El suicidio, una palabra maldita, la principal muerte no natural y un importante problema de la salud pública, el acto por el que una persona busca de manera intencionada quitarse la vida. Un tema tabú en la actualidad, algunos siguen pensando que si no se habla de ello parece que no ha ocurrido y si hablas haces “efecto llamada”, sólo se hacen eco los medios de comunicación si es un famoso quién lo hace y nuestra “caja tonta” se llena de lamentos durante días, si es un civil o un policía nadie más que sus familiares y amigos repararan en su ausencia.
Triste, sencillamente triste que esto no sea un tema de Estado algo en lo que deberían de invertir en tiempo y dinero, invertimos miles de millones en Violencia de Género de lo que si podemos hablar y parece que no hace “efecto llamada”, deberíamos educar a la sociedad y a los políticos o cambiar de políticos.
He tenido la suerte de poder hacer esta entrevista a Casimiro Villegas expolicía local que sabe perfectamente de lo que habla, ojalá hubiera más profesionales implicados como él, les dejo con una lectura que no dejará indiferente a nadie.
Puede contarnos un poco su trayectoria profesional ¿A qué se dedica ahora en la actualidad?
Respecto a mi trayectoria profesional, esta comprende que fui militar, vigilante jurado, policía, Licenciado en Derecho y Especialista en violencia o uso de la fuerza legal.
En la actualidad, a raíz de sobrevivir a una experiencia traumática extrema en 2011, estoy, por salud mental y fisiológica, integrado en el proyecto de la Asociación Predepol-Zero Suicidio Policial, una especie de “ONG policial” sin ánimo de lucro que nació como Plataforma en 2015 y que no nos quedó más remedio que dar el salto a Asociación Profesional en 2020, para proteger todo lo que llevamos ya investigado y compilado.
Dicen las creencias religiosas que los suicidas van al infierno pero el infierno es el que viven estando vivas en un estado silencioso para todos aquellos que no vemos su sufrimiento, desde la más absoluta ignorancia ¿Cómo se llega a lo más profundo del ser humano que quiere morir?
Esas creencias religiosas están mal explicadas y, sobre todo, peor interpretadas.
El ser humano necesita el asidero de la fe, un concepto que puede variar desde ser devoto a los postulados de una religión determinada hasta la fuerza de espíritu interior que cada persona lleva dentro, lo que los templarios cristianos cultivaron con la ayuda del estoicismo o lo que los nipones denominan “el kimé”.
Los gritos del silencio de la persona que ha pasado por el camino del estrés cronificado, la ansiedad, la angustia y finalmente de la depresión, quién mejor los saben escuchar son las personas que han conseguido superar todas esas fases pero, desgraciadamente, se les silencia y no se les escucha. En este sentido estamos en el eterno enfrentamiento dual de empíricos versus dogmáticos.
A lo más profundo del ser humano se llega con mucha humanidad sustanciada en paciencia, cariño y comprensión humana, no hay más.
Dicen las estadísticas que 4.000 mil personas al año pierden la vida en España, de ese porcentaje hablar de suicidios policiales sigue siendo hoy por hoy un tema tabú y el mes de diciembre es sin duda negro para el colectivo, ¿Por qué motivo NADIE pone remedio a un asunto que debería ser PRIORITARIO? ¿Tan poco vale la vida de alguien y menos la vida de un POLICÍA?
En España, la suicidiología debería ser considerada como un problema de Estado, donde las autoridades sanitarias y gubernamentales deben tratarla desde una perspectiva multidisciplinar.
Estamos frente a la forma de muerte humana más compleja y difícil de descifrar, es incongruente que un país como es España, que presume de calidad de vida, clima, carácter, gastronomía, cultura, etc. se deje más de 4.000 vidas cada año por falta de humildad suficiente para coordinar a todos los profesionales que están relacionados con este drama nacional. El suicidio es la primera causa de muerte no natural, es una forma de muerte violenta tanto física como psíquica. El 80% del modus operandi de autolisis policial es con arma de fuego.
Centrándonos en el ámbito de las Fuerzas y Cuerpo de Seguridad, el tema se agrava todavía más, sencillamente porque para analizar el suicidio policial hay que tener en consideración que lleva aparejada la cuestión de la cultura policial. En España, no existe de forma oficial la figura del intelectual policial, los pocos que hay son a título particular.
Además, estamos en el marco de una profesión con categoría de universal, al igual que lo son la de los militares, sanitarios, pilotos, marinos, bomberos, etc. Nos encontramos dentro de una profesión de riesgo, sometida a presión y con altas cargas de estrés psicofisiológicas.
Sucede que en nuestro país, el perfil del policía es más de carácter funcionarial que de un profesional cualificado autónomo de la seguridad pública y todavía no se ha llevado a cabo la revolución cultural de las profesiones de riesgo.
Existen excelentes intelectuales que han escrito obras literarias de gran calidad científica, sin embargo todo ese acervo cultural aún no se ha incorporado a las academias formativas oficiales.
La profesión policial es un modus vivendi y el suicidio policial es una contingencia más de riesgo de esta profesión. Hasta que no comprendamos todo esto de una forma estructural y académicamente razonada, no sabremos cómo se debe afrontar esta forma de muerte en nuestro colectivo.
En el año 2022 han fallecido por esta causa, según los datos que llevamos compilados y de los que hemos tenido conocimiento, 34 miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, de un colectivo de aproximadamente de 234.000 indicativos.
Nos hemos deshumanizado, nadie siente ni quiere imaginar cómo sufre la agonía, miedo o desesperación, nadie quiere pensar cómo se llega a ese punto del qué pasó para que alguien en un momento, que a mí se me hiela la sangre cuando escucho las noticias de que un “compañero se ha suicidado con su arma reglamentaria y decidió voluntariamente quitarse la vida…” la pregunta es: ¿Realmente fue voluntariamente? ¿Qué factores influyen para que alguien tome esta valiente y dura decisión?
Es obvio, los muertos no pueden hablar de forma expresa pero sí tácitamente. En el artículo 143 del Código Penal se contemplan cuatro figuras de autoría con responsabilidad criminal, que son: el inductor, el cooperador con actos necesarios, el cooperador ejecutor y el cooperador rogado por la propia víctima.
En nuestro trabajo de investigación, nos hemos percatado de una serie de patrones comunes que se dan con bastante regularidad en la autolisis policial. El más habitual es que el compañero está viviendo entre un fuego cruzado de insatisfacción o caos profesional y personal o familiar a la vez; no hay estímulo o refugio donde poderse amparar para tener las ganas suficientes de seguir viviendo.
En el autohomicidio policial no existe el arrebato o una causa súbita, como si puede ocurrir en el suicidio juvenil o de la tercera edad; es un proceso de desgaste emocional, cognitivo e incluso volitivo (Síndrome de Burnout, indefensión aprendida, exclusión de la tribu, etc.), de hecho, la edad donde más incidencia tiene esta causa es en la franja que abarca entre 40 y 50 años de edad de los agentes, es decir, son policías que llevan más de 15 o 20 años de servicio ininterrumpido y, por ende, han superado el ecuador de su carrera profesional.
Metiéndonos en la carrera de Psicología, ¿Qué es y para qué vale? ¿Hay buenos profesionales en España, buenos Psicólogos en Salud mental? ¿Cuántos existen dentro de la policía y cuántos son los que realmente se implican y bajan hasta las calderas del infierno a encontrarse con sus miedos y enfrentarlos juntos?
Si indagamos en los planes de estudio de las carreras de Psicología, Psiquiatría, Sociología o Derecho podemos observar que la expresión “profesiones de riesgo” no se menciona o se hace de forma muy ambigua o reducida.
En España existen extraordinarios profesionales en Salud Mental; yo mismo he sido tratado por ellos. Sin embargo, el problema sigue siendo estructural, la enfermedad mental es tratada como la “Cenicienta de la Salud Pública”. Bajar a las calderas del infierno policial solo está reservado para los policías de raza vocacionales, es decir, aquellos que se exponen a diario a la pérdida del pan, sudor y salario cada que vez que toman decisiones para bien o para mal.
Ser agente de la autoridad en una “Sociedad tan compleja” como la nuestra y sometida a una presión política, legislativa y judicial como la actual no es fácil para la delgada línea azul o verde entre el bien y el mal, puesto que “el mal existe” y de muchas formas.
Personalmente le puedo decir que haberlos los hay, que sí que existen excelentes Psicólogos y, en concreto, en nuestra Asociación hay varios que tienen su teléfono abierto para echarse a hombros a cualquier compañero.
El problema radica, en definitiva, en que cada profesional que trata el suicidio, carece de una formación integral en esta materia. Así ocurre, por ejemplo, con los facultativos de la Medicina mental, quienes desconocen la transcendencia jurídico-penal que puede presentar un enfermo, cuando a través de la terapia se puede inferir que está siendo sometido a tratos inhumanos, vejatorios, degradantes o humillantes; aunque estos no se den de forma expresa y si el inductor los está perpetrando de forman indirecta-tácita, o por acción u omisión.
¿Qué pasa cuando un agente de policía necesita o le derivan al Psicólogo policial? ¿Miradas indiscretas de los compañeros, esas que duelen y se clavan? ¿Eres el compañero con el que nadie quiere patrullar? ¿Qué ocurre en esas evaluaciones, cuál es el protocolo si es por intervenciones complicadas, acoso laboral o problemas familiares?
Aquí tenemos que retomar el origen del problema, no existe cultura policial intrínseca de la profesión. En España, a los policías se les enseña a trabajar de policías pero no se les enseña todo lo que implica el haber elegido esta profesión a nivel personal y familiar.
El sistema policial español actual está obsoleto; tenemos un modelo de los años 80, sin embargo la Sociedad española ha cambiado muchísimo en estos últimos 40 años, por lo que de seis a nueve meses de academia son insuficientes para el grado de exigencia que demandan las necesidades de seguridad pública en nuestro país.
Los patitos feos suelen existir en todas las unidades policiales, donde también se encuentran los grupos de presión o mandos tóxicos. Todo esto se resolvería con líderes, expertos en liderazgo y compañeros o mandos que prediquen con el ejemplo.
La conciliación familiar y profesional es el gran desafío de los Técnicos en Prevención de Riesgos Laborales; aquí es donde se ve si un Cuerpo Policial determinado ha hecho sus deberes en esta materia o no. Decir que cuando se acaba el servicio los problemas se cuelgan en la taquilla es un mito y un despropósito en este tipo de profesiones donde la salud psicofísica es fundamental.
¿Cuál es el papel del psicólogo policial y dónde van los expedientes de estos agentes?
Hasta la presente, esta figura del Psicólogo policial, en realidad tiene poca relevancia en la Salud Mental del colectivo de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, debido a que no está implantada de forma general en todos los Cuerpos Policiales. En aquellos Cuerpos en los que sí está tiene un radio de poder de disposición muy limitado puesto que sus informes quedan en la mayoría de las veces supeditados a la decisión de otros Técnicos de jerarquía superior, que es donde van a parar los expedientes de esta naturaleza.
En Predepol-Zero Suicidio Policial abogamos por esta figura pero incardinada dentro de la estructura de la Prevención de Riesgos Laborales y apoyada por otra figura subalterna, que no existe en la actualidad en nuestros Cuerpos Policiales, que es la del “Guardador de Salud Mental”, una especie de entendido en Primeros Auxilios Básicos de las patologías mentales más comunes en este colectivo.
Consideramos que hay suficiente capital humano para ello, puesto que en todos los Cuerpos Policiales existe un policía veterano carismático con más de veinte años de servicio curtido en toda clase de batallas, sinsabores y con vocación de ayudar a sus propios compañeros, que es quien realmente creemos que puede reunir ese perfil.
Nosotros en el ámbito de la Salud Mental, siempre recomendamos la evaluación dual, es decir, la realizada entre un Psicólogo interno del Cuerpo Policial y otro externo.
La enfermedad mental no es como un hueso fracturado, donde la radiografía nos desvela donde está el daño; entrar en la psiquis de un ser humano es una labor facultativa tan compleja como meritoria, sobre todo de pacientes que están expuestos a peligros inciertos contra su integridad física, psíquica o propia vida, como ocurre con la cantidad de agentes en funciones de tráfico que perdemos cada año.
La prueba indubitada de esta realidad es el TEPT (Trastorno por Estrés Postraumático), una enfermedad mental atroz característica de militares, policías y personas violadas o torturadas. De hecho, los Guardias Civiles y Policías que vivieron el terrorismo lo sufrieron en silencio para protegerse a ellos mismos y a sus familiares de esta patología que ocasiona desde pesadillas recurrentes, que provocan un insomnio cronificado, hasta una cirrosis de hígado somática siendo totalmente abstemio.
Me han hablado que la Policía Nacional tiene un Protocolo especial sobre Violencia de Género entre compañeros ¿Qué ocurre, si hay violencia entre hombre y mujer, podríamos hablar de igualdad a la hora de tratar a los hombres con este tipo de leyes?
La igualdad entre desiguales es otro mito que se ha enmascarado con el tema de la discriminación positiva, que a la postre se convierte en negativa con quienes más arriesgan o se exponen.
Claro que se da desigualdad no ya entre iguales, sino que se ha marginando o discriminando a los que ya en el último tramo de su carrera profesional buscan un puesto más adecuado a sus capacidades psicofísicas por su edad avanzada, y encuentran en que no pueden acceder a esos puestos al estar ya ocupados por compañeros que ni siquiera han peregrinado por el duro trabajo uniformado de calle.
No seremos nosotros los que critiquemos ese Protocolo y menos en una profesión de estructura jerarquizada; ahora bien, lo que aconsejamos encarecidamente es que a nadie se le pueda obligar a permanecer en una unidad donde no quiere estar, una vez que haya permanecido en ella el tiempo reglamentario, o prestar servicio en la calle de forma obligada con alguien que no tenga aptitudes para garantizar la seguridad de su binomio. Aquí tenemos el eterno problema de la tensión entre la operatividad organizativa del servicio con la operatividad funcional del mismo.
La Prevención de Riesgos Laborales tiene que tutelar unas directrices basadas en la lógica, la experiencia y las Ciencias policiales. El factor fiduciario de la buena fe es el que tiene que imperar en todas las relaciones humanas, inclusive en las jerarquizadas.
Nadie puede salir de servicio a la calle con miedo o estar en continuo estado de incertidumbre en su servicio ordinario. Cosa distinta es que esté en alerta amarilla y ojo avizor dentro de sus funciones, pero estar viviendo con temor por la inseguridad jurídica, la propia redacción o interpretación de los reglamentos internos de conducta, acaban pasando factura en la salud de los policías.
¿Cuál es el nivel del suicidio policial causado por el tema de Violencia de Género? ¿Podríamos hablar de Violencia de Género + Denuncias Falsas = Suicidios Policiales?
El abanico de causas que abocan a un policía al suicidio son heterogéneas, tanto intrínsecas (personales) como son las adicciones, las enfermedades crónicas o terminales, la propia frustración de no perdonarse a sí mismo o la obcecación con la propia carrera profesional; como extrínsecas (de relaciones con terceros) como estar implicados en delitos graves, procesos judiciales o disciplinarios, fracasos sentimentales o las relaciones familiares.
En el asunto del VIOGEN en el ámbito de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, es evidente que la desventaja la sufre el denunciado, no ya por su posible vulneración, como los demás, de su derecho fundamental a la presunción de inocencia, sino que está encorsetado por un régimen disciplinario interno que va a actuar sobre él directamente de forma cautelar. Esta discriminación negativa se produce de forma automática por la actual legislación vigente; por lo tanto, la posición de un funcionario de policía ante una denuncia de esta naturaleza es de un desamparo y vulnerabilidad con poco margen de maniobra para desplegar su derecho, también fundamental, a la defensa.
Nosotros, en nuestra Asociación les enseñamos cómo deben blindar su seguridad personal en este ámbito de riesgo que puede destrozarles la vida de forma radical.
Otro tema tabú es que la Ministra de Igualdad Irene Montero no habla ni condena cuando los asesinatos o la violencia ejercida es de mujeres sobre hombres o sobre los propios hijos, un tema sumamente preocupante que debería ser tratado como lo que es Violencia Sin Géneros.
¿Cuánto mal crean las denuncias falsas sin repercusión para quién la sufre si es un hombre y no pasa nada si es una mujer quien las pone? ¿Esto es IGUALDAD?
Aquí nos encontramos ante una cuestión más de ideología, que de lógica, experiencia o de conocimiento científico. ¿Por qué? Sencillamente porque ante una denuncia falsa, al denunciado se le obliga a que se defienda con una prueba diabólica, es decir, tiene que demostrar su inocencia sobre un hecho que no ha existido o se ha mal interpretado, que se le da verosimilitud por la simple palabra de la parte denunciante.
¿Cómo te defiendes de una acusación, que tiene presunción de veracidad, sobre unos hechos que no han existido o que se han manipulado para darles credibilidad jurídica? En estas situaciones solo te queda rezar para que, tanto la Autoridad Administrativa como la Judicial que conozcan del caso, sean lo suficientemente independientes para resolverlo de la forma más justa.
Montero criminaliza a los policías acusándolos de asesinos de mujeres
¿En qué nos estamos convirtiendo cuando aceptamos el suicidio como parte de nuestras vidas? ¿Por qué se genera gran repercusión si es un famoso quién lo hace y se oculta si es un agente de la ley? ¿Por qué la Ministra Irene Montero se permite el lujo de hacer una campaña ANTIPOLICIAL acusándolos de ASESINOS DE MUJERES, que es algo indignante a través de un vídeo de Violencia de Género incendiando las redes sociales? El suicidio es tanto de mujeres y hombres, ¿No deberían preocuparse más porque no ocurra y poner medios que funcionen que generan odio? La pregunta es: ¿Cuál es la partida presupuestaria que hay actualmente para prevenir los suicidios en España y los policiales, es igual que la que tiene el Ministerio de Igualdad?
El suicidio es consustancial a la especie humana desde que esta existe, es una forma de muerte que es elegida por la propia víctima.
El hecho es que en la Sociedad en la que actualmente vivimos la ideología krausista, el pensamiento Alicia o el “simple buenismo hipócrita de pasillos institucionales” han llevado a unas generaciones de ciudadanos a ver la muerte como algo muy lejano en sus vidas.
Cuando nos encontramos ante un problema de difícil solución, lo primero que debemos hacer es darlo a conocer a las personas adecuadas que nos pueden ayudar a resolverlo.
Nosotros tratamos el suicidio desde el punto de vista del enfermo porque si no asumimos que la autolisis es el “Game Over” de una partida que hemos perdido, poco podremos hacer por salvarnos de nosotros mismos. Para ello, lo primero que hay que aceptar es que tenemos una patología de enfermedad mental, que se tiene que tratar, que se tiene que dar a conocer a las personas que nos quieren y en nuestro entorno laboral.
El policía vive en la falsa creencia de que su uniforme es una armadura que le protege. Un policía es un ser humano que siente, padece y sangra, como todos; se encarga de proteger a los demás pero se olvida de protegerse así mismo.
La animadversión al policía es una realidad social, es un colectivo ideal para descargar sobre su trapecio los errores que cometen los poderosos que detentan el poder, como también les ocurre a otros colectivos profesionales con un alto porcentaje de suicidio, como es el docente o el sanitario.
En el tema presupuestario, permítame que no entre, pues afecta de forma directa a mi salud mental, de hecho nuestra Asociación está registrada como “sin ánimo de lucro”. Hoy en día aceptar dinero público es correr el riesgo de consentir que te impongan directrices. Por ello somos una Asociación marginal, excluida de todo circuito oficial sobre la Defensa y la Prevención de la seguridad de los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad españolas.
Tanto es así, que no consienten que a los compañeros suicidados les recordemos con una esquela honorífica, endosándole a la familia civil todo el poder de decisión sobre la memoria de un funcionario de carrera con personalidad jurídica pública, puesto que el cargo que ostenta, repito, es de carácter público.
¿Qué pasa, que su familia profesional o cualquier ciudadano que haya interactuado de forma especial con este servidor público, no tienen derecho a saber que ha fallecido?
El suicidio no es una causa de muerte de gente pusilánime, fracasada o inadaptada a la Sociedad o a su colectivo profesional, es una causa de muerte provocada patológicamente por una enfermedad mental, ahora bien, el desafío está en descubrir cuáles son los motivos que llevan a una persona a enfermar y a anticiparse a ellos para que nuestros policías no se conviertan en víctimas del suicidio.
Entrevista dirigida por Amara Martín Vázquez para h50
Excelente entrevista, verdades como puños que interesa ocultar
Una extraordinaria persona y profesional que ayuda a todo aquel que lo necesita. Muy pocos saben cómo él.
En Extremadura NO hay Psicólogo del Cuerpo Nacional de Policía. Te atiende un Psicólogo de Toledo que tb atiende toda Castilla la Mancha. UN SOLO PSICÓLOGO para dos comunidades autónomas. Es más, Cáceres NO tiene Médico, te derivan a Badajoz donde sí lo hay. Psicólogo y Médico por cierto que hacen lo que pueden, con una carga de trabajo a mí entender muy grande. Se necesita más personal especializado como bien dice D. Casimiro Villegas en el presente artículo, un auténtico CRACK
Todos mis respetos a Casimiro que en 2011 se defendió de unos ladrones en su casa y encima por ello fue condenado a dos años y medio de cárcel.