Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
Hace unos días, con el nuevo año, murió el viejo narco de la Cousa nostra, decano violento de los contrabandeiros de la Fariña, como llaman en Galicia a los narcotraficantes, antaño estraperlistas de penicilina, luego del tabaco y desde la década de los 80 del hachís y la cocaína.
Clan de “Los Charlines”
Manuel Charlín Gama, patriarca de 89 años del clan de “Los Charlines”, murió según su familia en Nochevieja a consecuencia de una caída en su pazo-mansión de Vilanova, una de las pocas propiedades que la justicia no logró incautarle.
Charlín pasó 20 años de prisión en prisión, después de que el juez Garzón golpeara en 1990 a las mafias del tráfico de drogas en las rías gallegas con la Operación Nécora. Sito Miñanco, Oubiña, Valado…. corrieron la misma suerte y terminaron entre rejas, aunque no jubilados. Los narcos de esa quinta mueren con las botas puestas.
Sicarios
Manuel Charlín siguió dirigiendo su banda desde la cárcel. Sus seis hijos están acusados de formar parte del holding criminal de la Fariña. No se pudo probar, sin embargo, que el viejo Charlín encargara a los sicarios colombianos el asesinato en Cambados de su exsuegro Manuel Baúlo, confidente en el negocio de la farlopa.
Muerto en vida
Quien sí teme la ira del clan familiar es Manuel Fernández Padín, el arrepentido que les delató en el juicio de la Necora y les abocó a prisión. A Padín lo entrevistamos hace algunos años en “Salvados”, el programa de Jordi Évole: “Tienen puesto precio a mi cabeza; soy un muerto en vida”, nos dijo con la mirada ausente. Sabe que “Los Charlines” no perdonan. Desde hace tiempo anda errante y sin escolta pese a ser testigo protegido.
¿Arrepentidos los quiere Dios? Es posible, pero no abandonados a su suerte. Mal precedente, uno más, para la lucha contra el crimen organizado. Camino de la ley del silencio.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)