Ferraz quedará grabado en la memoria colectiva para siempre, se ha convertido estos días en territorio comanche. Gracias a mi reciente incorporación a h50 digital, he podido vivir de cerca el trabajo de la Unidad de Intervención Policial (UIP), la élite a nivel mundial en orden público.
Han sido unos días duros para mí, los antidisturbios me inspiran respeto, admiración y mucho cariño. Puedo decir, sin miramientos, que es mi unidad favorita, bien lo saben quienes me conocen. Creo firmemente que la UIP es un grupo humano de élite, en todos los sentidos. Pero no es perfecta, negarlo sería de necios y significaría una falta de amor real hacia lo que admiro tanto.
Es incuestionable que el factor humano es determinante a la hora de analizar intervenciones más o menos correctas. Si bien es cierto que puede haber alguna carga desprovista de razonamiento lógico, es imperativo aceptar que, en ciertas circunstancias, el acierto es muy difícil. Les invito a ponerse en las botas de los efectivos que vean acertar -la inmensa mayoría de casos- y de aquellos que no toman la mejor decisión -casos aislados y muy reducidos-. No es fácil.
Tratemos, a continuación, el caso del agente que detuvo a un joven con una bandera de España a la espalda, tras ser agredido por el lanzamiento de un cubo de basura. Desde fuera se ve a un tipo uniformado que recibe un golpe, se gira y detiene a un chico que simplemente estaba en el lugar equivocado en el momento equivocado. De acuerdo a la lógica colectiva -muchas veces ignorante y poco empática-, el efectivo se excede en el ejercicio de sus funciones. Sencillo, lo hemos estado viendo estos días en las redes sociales.
Ahora bien, pongámonos en las botas del efectivo. Un policía, experto en su trabajo, que está en la unidad de intervención más exigente del planeta, con la opinión pública en contra, odio desmesurado hacia lo que representa -día sí y día también-, periodistas que dejan mucho que desear en las tertulias y en la crítica -muchas veces ignorante- le ataca al hablar de su trabajo, un sistema judicial que no atiende, por norma general, a la realidad y, por si fuera poco, frente a una masa violenta que le da igual ocho que ochenta. ¿Creen que es fácil trabajar con todo eso a sus espaldas? Aun así, lo hace. La gente en Ferraz, la parte agresiva, quería gresca y lo pude vivir, sobre todo, el día de la investidura de Pedro Sánchez. Ese efectivo, tiene mucho en contra y muy poco a su favor, para tomar la mejor decisión.
Continuando el hilo del párrafo anterior, me gustaría poner de relieve cómo funciona -con suaves y sutiles pinceladas- el cerebro humano ante una situación límite, de riesgo absoluto. De manera natural, el ser humano, está “programado” para huir del peligro, instinto de supervivencia. No obstante, los individuos que se dedican a este trabajo, están hechos de otra pasta, corren hacia el problema y se enfrentan a él. El miedo es una constante, como bien dijo el inspector Pelayo en ˋGeo: más allá del límite´, el miedo está ahí, pero es un aliado, un amigo. Lo mismo le sucedía a ese agente, le ayuda a estar alerta y actuar lo más rigurosamente posible, pero la situación y todos los factores nombrados anteriormente no ayudan. ¿Cómo lo haríamos nosotros? Lecciones, pocas.
Acabando con lo expuesto, podemos concluir que esa detención es mala práxis, pero no es denunciable y mucho menos, merece ser reprochable. Por muy experto y profesional que sea el efectivo, el factor situación está ahí y nos afecta a todos. Probablemente, el policía, al ver esas imágenes pensase dos cosas: “No lo he hecho bien” y “ese chico no tenía que estar ahí, con la masa que se enfrenta a nosotros”.
Hay más casos en los que la cuestión a destacar es similar, por ello no repararé en ellos. Para aquellos que me consideren un defensor sin criterio hacia la Policía Nacional, les diré que apoyo firmemente el cese de aquellos que, a sabiendas de su mala práxis, ejecuten mal una orden o intervención. Estamos hablando de la élite y por ello merece respeto la unidad. Soy el primero que invita a denunciar, pero rigurosidad y conocimiento, cuestion carente en la mayoría de críticas durante estos días.
Mucha gente ha perdido la posibilidad de continuar por lesiones graves, como para que llegue un fulano a hacer bailar la defensa como le de la gana, manchando la imagen de la UIP. Por ello, no, no soy un fanático, son un gran admirador de la unidad, tendrán mi apoyo y mi prosa siempre que la estimen, porque lo merecen, hacen su trabajo de manera impecable. Si están ustedes desencantados con las decisiones como unidad, voten otro partido. Los gobiernos van y vienen, pero la policía es eterna y está para asegurar, en este caso, el orden público.
Por otro lado, está el concepto de orden público y cómo se lleva a cabo. Ya lo expliqué en otro artículo -grosso modo-, pero no es ocioso recordarlo. Numerosos amigos se quejaban de algo que es normal: “es que cargan y dan a todo el mundo, yo cobré y no hice nada”. Entiendo su desazón e, incluso, su cabreo, porque desconocen de qué va “el juego”. Recordemos una realidad: la calle por la que pasea a las 10 de la mañana para ir a trabajar no es la misma que durante unos disturbios. Estar en la zona a dispersar supone un riesgo para todos.
La UIP es una unidad represora de malas actitudes -para que lo entiendan- y protectora de las buenas, fin. Son expertos en deshacer una masa violenta en apenas minutos, si les dejan, como ha sido el caso de Ferraz. Saben organizarse, priorizar, repartirse la materia y controlar los cambios de situación, repito, una vez mas: son la élite.
En Cataluña, no les dejaron trabajar, de hecho, fue una vergüenza el trato recibido. Lamentable. No utilicen eso como argumento para quejarse del ahora, porque les aseguro que ellos saben perfectamente lo mal que se hicieron las cosas desde arriba. Aguantaron lo inaguantable porque son los mejores y me van a permitir la expresión: le echaron cojones. Pero eso no había quien lo soportase. Repito y repetiré hasta la saciedad, fue una vergüenza y humillación.
Por todo lo anterior, olviden ese argumento, es un insulto hacia quienes lucharon por la unidad de España, su sufrimiento y el de sus familias. No sean inconscientes, tan simples, necios ni estultos. Una cosa es quejarse de una mala intervención, sentir desconcierto por las decisiones de un gobierno que utiliza políticamente la unidad y otra, muy diferente, es hablar sin criterio siguiendo a una masa, en general, ignorante y llena de odio que no sabe poner el foco en el verdadero culpable.
Me gustaría destacar, también, la formación de la UIP en Linares, Jaén. Lugar deseado por muchos y alcanzado por pocos. Como bien dice siempre un efectivo con dilatada experiencia en la unidad: “Lo peor es la parte psicológica, el no saber qué te espera mañana”, su nick en Instagram es “@soldado_universal”, por si están interesados. Es muy duro física y mentalmente, cada día puede suponer la expulsión del alumno.
Por todo ello, respetemos a quienes dan la cara frente a una situación muy compleja. No quieren estar ahí, pero es su trabajo. Ustedes tienen el suyo y lo hacen, les guste más o menos. Déjense de historias salvapatrias y céntrense en la cuestión real del asunto. Es fácil tachar al brazo ejecutor, al cerebro no se le ve, aunque se sabe de su existencia. Quédense con lo importante de Ferraz: territorio comanche.
Un matiz, no es el efectivo de la UIP el que realiza la detención, le dan con la papelera y reacciona corriendo hacia la masa para dispersar y “cobra” ese individuo porque es el menos avispado, posteriormente efectivos de paisano van a por ese individuo, me imagino que porque piensan que fue el de la papelera, pero el efectivo de la UIP en ningún momento veo que tenga intención de detenerlo.