Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
Se presenta a quienes emplearon el tiro en la nuca y el coche bomba como héroes y figuras dignas de admiración
La glorificación de terroristas a través de homenajes públicos en el País Vasco es una práctica infame ante la que el Gobierno se pone de perfil. El Ejecutivo no se da por enterado para no molestar a los herederos políticos de la banda terrorista ETA, a los que necesita en el Congreso de los Diputados para mantenerse en el poder.
Estas ofrendas no solo constituyen una ofensa grave a la memoria de las víctimas del terrorismo, sino que envían un mensaje peligroso a las nuevas generaciones de legitimación implícita de la violencia y el tiro en la nuca como medio para alcanzar objetivos políticos o sociales.
Asesinatos sin resolver
Es fundamental recordar que el terrorismo ha originado una herida terrible en España, y particularmente en el País Vasco. ETA perpetró 3.000 actos terroristas en todo el territorio nacional, asesinando a 853 personas. Con miles de heridos ocasionados durante más de medio siglo de barbarie entre la población, la banda dejó 1.635 huérfanos, secuestró a 79 víctimas, extorsionó a 10.000 empresarios con el llamado “impuesto revolucionario” y arrojó en este tiempo, por amenazas o miedo insuperable, a cerca de 100.000 hombres y mujeres del País Vasco al exilio.
A día de hoy, aún quedan 379 asesinatos sin resolver y sin autor material. Unos autores que los homenajeados, es decir, sus compañeros de Parabellum, conocen al detalle y callan con la anuencia de quienes consienten con su pasividad estos actos.
En este contexto, los agasajos públicos a terroristas que salen de prisión (donde reciben trato de privilegio), o que ya están en libertad, caso sangrante de Josu Zabarte, alias “El carnicero de Mondragón”, etarra psicópata, ejecutor de 17 asesinatos, suponen una doble victimización para quienes han sufrido las consecuencias de la violencia. Las víctimas del terrorismo merecen respeto, reconocimiento y reparación, no el agravio adicional de ver como se ensalza a sus asesinos. ¿Alguien se imagina a los yihadistas haciéndole en Nueva York una ofrenda de desagravio a los autores de la masacre de las torres gemelas?
Blanquear el relato del horror
Al mismo tiempo, estos homenajes envían un mensaje profundamente nocivo a la sociedad. Al glorificar a los terroristas, se trivializa la gravedad de sus acciones y se distorsiona el relato histórico con la perversión del lenguaje, presentando a quienes emplearon el tiro en la nuca y el coche bomba como héroes o figuras dignas de admiración. Se blanquea de este modo el relato del horror, se impone la expresión “conflicto con el Estado” al terrorismo salvaje y se coloca el contador a cero.
Tener que recordar que estos actos de exaltación infringen la legislación vigente es una ironía macabra. En España, la apología del terrorismo está tipificada como delito en el Código Penal (Art. 578), precisamente porque este tipo de conductas contribuyen a justificar y promover el uso de la violencia.
Para que la ley se cumpla es necesario que alguien ejerza de garante. Los terroristas de ETA no son presos políticos; son criminales. Las autoridades del País Vasco y singularmente del Gobierno central disimulan mirando para otro lado por intereses espurios. No olvidemos que Moncloa tiene de cofrades a los bilduetarras.
Usufructuarios de ETA
El propio ministro del Interior, Fernando Grande Gómez, antes de que cambiara su nombre euskaldunizándolo por el de Fernando Grande-Marlaska, goza del elogio público de los usufructuarios de la banda terrorista ETA que se sientan en el Congreso de los Diputados, hasta el punto de que son estos, herederos políticos de ETA, los que han promovido la reforma a la medida de sus necesidades kale borroka de la Ley de seguridad ciudadana, con el aplauso del ministro del Interior, de quien depende la norma.
Con todo, el titular de la cartera saldrá tarde o temprano del palacete de Castellana sin honor y con la repulsa de la inmensa mayoría de los agentes, salvo algún caso excepcional de colaboracionismo en el generalato y en el comisariado con abundancia de medalleo clientelar en el pecho y poca ética.
Evitar el ultraje
Es importante reconocer finalmente el papel de las asociaciones de víctimas del terrorismo en la lucha contra los homenajes humillantes. Estas organizaciones desempeñan un papel esencial al visibilizar el sufrimiento de las víctimas y exigir justicia y reparación. Su labor es imprescindible para mantener viva la memoria de quienes perdieron la vida a manos de las pistolas y las bombas de ETA y evitar que sus historias sean ultrajadas, tergiversadas y olvidadas.
Cuál será la siguiente línea roja: ¿pactar con pederastas, con violadores, con maltratadores, con narcotraficantes…?