Esta madrugada ha fallecido a los 73 años, Eduardo Fungairiño, carismático fiscal de la Audiencia Nacional durante más de 25 años, considerado como uno de los referentes en la lucha contra ETA.
Su vida se apaga tras permanecer unos meses ingresado en un hospital de Toledo. Disfrutaba de una merecida jubilación, tras media vida luchando en primera línea contra el terrorismo en nuestro país, hasta que su corazón dejó de latir.
Antes de abandonar la Audiencia Nacional en 2006, por desavenencias, dicen, con el entonces fiscal general del Estado Conde-Pumpido, Fungaririño participó en casos tan transcendentales en la lucha contra la banda armada como los atentados de Hipercor, el asesinato del comandante Ynestrillas; el atentado frustrado contra el presidente del Tribunal Supremo Antonio Hernández Gil; el ocurrido en la calle Príncipe de Vergara, o el de la plaza de República Dominicana.
La protección de las víctimas era su principal obsesión. Veía inconcebible que existieran homenajes a los asesinos excarcelados al regresar a lugares como Hernani o en Rentería, mientras el dolor y el sufrimiento de las víctimas del terrorismo y de sus familiares seguía latente.
Precisamente él mismo pudo ser víctima de la organización terrorista cuando en 1990 la Policía desactivó una paquete bomba que iba dirigido para su persona. Desigual suerte tuvo su querida compañera, la fiscal Carmen Tagle, asesinada a tiros a las puertas del garaje de su casa.
Se marcha uno de los miembros de los “indomables”, como se conocía al conocido grupo de fiscales de la Audiencia Nacional que no se dejaban amedrentar por las presiones políticas en defensa de la legalidad, la justicia y las víctimas de la barbarie.