Sabemos poco sobre los suicidios de los uniformados, los políticos no tuitean sobre esta lacra. Quizás es porque para alguien no sea un tema importante y es la realidad más dramática y oscura del Ejército, la Guardia Civil y la Policía Nacional.

«Los problemas emocionales o las patologías psicológicas que llevan a nuestros uniformados a la depresión o un estado de ansiedad… No son signos de debilidad. No son consecuencia de una elección personal. Son síntomas de cansancio, desamparo, hartazgo, presión extrema que no aparece de la noche a la mañana, sino que se cuecen o se cocieron en las fraguas del infierno de la vida, de su trabajo bajo un altísimo nivel de exigencia. En las dificultades y en el agotamiento sobre la acumulación de situaciones y circunstancias complicadas dejando secuelas tanto físicas como emocionales de un pasado defendiendo y protegiendo las vidas de otros.. En ocasiones del machaque sin piedad por el sistema, por la sociedad y algunos altos mandos… Son signos que derivan de la lucha contra las dificultades vitales que los acompañan y de haber intentado permanecer fuertes por mucho tiempo, bajo el juramento de su código de honor..»

A veces tan solo hizo falta una gota, esa que colma el vaso, un vaso que está o estaba hasta arriba de situaciones y circunstancias complicadas que les han hecho o hicieron herida en ellos y los descolocaron.

Nuestros uniformados son personas que nos cuidan y a los que debemos de cuidar. Compañeros, personas, que precisan apoyo y ayuda, en momentos de dificultad, y no podemos dejar, ni pretender que estas “heridas emocionales” se les curen sin más, necesitan de nuestra apoyo y comprensión y de la ayuda de un profesional. Porque a esos pensamientos y circunstancias que infectan su herida emocional, no le valen vendas o parches.