Una fascinante investigación, unos increíbles descubrimientos, países exóticos, antiguos pergaminos y una curación milagrosa en la que estuvo involucrado el mismo Saladino, hacen del descubrimiento del Santo Cáliz en León, una historia apasionante.
Hoy entrevistamos a una de las personas que llevó a cabo esa investigación. Tiene un currículum impresionante, historiadora, investigadora medievalista, profesora, escritora con innumerables libros en su haber, siendo además distinguida con diversos premios. Nos referimos a Margarita Torres.
Fran J. Fradejas: Buenas tardes, Margarita. Explícanos, en primer lugar, por qué es tan importante el Santo Grial dentro de la tradición cristiana, pero también islámica.
Margarita Robles: El Santo Cáliz que usó Cristo en la Última Cena con sus Apóstoles es una de las reliquias más veneradas por los cristianos, junto con la Santa Lanza, o Lanza del Destino, también conocida como “de Longinos”, la Cruz y la Corona de Espinas o el Santo Sudario. Para los cristianos se trata de objetos vinculados con el Mesías, con el Salvador, y su valor es incalculable para la Fe.
Por otra parte, los musulmanes respetan a Jesús como uno de sus Profetas, y, por supuesto, a la Virgen María, así aparece en todas aquellas enseñanzas vinculadas con Mahoma, y en su propia tradición, por lo que la Copa de Cristo es, en cierta medida, un objeto para ellos casi igual de valioso.
F: ¿Cómo llegó el Cáliz Santo a tierras leonesas?
M: Esa es la clave. Hay que colocarse en el siglo XI. El Califato de Córdoba había explotado en pedazos por una guerra civil y, fruto de ella, se debilitó en sultanatos taifas. Por el contrario, el Reino de León, el más poderoso de la Cristiandad peninsular en aquel momento, cuyas fronteras llegaban desde Navarra hasta el Atlántico y del Cantábrico hasta la frontera del reino musulmán de Toledo, tenía tanto poder que Fernando I (1038-1065), era el auténtico árbitro de la política peninsular.
Gracias a su astucia consiguió convencer a los taifas de que le pagaran grandes sumas, las parias, a cambio de no atacarles, de defenderles de otros musulmanes. Y a León llegaban ingentes riquezas de toda la Península y todos los emires taifas querían estar en paz con Fernando, que era temible.
Pensemos que asedió Valencia en dos ocasiones antes que el Cid, por ejemplo. En ese panorama político había un emir, el de la Taifa de Denia, muy rico, cuya madre era cristiana, bastante moderado, y con excelentes relaciones tanto con Fernando I como con Oriente, con el Califato de Egipto, dentro de cuyas tierras se encontraba Jerusalén y los
Santos Lugares en aquel entonces.
Hubo una tremenda hambruna en Egipto en aquel tiempo, bien documentada, y sabemos
que el rey de Denia envió barcos con los que los egipcios consiguieron salvar la crisis. En agradecimiento llegaron riquísimos presentes, algunos de los cuales podemos admirar en Denia, y otros en León. ¿Por qué en León? Porque, tal y como hoy sabemos documentalmente, y cualquiera que entienda árabe puede leer sin complejos los documentos que incluimos en nuestro estudio, para comprobarlo, el rey de Denia necesitaba mantener la paz con “Ferdinand al Kabir, emir de Liyun”, Fernando “El Magno”, rey de León.
Entre los objetos que solicita el de Denia está el Cáliz de Cristo que, hasta entonces, se veneraba, como ya sabemos por los padres de la Iglesia, en Jerusalén, en una capilla propia en el Santo Sepulcro, la misma a la que acudieron los embajadores de Carlomagno a
comprobarlo y dejaron testimonio escrito de su presencia allí.
El envío desde Denia del Cáliz llegó a León con otros objetos que también pueden admirarse en San Isidoro, como el Arca de plata nielada del Visir Sadaqa de Egipto. A partir
de ahí todo queda más que claro para cualquiera que visite San Isidoro. León, en aquel
tiempo, era “el Guardián de Occidente” como freno al Islam, y estar a bien con él suponía
todo.
Es más, pensemos en una dato interesantísimo y que a veces se obvia: el propio hijo y heredero de Fernando I, Alfonso VI “El Emperador” se casó tiempo después con la princesa
musulmana Zaida, que estaba vinculada por sangre con los emires de Denia. Un ejemplo más de la unión de intereses. El enemigo, en aquel momento, tanto para León como para
Denia, era la Taifa de Valencia, de ahí la búsqueda de alianzas.
F. ¿Qué interés tuvo Hitler en recuperar reliquias con un valor simbólico sagrado? ¿Qué le llevó a creer que el Santo Cáliz se hallaba en España?
M. La obsesión no tanto de Hitler sino de Heinrich Himmler, Reichführer de las SS, por encontrar los místicos objetos asociados con Cristo, es bien conocida. De hecho, una rama de su organización, la Ahnenerbe, tenía personal dedicado a ello. Ahí tenemos al célebre Otto Rahn, que se volvió medio loco buscando pistas entre los territorios franceses vinculados a los cátaros.
Por otra parte, un compositor muy apreciado por los nazis, Wagner, tenía en una de sus óperas, Parsifal, una referencia clara al Grial, y a partir de ahí si a unos chiflados les das
tiempo y dinero te encontrarán, o intentarán hacerlo, lo que quieras. Pensemos que hasta hubo una expedición al Tibet para buscar la mítica ciudad de Shambala, y que la Lanza del Destino, que se conservaba en Viena, tuvo guardia de las SS para que nadie se acercara a ella mientras duró la guerra. Los nazis estaban obsesionados con los objetos de poder, y el Cáliz siempre, en todas las primeras leyendas y creaciones literarias medievales, se dijo que estaba en España. Pero erraron el tiro, gracias a Dios. Sobre todo porque en León se encontraba la base, durante la Guerra Civil, de la Legión Cóndor. Menos mal que estaban mal informados…
F. Háblenos de cómo fue la investigación. ¿Qué les llevó a relacionar el cáliz de Doña Urraca con el auténtico cáliz utilizado por Jesús en la última cena?
Nosotros estábamos realizando una investigación sobre objetos islámicos conservados en
San Isidoro. La existencia de un elemento de tanto relieve como el arca del Visir Sadaqa de
Egipto, territorio con el que León en ningún momento había tenido relación directa, nos llevó a plantear extender la investigación, no sólo a las fuentes musulmanas, por supuesto, sino al propio Egipto, buscando una respuesta digamos “normal”.
Se contrató a cargo del proyecto de investigación a un arabista, para que buscase en El Cairo datos, en crónicas, documentos, o lo que hubiera, si es que había algo que relacionara León con Egipto. Y directo no lo hay, sino con Denia, claro. En este proceso encontró dos documentos, los que aparecen en las fotos del estudio de investigación.
En el primero, que procede de una crónica, se habla del envío del Cáliz de Cristo, venerado
hasta entonces en Jerusalén, a Denia a petición de su emir, y se explica que su deseo es
entregarlo a Fernando I rey de León para mantener con él la paz. Incluso se dan detalles tan concretos y reales como que el monarca leonés padecía enfermedad grave de riñón y que luego murió de ella. Sabemos que, mientras asediaba Valencia, se puso tan enfermo que hubieron de traerlo de vuelta a León sus caballeros y al poco murió.
El segundo documento copia uno oficial más antiguo, de tiempos de Saladino. En él se nos
narra que la hija de Saladino, el gran héroe de las Cruzadas para los musulmanes, y un hombre extraordinariamente culto, estaba muy enferma y éste conocía que uno de sus hombres de confianza en Egipto, descendiente del capitán de la expedición que llevó el Cáliz hasta la Península, conservaba en su familia, desde entonces, una esquirla que indignamente hizo saltar de la copa con una gumía.
Conocedor de las propiedades milagrosas y sanadoras del Cáliz, Saladino le ordena que se la entregue y su hija se sana, quedándose con ella para siempre. Pues bien, la copa romana que forma parte del Cáliz de Urraca, ya había sido estudiada por expertos en mundo romano, por grandes arqueólogos, y se databa en el siglo I de la Era.
Por la liturgia sabemos que los judíos no usaban cerámica o madera en su cena de Pascua,
y que las copas “buenas”, como las vajillas que sacamos a la familia en Navidad, eran de
este tipo de materiales, los llamados vasa murrina, o de plata y oro si pertenecías a la élite. No sólo era del siglo I, tiempos de Cristo, y de modelos como los que estaban en uso en la Jerusalén de aquel entonces. Además, para nuestra sorpresa, le faltaba una esquirla, como puede comprobar cualquiera que acuda a ver el Cáliz.
Pero hay mucho más: basta visitar el Panteón Real, donde fue enterrado Fernando I, hecho
en tiempos de su hija Urraca, señora de Zamora, y quien donó sus joyas personales para
hacer el cáliz actual en el siglo XI. Allí se puede admirar una escena, la Última Cena, y se
admira cómo las copas de los apóstoles son blanca –plata-, mientras que la Copa de Cristo
está siendo rellenada de vino por “Marcial el Copero”, que se la tiende a Jesús.
Esa Copa está pintada de un color como la del cáliz de Urraca. Es más: tiene un borde que
sólo quien ha visto la copa sin el oro, y ahí están las fotos, puede conocer. El mensaje, en la sociedad medieval, que es prácticamente analfabeta, es claro: la Copa de Cristo es oscura y diferente a las de los Apóstoles. La Copa del Cáliz de Doña Urraca, que es del mismo tiempo cronológico que las pinturas, es idéntica. ¿Quién da más?
F. ¿Qué importancia tuvo la figura de Doña Urraca, hija de Fernando I, en la custodia de la reliquia sagrada? ¿Qué sabemos de ella? (…)
M. El papel de la infanta Urraca de León, reina de Zamora, es clave. No sólo participó en el reparto testamentario de su padre, Fernando I, si no que, en cierta medida, al ser la primogénita le cupo el papel de árbitro en una familia complicada en la que el hermano mayor, Sancho, no contento con la herencia, desencadenó una guerra fratricida que acabó con su asesinato en los muros de Zamora, a manos de un héroe local: Vellido Dolfos, que defendió a su señora y a su gente, los zamoranos.
La cercanía con Alfonso VI, el ahora único rey, consolidó aún más su elevada posición. Fue protectora de San Isidoro, durante su vida se realizaron las pinturas del panteón, la gran joya del Románico, enriqueció la Copa de Jerusalén con sus propias joyas y mantuvo, como consejera, un papel protagonista hasta su muerte. Es un gran personaje de nuestra historia. Una mujer con mayúscula, sabia, valiente y prudente. Una gran leonesa.
F. ¿Entonces, el Cáliz custodiado en la Catedral de Valencia, ¿no es el auténtico Cáliz Santo? ¿En qué se basan para defender su tesis?
M. Desde el principio de nuestra investigación, a diferencia de lo que han hecho otros, nosotros nunca quisimos entrar en polémicas, entre otras razones porque las fuentes son
claras: el Cáliz venerado por la Cristiandad como el Cáliz de Cristo estaba en Jerusalén en
los siglos que la leyenda del Cáliz de San Juan de la Peña, que es su primer emplazamiento, en Aragón, sugieren.
Los documentos de sus reyes, como Alfonso “El Batallador” o el propio Ramiro “El Monje”,
que fue monje allí, no aluden en modo alguno a que se trate de otra cosa más allá de un
cáliz de piedra. Es más, ni siquiera cuando se traslada al palacio real de Zaragoza se le
menta así. De hecho, en documentos originales conservados en el Archivo Corona de Aragón, al alcance de cualquiera que quiera comprobarlo, un rey de Aragón, a principios del s. XIV, solicita el Cáliz de Cristo al sultán de Egipto, ¡qué casualidad! Si lo pide…es que no lo tiene. Fin de esa historia.
Sin embargo, la tradición, la leyenda, lo vincula con San Pedro, el Papa, y nosotros encontramos referencia a un cáliz de los apóstoles. San Pedro es el primero entre los apóstoles. ¿Por qué, si a ciencia cierta es imposible que sea el Cáliz de Cristo, ya que supuestamente según la leyenda vino a Hispania antes del 711 y por esas fechas, según las
fuentes de la propia Iglesia estaba en su capilla de Jerusalén, no se ha investigado la posibilidad de que se trate del cáliz de San Pedro? No lo entendemos.
De ser así, si se estudia esa posibilidad, España sería un país afortunado: Compostela con la tumba de Santiago, el Pilar de Zaragoza, el Pañolón de Oviedo, la Cruz de Santo Toribio en Cantabria, el Cáliz de León y el Cáliz de Valencia, Jesús y el primero entre sus apóstoles.
F. Siempre incluyo en mis artículos y entrevistas un tema musical. ¿Cuál es esa canción con la que te identificas de manera especial?
M. Yesterday, de los Beattles. La solía cantar con un ser muy querido que ya no está. Cada vez que la escucho, algo muy profundo se remueve por dentro.
Una entrevista apasionante… Sin embargo, aún faltan algunas cuestiones más por conocer
acerca de este maravilloso hallazgo. Pero eso… será la semana que viene. ¡No os la perdáis!
Autor: Fran J. Fradejas