Domingo de luto. La tormenta de agua registrada en Málaga desde esta pasada madrugada – alcanzado los 400 litros por metro cuadrado en poblaciones como Ardales- se ha saldado con municipios incomunicados, carreteras cortadas, decenas de personas desalojadas, y lo peor, con la vida del bombero José Gil Gutiérrez, de 48 años y con dos hijos, que participaba en las labores de emergencias, tras decretarse la ALERTA ROJA.
Al filo de la medianoche del sábado, tres bomberos dependientes del Consorcio Provincial de Málaga, se dirigía a Teba a prestar auxilio a una familia cuya vivienda estaba inundada. A la altura del municipio de Campillos, el camión en el que viajaban volcó debido a la virulencia del agua, cayendo al Arroyo de Hoyero. Los ocupantes del vehículo conseguirían salir por la ventana y ponerse a salvo en su parte más alta, aferrándose a la vida. Excepto José. Algo salió mal y el experimentado bombero sería arrastrado por la voraz corriente sin permitirle reacción alguna.
Los supervivientes dieron la voz de alarma y rápidamente se diseñó un operativo de búsqueda en el que participaría efectivos de la Guardia Civil, Policía Local, Protección Civil y Bomberos. La noche cerrada y la intensa lluvia dificultaron enormemente las labores de rescate. La fragilidad del terreno era palpable. Los corrimientos de tierra provocaban la caída constante de árboles y muros. A pesar del riesgo y la dificultad se trabajó sin descanso hasta el amanecer. Había que encontrar José. Desgraciadamente su cuerpo fue localizado sin vida 8 horas más tarde, a unos 7 kms.
En las labores de búsqueda participó su hermano Daniel, también bombero de profesión destinado en Córdoba, que horas antes se había desplazado al lugar para prestar su ayuda desinteresada. A buen seguro, el servicio más duro que ha tenido que afrontar este gran profesional.
Se trata del lado más oscuro de una profesión a la que solo se accede por vocación. La otra cara de la moneda que nadie quiere ver, pero que todo bombero acepta. En una catástrofe de estas dimensiones, nadie piensa en el final, solo en socorrer y salvar vidas. Pero las cosas no siempre salen como se planean. No sabemos si esta muerte pudo haberse evitado. No es el momento tampoco. Ahora toca mirar hacia arriba y dar gracias a esos héroes, que como José, entregaron sus vidas por salvar la de otros. Eternamente agradecidos.
Desde este humilde digital policial solo nos queda presentar nuestras condolencias por tan preciada pérdida, a su familia y compañeros. Honor y gloria. Descansa en paz.