Efectivos de la Policía Nacional han fulminado un punto de venta de droga situado en una vivienda del barrio de Elche (Alicante) de Carrús. Cuatro individuos han sido arrestados e investigados como presuntos gestores. Han sido incautados 16 gramos de cocaína, 1.315 euros en efectivo y diversos útiles destinados al tráfico de drogas.
Los encargados de la investigación supieron de la existencia de un piso desde donde se estaría distribuyendo sustancias estupefacientes directamente a los consumidores finales, tal y como ha detallado la Policía Nacional en un comunicado.
Tras establecer un dispositivo de vigilancia en las inmediaciones del edificio donde está el piso, los policías advirtieron de la realidad rápidamente: un elevado número de persona acudía al lugar durante las 24 horas del día. Ese detalle activó todas las alarmas y llevó a sospechar a los agentes de la existencia de alguna vivienda más relacionada con el ilícito penal y que pudiera estar habilitada para el consumo directo de la sustancia una vez comprada.
De este modo, como parte del dispositivo, los agentes realizaron una labor de recopilación de hechos ocurrido por las inmediaciones que “denotaban el tránsito inusual de delincuentes comunes por la zona, adictos a distintas sustancias, y que acuden al lugar para adquirir su dosis”. Esto puesto que los delitos de hurto, algún que otro robo con fuerza, peleas y riñas, incluso entre las mismos consumidores de estas sustancias que frecuentaban el punto de distribución cada vez eran más habituales. Estas son factores asociados, normalmente, con establecimiento de nuevos puntos de ventas de estupefacientes en los barrios de la ciudad.
Así, tras las primeras pesquisas policiales fueron identificadas cuatro personas como posibles responsables del punto de venta y los agentes llegaron a depurar claramente las funciones que tenían cada uno de ellos, uno de los cuales sería el principal cabecilla de este grupo criminal.
CERCANO A UN COLEGIO
La dotación encargada del caso, en la fase de vigilancia tuvo “serias dificultades” debido a que el lugar estaba ubicado a escasos metros de un colegio. Esto supuso un hándicap que, continuamente, trataban de enfrentar con finura y así evitar que se produjeran altercados durante la operación que pudiera afectar a la sensibilidad de los menores.
No obstante, los agentes sentían la “necesidad imperiosa de actuar”, debido a que el trasiego por la zona de los consumidores de sustancias cada vez aumentaba más. Se llegaron a contabilizar hasta 30 personas distintas durante las vigilancias.
Por otro lado, las medidas de seguridad empleadas por los regentes del ilícito negocio hacía que los agentes pudieran ser detectados durante el trabajo de campo realizado. Uno de los investigados, a quien presuntamente pagaban sus servicios con la droga con la que traficaban, hacía labores de vigilancia y control de acceso al narcopiso para la organización. De hecho, haciendo asiduamente rondas de reconocimiento por los alrededores de la vivienda para detectar la presencia policial.
Respecto al principal responsable del narcopiso, las vigilancias llegaron a advertir que era un sujeto cuya llegada al piso suponía el pistoletazo para que comenzase el flujo masivo de adictos en el lugar. Ya conocido por los investigadores, y es que ya había sido arrestado hacía unos meses encabezando otro grupo criminal que actuaba del mismo modo desde una vivienda en la misma ciudad.
EL CABECILLA ESCAPÓ POR LA AZOTEA
Con todos los indicios recopilados y contrastados, el grupo decidió llevar a cabo la fase de explotación de la operación y se practicó una entrada y registro en la vivienda investigada. Cuando los agentes irrumpieron en la vivienda, los cuatro investigados se hallaban dentro y, al verse sorprendidos, el principal cabecilla trató de huir por la azotea, moviéndose por los tejados aledaños.
Fue perseguido por un binomio de la dotación actuante. La persecución llevó a los agentes que le perseguían hasta el patio de luces de otra vivienda, donde el investigado se introdujo. Finalmente, fue alcanzado y arrestado ya en el interior de la cocina de esa vivienda. Así, fue acusado por ser presunto autor de los delitos que se le imputaron de tráfico de drogas y pertenencia a grupo criminal, a los que se le sumó un delito de allanamiento de morada.
Por otro lado, dentro de la vivienda había otras siete personas, entre hombres y mujeres, que se encontraban allí consumiendo sustancias estupefacientes previamente compradas en el piso a los detenidos, otro indicio más que reforzaba las suposiciones.
Finalmente, en el piso se intervinieron 1.315 euros en efectivo fraccionado en billetes pequeños de diferente cuantía, además de 15,9 gramos de cocaína y útiles tanto para su venta como para el cocinado rudimentario de la cocaína para ser transformada en cocaína base.
En sus diligencias, los agentes destacaron que “la poca cantidad de sustancia aprehendida en la operación no refleja la magnitud de la venta diaria que se produce“, puesto que los regentes de estos pisos no suelen acumular grandes cantidades de sustancia estupefaciente, sino que se nutren de pequeñas dosis que permitan el abastecimiento diario para, en caso de ser sorprendidos por la policía no sufrir una pérdida cuantiosa y no enfrentarse a una pena mayor si son arrestados.
Los detenidos, cuatro varones todos de nacionalidad española de entre 18 y 59 años de edad, fueron puestos a disposición del Juzgado de Instrucción de guardia de Elche.