Continúa el autoritarismo, la imposición del bozal en contra de la ciencia. España en la cola de las libertades civiles con la excusa del coronavirus. Todos los países de nuestro entorno europeo, menos Italia, han retirado la obligatoriedad del uso de las mascarillas en exteriores y suprimido otras muchas restricciones como luego diremos ¿Por qué en España no se han suprimido?
La contestación es bastante sencilla, el Gobierno ha propiciado desde hace casi dos años que muchos ciudadanos hayan renunciado a sus derechos civiles motivados por las campañas de propagación del histerismo, miedo, tontuna y el riego económico al paniaguado, que ha conseguido que entre todos ellos le hagan las olas, sin pensar siquiera que son sus muñecos/as ya rotos. La verdad es que a veces pienso en tirar la toalla y marcharme en un descuido, no vaya a ser que me lo impidan como en Cuba (uno de los referentes “democráticos” de UP), a la mal llamada selva en la que puedo elegir si llevo o no taparrabos, puesto que allí, aunque no lo crean, hay más libertad, menos miedo, mucho entretenimiento y, sobre todo, más dignidad humana de la que carecen los caciques investidos por el populacho y aireados por los ventiladores de la casi totalidad de los telediarios.
Vivir así con taparrabos bucal delata lo que ya sabíamos y hemos denunciado en infinidad de ocasiones. Quieren seguir impidiendo por la fuerza que no podamos comunicarnos, socializar, mirarnos a la cara con la misma normalidad que un chimpancé mira a otro. El chimpancé, más inteligente, humano y valiente, que nuestros mal llamados gobernantes, no lo consentiría, no tendría piedad. Pero, nosotros, seguimos durmiendo la mona por los siglos de los siglos. Amén.
Es el “Infierno Tragacionista”, como intituló J. M. de Prada. Los tragacionistas de todo están ahora indignados con la comunidad científica, porque abrumadoramente está en contra del uso de la mascarilla en exteriores y de otras restricciones, cuando antes los habían elevado a la categoría de divinidad científica. La sociedad española sigue inamovible, inerte, mientras es sometida a un sufrimiento más que cruel, por inmerecido e innecesario, con una estrategia de convertir lo irracional en racional, lo ilógico en lógico, lo sinsentido en un auténtico sentido. Todo un disparate, es una medida más que ineficaz y arbitraria. Puro mercantilismo farmacéutico y a la vez fiscal, con intereses políticos-económicos. Muchos Rafas Nadal necesitaríamos para rebelarnos contra este autoritarismo del ordeno y mando, para no ceder ni un punto de nuestra dignidad humana.
Pero, vayamos por un momento a la convalidación del Decreto Ley de las mascarillas en el Congreso, cuando ya se agotaba el plazo de los 30 días hábiles. El resultado 162 votos a favor (PSOE, UP, PNV, Compromís y BNG), 153 en contra (PP, Vox, Cs, PDeCAT, UPN y Foro) y 28 abstenciones (ERC, la CUP, Bildu y Más País), abstenciones que propiciaron su aprobación, aún a pesar de que el PNV lo calificó de “chantaje” votó a favor; Bildu los denominó “decreto trampa” y también “chantaje”; ERC llamó al Gobierno “trileros” y PDeCat lo definió como “filibusterismo”. Vergüenza debería darnos de estar representados por esta clase de políticos de tres al cuarto con sus interesadas interpretaciones y absurdas contradicciones, que apoyan al Gobierno en esta burla al Parlamento, como bien la calificó en este caso el PP, para seguir luchando por lo suyo que es el desmembramiento de España.
La excusa de los abstencionistas fue el fraude del Gobierno al introducir en el Decreto Ley una Disposición Adicional con la actualización de las pensiones no contributivas, mínimas y de viudedad conforme al IPC de 2021, la llamada “paguilla”. Pero, lo que realmente hicieron fue plasmar su propio engaño, puesto que el “ardid” del Gobierno (prohibido por cierto en sentencia del TC al incluir en otro Decreto sobre el Covid la incorporación a la comisión rectora del CNI a Pablo Iglesias e Iván Redondo) lo puede solventar el propio Parlamento obligando a tramitar por vía de urgencia la actualización de dichas pensiones, incluso con los intereses correspondientes de su demora.
Aunque ya me recojo, debo repetir que vamos en dirección contraria al resto de los países europeos. Así, Reino Unido, Portugal, Andorra, Bélgica, Polonia, Hungría, Alemania, Finlandia, Irlanda y Países Bajos han eliminado la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores y otras restricciones referentes a la hostelería. A los que se acaban de sumar Dinamarca y Francia. Tan sólo España e Italia mantienen la obligatoriedad de la mascarilla en exteriores, aunque esta última ya anuncia que el 10 de febrero podría levantar su obligatoriedad. Nosotros continuamos con el taparrabos pero en la boca.
Autor: Manuel Novás Caamaño | Abogado