Folklore, cañas, música sacra y vergüenza

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Manuel Avilés*

El amor de mi vida me tiene abandonado. Ando hundido en la miseria. Ni la Harley me pone el paquete provocador, ni los tambores rítmicos, ni los tipos con sotana que se visten así en primavera para venerar – eso dicen- a no se sabe qué santo o qué virgen. Puro folklore. Ya sé que los curas parguelas, y los sacristanes que mueven el culo ensotanados, que se contonean con el incensario, con una relación divina, como si desayunaran con dios todos los días, dicen que no es folklore, que es devoción y religiosidad. Mas racionales, más inteligentes y más libres, quedarían si aceptaran el folklore como motivación intrínseca – noten el palabro totalmente filosófico, de nivel-. Como las fiestas de moros y cristianos, como las hogueras y como el motín de Aranjuez o la feria de mi pueblo por San Isidro Labrador.

Iba a escribir hoy sobre las motivaciones antropológicas de las semanas santas de España, pero se me ha ido el santo al cielo – noten la expresión mística, teresiana, poética- y la influencia del amor de mi vida, de la rubia del Jaguar que se ha teñido de morena, al contrario del mundo plagado de rubias de bote, me ha hecho desistir. La depresión me empuja, como la Harley del paquete provocador, a escribir de otras cosas también importantes.

No es el momento – penitencial, de ceniza en los pelos, de cañas, pacharanes y torrijas dietéticas, salvo para mi rubia del Jaguar de bote, que no engorda ni medio gramo-, no es el momento de decir la frase mágica y talismán, pero estoy hasta los cojones de Trump – Dictator Máximus urbi et orbi-, de Ábalos – Optimus genius loquator meretrix- de Putin – Siberius gelatus karate kids- y de Koldo – monstruus obesus obelix -. No puedo más con ellos. Están desbancando a Sánchez.

El hombre, maquiavélico perdido, se ha ido a comer arroz tres delicias y cerdo agridulce, sopa de aleta de tiburón y rollitos primavera, con Xi Jinping. Se ha erigido en líder de la Unión Europea sin que nadie se lo haya propuesto y – toma nota De Manuel que estoy hasta los huevos, en el caso de que aun me sirvan para algo en mi decrepitud, que me llamas facha continuamente en tu gabinete de crisis, hasta que vaya un día con el cuchillo de Rambo y monte una carnicería como si fuera el líder de la “llijad” en el mercado alicantino, el del bombardeo fascista.

Estoy de acuerdo con Sánchez en tocarle los mismísimos al psicópata afanoso de notoriedad, Trump, al que, por mucho presidente y mucho avión presidencial, el pibón esloveno o eslovaco, ha mandado a la mierda – como a mi el amor de mi vida- y solo lo usa para cubrir el expediente y enriquecer el decorado, que este Trump, mucho fardar, pero desde que se dio la mano de lubricante con Stormi Daniel, un polvo caro de cojones, folla menos que la gata del Vaticano.

Ya lo decía un psiquiatra – cuando yo dirigía el peor destino que he tenido en las cárceles españolas- Era el peor destino y no por los enfermos – locos en lenguaje vulgar- sino por otros que por allí pululaban. Decía el psiquiatra como frase sabia: el que no folla, jode.

De eso Trump-dictator maximus sabe un montón. Ha decidido joder al mundo entero con el mal rollo de los aranceles. Ni Ábalos y Koldo juntos – presuntamente- han tocado tanto los cojones al personal- ellos pagaban pisos de novias con nuestro dinero, siempre presuntamente, pero éramos solo cuarenta y siete millones de españoles. No. El Trump ha jodido al mundo entero poniendo las bolsas a temblar, que hasta el dueño de los coches eléctricos, esos que explotan en los garajes y le limpian el forro a los bomberos, ha salido huyendo de la Casa Blanca antes de que le joda todos los negocios.

Esto de la pasta es la hostia. Hasta ha llegado el crack bursátil a mi banco. Me habían llamado para regalarme como cliente ejemplar un juego de sartenes y una tostadora y cuando había preparado la mochila para recogerlas, han retirado el regalo para no hundir el presupuesto y comerse los beneficios, que ya se han comido las caídas por los aranceles. Seguiré tostando el pan en el brasero de picón, alejado de inventos eléctricos, por culpa de Trump dictator.

Ni comerse las torrijas, ni las cañas, ni la mistela ni nada lo dejan a uno. Ese pobre hombre, que está en las ultimas como yo, que junto a Bono tiene copado el 90 por ciento de las apariciones en la sexta, se ha puesto nervioso porque el rey huido por etapas, vive en el golfo pérsico salvo para las regatas de Sanxenxo, aunque ya no esté para coger el palo que dirige el barco. Este hombre anda ya para peinar muñecas y no para poner querellas.

Que pena que “no me se querelle a mi”. Belloch, el gran Belloch, recuerdo que decía: una querella es la mejor publicidad para vender un libro. Yo también estoy convencido, como Corina, de manera presunta, presuntamente presunto – ¿está claro lo de presunto?- estoy convencido de que se lo ha llevado crudo, pero claro como aquí el Estado de Derecho es una filfa, él es inmune se lleve lo que se lleve. Si a mi me regalan una ristra de chorizos de León, cuando director de Nanclares, me cesan, me calzan sin vaselina y me colocan el sambenito de corrupto, pero al que es inmune no le pasa nada y aquí estoy en un piso patera convistas a laplaza de la División Azul mecagoentoloquesemena.

Revilla, deja de hacer el tonto que no estás en edad de andar con tensiones innecesarias. Búscate una residencia , haz tráfico de influencias, cógeme una plaza contigo porque de lo contrario, voy a tener que matar a alguien para hacerme una pensión en el talego de Ávila, donde Urdangarín.

He parado de escribir. He ido a vomitar dos veces ya esta mañana. Un cura, de una orden con pedigrí, un cura llamado Escapa, se ha escapado y anda refugiado en algún convento en lugar de estar en la cárcel porque la propia orden ha reconocido abusos sexuales con los chiquillos del colegio. Una vez más. Ya lo dijo el psiquiatra Castilla del Pino: es un coctel explosivo mezclar represión sexual con tener poder sobre niños. He ahí el problema, esperen ustedes a las memorias que ando escribiendo por consejo imperativo de dos grandes de la literatura: eslava Galán y Carmen Posadas, he ahí el problema de la represión sexual a que hemos sido sometidos en los colegios curiles. A mi, lo he dicho mil veces, no me metieron mano nunca porque era un niño feo y cabrón, pero hostias me las llevé todas. Todavía hoy, si engancho al Furones y a Tomás López, se las devuelvo corregidas y aumentadas. Siempre lo he tenido claro – sin criminalizar a esa ni a ninguna profesión- trabajos peligrosos todos los que tienen niños por clientes: entrenadores de futbito, monitores de verano, de buceo, de montañismo, de baloncesto… No criminalizo pero todos los pederastas que he tenido en la cárcel – algún cura también, dato empírico crimininologico- andaban en estos rollos y no doy nombres pero más de un caso sustancioso lo guardo para las memorias que me tienen absorto y sin novia porque ando como un monje trapense y abandonado por mi rubia del Jaguar-

Dejémonos de batallas deleznables. Ayer tuve dos orgasmos seguidos en el cine. No estaba en la fila de los mancos, no conseguí meter la mano por debajo de la falda al amor de mi vida, no puse perdida a ninguna señora tres filas delante como cuenta Cela en la historia del cipote de Archidona, pero disfruté como un enano desde el punto de vista intelectual.

Manuel Ríos San Martin ha escrito “La huella del mal” una novela antropológica, negra e histórica. Se ha ganado con ella una plaza de lujo en el mejor festival español de literatura: El Quijote negro e histórico. Él, junto con Victoria dal Vega, una belleza inteligente, lánguida, dulce, longilínea con las curvas justas, han trasladado la novela a un guion de cine electrizante y adictivo. La huella del mal ha sido rodada en unos paisajes acojonantes, las montañas de Atapuerca, los padregales y los bosques por los que hace cuatrocientos mil años andaban los Cromañones, esas bandas de hombres primitivos, recolectores, cazadores que empezaban a ser inteligentes, erectus y sapiens, que hacen ridículo el mito del pecado original fundamento de mil y una religiones.

Hay una tesis en la película de la que no me muevo y que es tan real como el egoísmo en la política: En la masa de la sangre del ser humano, en los genes del hombre, esta inscrita la maldad, la agresividad desde el principio de la historia. La agresividad es omnipresente en la historia y ella, como afirma Bermúdez de Castro codirector de las excavaciones de Atapuerca, nos ha traído hasta aquí, que eso y no otra cosa es la lucha de las especies que ha posibilitado la evolución. Es crudo, en estos días falsos en que todo es amor fraterno. El egoismo, la defensa propia, aquello de mi pueblo de “mi hocico es lo primero”, nos ha traído hasta lo que somos. Sed inteligentes, no os perdáis “La huella del mal”, este martes os mandaré mi entrevista con Manuel Rios y Victoria en mi radio, con la gran, la inmensa Luz Sigüenza con la que solo compite el amor de mi vida… que me ha dejado. Ya os diré por qué y por quién.

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista h50

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