Mientras las fuerzas del caos son fortalecidas por quienes han declarado la guerra a la población desde las instituciones, las fuerzas del orden a través de sus sindicatos y asociaciones han vuelto a convocar movilizaciones en un escenario de aumento de la violencia urbana.
El fenómeno es propio de las democracias globalistas, no así de los países que se están enfrentando al establishment de poder europeo como Polonia, Hungría, Eslovaquia y Chequia (Visegrado), en el punto de mira de una Comisión Europea, embarcada en un proyecto que persigue democratizar la violencia. De hecho, en Francia ya hay movilizaciones de policías como las anunciadas en España.
¿Se puede hablar de una élite de poder?
Ojalá fuera tan fácil pero no, sí podemos hablar de una mafia, la mafia mediática. Para configurar una élite quienes están en el gobierno deberían ser superiores a nivel moral, intelectual, o económico, sin embargo, sin bajeza moral no podrían tragar con todo para acceder a los cargos que ocupan; el nivel intelectual de la mayoría de incompetentes en altos cargos hace vergonzante escucharlos, y además de ignorantes, no son ricos, precisamente para hacerse ricos se metieron en política.
Son un establishment político-mediático dirigido por élites económicas, que construyen y destruyen reputaciones, llamémoslos “los amos de la propaganda”. Estos son quienes deciden crear identidades y categorías para diferenciar a la población y luego enfrentarla aplicando técnicas de propaganda como las de Goebels, las de Bernays, las de Chomsky o las de Cialdini. Pedro Baños lo describe en EL DOMINIO MENTAL, controlar la mente es la última frontera del control y políticos como Sánchez solo están a su servicio.
Las operaciones policiales que salen en prensa están patrocinadas por los amos de la propaganda, son sus operaciones y son las que reciben recompensas en forma de condecoraciones, o sea que la mafia mediática también tiene el poder de decidir para quién es la medalla, luego es más íntegro para muchos policías mantenerse alejado de sus recompensas que reconocer su autoridad de esta banda.
Como quiera que a los policías la reputación nos resulta indiferente porque trabajamos con la ley, en Una Policía para el Siglo XXI hemos presentado el reglamento europeo de uso de la fuerza. Un documento en el que hemos introducido conceptos tácticos que necesitamos trasladar a la legislación para reforzar nuestra seguridad jurídica, e incrementar nuestra legitimidad en las calles, algo que no es posible dejando todos estos conceptos en una doctrina académica diseñada por oficinistas y que resulta incuestionable como dogma de fe, puesto que la idea de reformar los programas de formación policial también es una misión imposible.
Hemos apostado por integrar las operaciones de seguridad dentro del derecho, la ejecución dentro de la planificación, el trabajo de campo dentro de las líneas estratégicas, o las tácticas dentro de las estrategias. En vista de la amenaza que se cierne sobre los policías mencionaremos un par de conceptos que se pueden encontrar en nuestro documento y que habilitan al policía para escalar en el uso de la fuerza.
Dicho en términos que se entiendan, “meter un puñetazo a un agresor y ponerlo a dormir” para neutralizarlo y detenerlo o ir a por el siguiente si es que son varios, nunca optar por la indefensión, pues si algo no existe es la obligación de sacrificio. ¿Alguien se ha planteado qué ocurriría si tras optar por la indefensión el agresor de un policía se apodera del arma de fuego? Los yihadistas sí tienen prevista esta táctica en sus manuales, ellos sí se lo plantean, por lo tanto, la indefensión nunca es una opción viable. Veamos los dos conceptos:
La escala de la amenaza
Viene definida en el reglamento como: una situación que se puede producir a nivel individual o grupal y estará formada por cinco etapas con cinco niveles de riesgo, que permitirán documentar la necesidad de escalar el uso de la fuerza por un agente de manera proactiva y sin esperar a recibir un ataque violento que puede ser letal o permita reducir a un agente y apoderarse de su arma. Esta secuencia puede ser muy rápida o incluso puede saltarse las dos etapas iniciales, por lo que es fundamental para que el ejercicio de la legítima defensa tenga soporte jurídico pleno, de modo que el agente no resulte condenado o la agresión tenga éxito tras optar el agente por la indefensión.
Sus fases ya fueron descritas en otro de nuestros artículos relativo al caso de Linares y se recomienda entrar en el reglamento para conocer cada fase más en profundidad:
- «Intimidación verbal».
- «Intimidación física».
- «Violación del espacio personal».
- «Contacto físico».
- «Acometimiento».
Estas fases han de concurrir de manera sucesiva, aunque existe la posibilidad de que desde un primer momento exista contacto físico sin pasar por la intimidación, tales circunstancias habría que evaluarlas en su contexto buscando la desescalada.
La asimetría de la fuerza
Cuando hablamos de escalada de la fuerza es importante apreciar que en todo enfrentamiento existe una asimetría que representa una ventaja competitiva y el policía ha de escalar la fuerza si la ventaja competitiva es en su contra. Por lo que el segundo concepto que vamos a señalar es el principio de asimetría, existiendo cinco tipos:
- «Asimetría física». La relativa a la capacidad física.
- «Asimetría numérica». La relativa al número de personas frente al número de agentes.
- «Asimetría mediata». La relativa a la diferencia entre los medios disponibles.
- «Asimetría Inicial». La que justifica solicitar cooperación antes de intervenir.
- «Asimetría Sobrevenida». La que justifica solicitar apoyo
Estos conceptos y algunos más, hasta un total de 55 artículos, conforman el reglamento que os invitamos a consultar porque son conceptos de gran utilidad a la hora de justificar nuestras intervenciones y adaptarlas a una perspectiva jurídica, que nos proteja frente a quienes emplean la ingeniería social para construir las amenazas y promover la violencia.