Columna de Héctor Marcos Vázquez para h50 Digital
Pido disculpas de antemano, por si alguien se sintiera ofendido o tuviera puntos de vista diferentes a los que expongo en este artículo, no es mi intención crear controversia, como espero haber podido expresar al final de la lectura de este escrito.
Siendo mi opinión subjetiva y empírica, como creo y he vivido, las víctimas en general, para las personas que las tratan, (comentándolo con profesionales del ámbito es una opinión generalizada), el mundo de la victimología y de atención a la víctima, psicológicamente es duro, ya que suelen ser casos con mucha tensión, desagradables, injustos y la mayoría de veces con la incertidumbre e indignación al intentar encontrar soluciones para las víctimas a causa del sistema, de la política y de la sociedad.
En la ordenación del colectivo de víctimas elaboré, a modo de supervivencia cuando empecé en este mundo, un sistema básico de clasificación e información que he ido modificando, ampliando y adaptando a las necesidades reales del momento.
Utilizo como base, cuatro grandes grupos genéricos que divido en subgrupos del general, y una vez que he recopilado información y conozco su problemática, realizo subdivisiones para encartar a esta y centrarme en su problema y en sus posibles soluciones.
Partiendo de la división básica de los cuatro grandes grupos de víctimas, hay dos de grupos que nos afectan más, aunque los otros dos, (opinión como comentaba es muy compartida), son los menores y la tercera edad, por su grado de vulnerabilidad.
Por el colectivo de la tercera edad va enfocado este artículo, que, más que un artículo, sinceramente, es una carta de socorro para dicho colectivo, sí, porque no decirlo, por tener un minino de esperanza a que alguien con poder, sensibilidad y visión real del problema, y sobre todo ganas, lo lea y se efectúen cambios y acciones para garantizar un mínimo de bienestar y dignidad a un colectivo que luchó mucho para sacarnos adelante, y como sensación personal, y ojalá este equivocado, creo que es un colectivo que se ha tirado al “pozo de nunca jamás” y se ha cubierto con cemento para que no se vea y no moleste.
Si algo “bueno” ha tenido el Covid-19, es que el cemento que tenía el “pozo de nunca jamás”, se empezó a agrietar por exceso de volumen interno, destapando a la opinión pública parte de la violencia en la tercera edad.
La palabra “bueno”, me duele expresarlo así por dos razones, una, porque el covid ha traído desgracias y miserias a muchas personas y lo segundo, cómo se tiene que haber llenado el pozo de la problemática de la violencia en la tercera edad que ya era conocida, pero ignorada, y ha hecho falta una gran pandemia para agrietar su cemento para que se interesaran los medios de comunicación y con ello la opinión pública.
Informe de Amnistía Internacional España Diciembre 3, 2020
“[…] Abandonadas a su suerte: La desprotección y discriminación de las personas mayores en residencias durante la pandemia de COVID-19 en España pone de manifiesto que las medidas adoptadas por las autoridades para responder a la pandemia de COVID-19, en Cataluña y Madrid, han sido ineficientes e inadecuadas y han vulnerado al menos cinco derechos humanos de las personas mayores residentes […]”.
El mundo20 enero 2022
Así y todo, como ya ha pasado en la violencia contra las mujeres y a menores, se ve la punta del iceberg y es muy preocupante, basándose en que horroriza imaginar que si solo conocemos su punta, cómo será su base. De igual forma, pasará lo mismo el día que se quiera visualizar la punta del iceberg en la violencia hacia los hombres y hacia la tercera edad, con la agravante de la vulnerabilidad de estos últimos.
Informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS) 13/06/2019
Yo puedo entender que una empresa privada (residencias) ha de ganar dinero, pero, no hablo de fabricar o comercializar con tornillos, hablo de personas, y opino que es intolerable que sea a costa del bienestar, la salud o la dignidad de éstas, pero aún es más intolerable y triste que el sistema y la sociedad miren hacia otro lado.
EL PAÍS 14 JUN 2020
Un informe denuncia discriminación a los mayores en la pandemia:
InfoLibre 13 de marzo de 2022
Barcelona, Leganés, Tomelloso: el atlas de las víctimas de las residencias ignoradas por la Justicia
“[…] Dos años después de la declaración del estado de alarma, los familiares de residentes fallecidos culpan a la Fiscalía de que “no se esté haciendo justicia […]”.
“En muchos casos, son los propios familiares quienes soportan la carga de impulsar las investigaciones, puesto que deben aportar los elementos de prueba de las vulneraciones, muchas veces inaccesibles para ellos, lo que les provoca indefensión […]”.
Partiendo de que el trabajo con víctimas es duro psicológicamente, y requiere una gran involucración, este grupo de víctimas, tiene su complejidad añadida, es muy cerrado y de difícil acceso, suelen ser personas con creencias y valores, tanto éticos como religiosos muy arraigados, con mucha vergüenza social, con gran vulnerabilidad tanto física como psicológica, que suelen estar encerrados en viviendas privadas o residencias y sus agresores normalmente son sus cuidadores o familiares, y como a cualquier víctima el impacto traumático y asimilación de la persona en la que confía y quiere, es su agresor.
Por ello, en mi humilde opinión y que he podido comprobar personalmente, como ya he comentado, es un ámbito de muy difícil acceso, no por eso no hay que hacer nada, todo lo contrario, se ha de trabajar más, pero en el problema de las residencias que es de más fácil acceso y control, mi modesta y básica propuesta en la lucha contra la violencia y en concreto la violencia en la tercera edad, sería la creación de un equipo de diferentes disciplinas, pero relacionadas, que actuarán por sorpresa e in situ en todos los centros de la tercera edad, tanto públicos como privados, al azar, por sorpresa del centro, pasando por todos, y haciendo rueda, una vez finalizado, volver a empezar.
Un ejemplo sería un equipo formado por un médico (inspección sanitaria de los residentes), un trabajador social (inspección de las condiciones de los pacientes y el centro), un inspector de sanidad (inspección en sus funciones), un inspector de trabajo (inspección en sus funciones), un secretario judicial (con vía directa al juzgado, para informar, pedir o cumplir órdenes in situ según la información obtenida, una vez informado el juez y levantar acta judicial) y dos policías de la unidad de víctimas (con acceso directo con fiscalía para informar, pedir o cumplir órdenes in situ según la información obtenida el fiscal).
Dicho equipo tendría acceso legal a entrada por sorpresa, y acceso a todos los lugares del centro, información, documentación, etc., en caso de negativa se procediera a sanción administrativa por obstaculización a la inspección e in situ se contactara con el juez y este diera orden judicial de entrada en ese mismo momento.
Además de los procedimientos o actuaciones que realizarían los funcionarios, cada uno en su campo, harían un informe de la actuación con sus posibles sanciones administrativas o penales, y con todo se haría una memoria del centro para todos los intervinientes, incluida su señoría y fiscalía, para su seguimiento.
Todos los componentes del equipo irían de paisano y con vehículos no logotipados, para no crear alarma o nervios a los residentes, para su tranquilidad y para observar como se comportan estos en el lugar sin que cambien al percibir nuestra presencia.
Es una propuesta sencilla y barata dentro de sus gastos, que no son pocos, pero pienso en la importancia de este problema social y en sus víctimas, y por ello la encuentro necesaria.
Médicos Sin Fronteras (MSF) 9 sept 2020
España: Las personas mayores en residencias han sido abandonadas durante la pandemia de COVID-19
Poco, tarde y mal El inaceptable desamparo de las personas mayores en las residencias durante la COVID-19 en España.
“[…] La situación de la COVID-19 ha revelado que no existían en las residencias mecanismos de respuesta adecuados a esa vulnerabilidad o fragilidad de las personas mayores, lo que se tradujo en una elevada mortalidad y convirtió a esta población en la más afectada por la COVID-19, y también en la más abandonada […]”.
“[…] Sea cual sea el modelo de gestión y gobernanza que se adopte, ha de traducirse a un marco normativo que proteja adecuadamente a este colectivo. Las deficiencias detectadas en el funcionamiento, con su coste dramático en vidas y sufrimiento, han de subsanarse radicalmente. Los requisitos y las obligaciones que cumplan y contraigan quienes asuman la responsabilidad del cuidado de estas personas tienen que estar a la altura de los desafíos […]”.
Personalmente, creo y vuelvo a desear equivocarme, que vaciaran un poco el “pozo de nunca jamás”, taparán las grietas del cemento con alguna estatua en honor a los caídos, o con el nombre de alguna calle. No me parecen mal las estatuas, pero si se quiere honrar a los muertos, es hacer justicia y que se inviertan esos recursos representativos para que no vuelvan a ocurrir en un futuro lo que vivieron los 29.408 fallecidos, porque, sino pienso, ¿cuál es el sentido de esa estatua?, ¿honrar a víctimas o recordar lo que nunca se ha hecho por ellas?.
“Advierto que son imágenes duras pero reales”
Pese a la poca esperanza que tengo que alguien lea esto y pueda y quiera intentar hacer algo, me agarro a la teoría que soy un grano de arena, y que muchos granos crean una playa.
Espero que haya sabido transmitir mi inquietud en este tema, y no haber ofendido a nadie, me gustaría que al menos sirva para quien lo lea, se sensibilice, se interese y difunda la problemática de este grupo de víctimas, que no es pequeño, y seamos más granitos de arena con el mismo fin, crear una playa que se llame, Aquí honramos memorias de los fallecidos luchando para que no le vuelva a ocurrir a los vivos.
Te doy las gracias por leerme, pero aún te agradezco más si eres un grano de arena., ¡¡¡MUCHAS GRACIAS!!!.