Una Policía para el Siglo XXI hemos iniciado la serie de artículos llamada “Gestión de la Violencia” para explicar nuestro reglamento europeo de uso de la fuerza.
El pasado 29 de octubre en el artículo Apalear policías, oportunismo en la Línea de la Concepción, comentamos el principio de oportunidad del que se sirven las fuerzas del caos y cómo deberían ser las respuestas en los escenarios de seguridad: (1) frente a la volatilidad, decisiones estables orientadas a largo plazo; (2) frente a la incertidumbre, proyectar una confianza inquebrantable; (3) frente a la complejidad, simplificar, la fuente de la amenaza es la misma aunque tenga diferentes formas; (4) frente a la ambigüedad, no dejarse dominar por el mensaje borroso de la corrección política, ejercer la crítica constructiva, buscar la máxima definición y exponer la verdad. Y explotar la hiperconectividad para conseguir que el efecto de nuestras decisiones sea más inmediato sin aumentar la cantidad de interacciones, pues son un riesgo que aumenta nuestra exposición.
Hablábamos también de que son igual de oportunistas todas las fuerzas del caos, puesto que caos solo existe uno, que sigue los mismos fines y emplea los mismos medios. Los traficantes de la Línea de la Concepción, los inmigrantes que asaltan las vallas de Ceuta y Melilla, las manadas de MENA´s que hacen de las suyas, las bandas latinas que operan en Madrid, los movimientos de extrema izquierda, los anarquistas, los independentistas y existen expectativas de que se incorporen los de extrema derecha, pero no acaban de hacerlo. En Francia, Bélgica o Suecia ocurriría lo mismo con los grupos islamistas, en Estados Unidos los grupos raciales y en todo occidente los “Antifas”.
Se trata de una miríada de identidades diseñadas y promovidas por las mismas fuerzas, para enfrentarlas unas contra otras en un escenario de democratización de la violencia que dé lugar al Choque de las Civilizaciones anunciado por Huntington en los años 90 y que daría lugar a la política exterior de Estados Unidos tras el 11-S. Algunos van más allá y llegan a sugerir incluso que el propio atentado también estaría planificado para justificar estos cambios, siguiendo la Doctrina del Shock de Naomi Klein, que dice que ciertos poderes tienen experiencia en crear la solución y luego el problema.
Si las fuerzas del caos gozan de principios generales propios y son globales, no ocurre lo mismo con las fuerzas del orden, cuyos principios son divergentes, puesto que varían en cada Estado.
Congruencia, Oportunidad y Proporcionalidad son los principios generales en España, en otros países y organismos se añaden principios compatibles, como el de necesidad o el de deber de cuidado. Otros sistemas contemplan los principios de gradualidad, legalidad o racionalidad, los sistemas anglosajones con base en la jurisprudencia reconocen como principio el de “uso razonable de la fuerza”, basado en el estudio de patrones recurrentes de casos conocidos, aquellos en que operan las mismas circunstancias que se juzgan, aplicando así el razonamiento analógico frente al razonamiento analítico del sistema jurídico continental o europeo.
El derecho internacional persiste en el principio de proporcionalidad, mientras que los jueces aplican el principio de intervención mínima y el derecho penal tiene como principio rector el de subsidiariedad, que no se cumple desde el momento que no existe un procedimiento tasado de resolución de conflictos civiles y todo se deriva a la vía penal.
Esta divergencia de principios a nivel estatal frente a los principios homogéneos del caos, representa una ventaja competitiva del crimen frente a la Ley, y es lo que ha llevado a Una Policía para el Siglo XXI a diseñar un marco de referencia de uso de la fuerza y presentarlo tanto a nivel europeo como nacional.
Los principios generales de la violencia
En el punto 20 del preámbulo del reglamento refiriéndose al caos como “la anarquía”, recogemos el siguiente párrafo:
(…) si los principios generales de la Anarquía en el uso de la violencia son los de: Continuidad, Oportunidad y Asimetría, sería necesario establecer como principios generales del derecho para el uso de la fuerza, los opuestos: Interrupción, Legalidad y Proporcionalidad. No siendo tanto entendidos como un medio sino como un fin, puesto que los propósitos del uso de la fuerza pasan a ser interrumpir la violencia, por medios legales para restaurar la proporcionalidad, entendida como el equilibrio de fuerzas contrario a la ventaja competitiva de que se sirve quien ejerce la violencia.
Si el caos funciona de acuerdo con los principios de continuidad y oportunidad porque continuamente busca y explota la oportunidad para obtener un provecho, y hace uso de la asimetría, entendida como la situación de ventaja competitiva que beneficia a los agentes del caos, entonces el uso de la fuerza ha de estar basado en los principios generales de interrupción, legalidad y proporcionalidad, de modo que la fuerza sea el medio para interrumpir la violencia, restituir la legalidad y recuperar la proporcionalidad que transforma la asimetría en equilibrio.
Aplicación de estos principios
Si acudimos al caso reciente de Villaverde en que un individuo atacó con un cuchillo a un agente y resultó abatido, principio de continuidad existe en la secuencia de actos desde que el individuo entró en el consultorio médico y amenazó a los pacientes y al personal, hasta que acabó tratando de apuñalar al agente, el delito fue una secuencia continua de actos encadenados, no fueron casos aislados entre sí. Existe continuidad en el hecho de que este individuo ya había sido detenido en el pasado por hechos similares, luego, no hay casos aislados.
La oportunidad inicial fue que las personas del consultorio estaban desarmadas y la segunda oportunidad fue la corta distancia que le permitió atacar al agente. La ventaja competitiva o asimetría percibida por el delincuente fue que era fácil matar desde una corta distancia con un cuchillo al agente antes de recibir una respuesta armada (esto se llama Regla de Tueller). Tal vez todo esto no se lo planteó racionalmente porque padeciera una crisis psicótica, pero fueron los principios a los que se ajustó, principios que afectan a todo depredador en el estado natural.
La teoría de la escalada de la amenaza y la asimetría de nuestro artículo del pasado 17 de noviembre, habría permitido aplicar a los agentes los principios de interrupción, legalidad y proporcionalidad. Primero interrumpiendo la violencia por medio de la fuerza, segundo restaurando la legalidad, al tratar de proteger el derecho a la vida del abatido, practicándole los primeros auxilios y, tercero, restaurando la proporcionalidad (o equilibrio) que permite reducir la asimetría entre la violencia y la fuerza, para asegurar el escenario.
¿Qué está haciendo el Gobierno?
El Gobierno está controlando el crimen en lugar de combatirlo y lo hace de tres maneras:
(1) reforzando la continuidad del crimen, al perseguir cada acto cometido por un mismo autor como un hecho aislado y no como una sucesión; al no perseguir la reincidencia ni la escalada, la primera es repetir un mismo hecho, la segunda consiste en cometer delitos más graves. La continuidad se refuerza liberando a criminales y no ingresando en prisión preventiva a los autores de delitos violentos,
(2) Incrementando los riesgos para la seguridad y aumentando las oportunidades para el delincuente, esto ocurre cuando se devalúa el impacto penal de violar la Ley, y
(3) Poniendo obstáculos a las fuerzas del orden para que reduzcan la asimetría del delincuente frente al policía, esto ocurre cuando se dificultan las identificaciones que permiten sacar armas de la calle.
Las violaciones han aumentado un 30% en el último año, y cada una va seguida de la correspondiente campaña de eslóganes desde el Ministerio de Igualdad. No se aportan soluciones, pero sí se explota políticamente el crimen para favorecer el discurso político. Sostener los problemas para mantener los presupuestos.