Escasos policías son juristas, ni es necesario que lo sean, el procedimiento judicial comienza cuando termina su actuación, pero todos deben conocer su profesión, los principios básicos de actuación, su código deontológico y sobre todo tener sentido común.
Cualquier profesión lleva aparejada una buena dosis del mismo, que en este servicio público se debe acrecentar de forma directamente proporcional a la implicación con los derechos fundamentales de otras personas en la actuación llevada a cabo.
Decía Ray Bradbury que “la vida debe ser tocada, no estrangulada. Tienes que relajarte, y dejar que suceda, y otras veces seguir adelante, es lo que yo llamo sentido común”. En definitiva, se debe actuar con calma, sosiego, sin brusquedad, primando la inteligencia sobre la fuerza y que esta se haga presente solo en situaciones precisas.
El sentido común, de este modo, es sumamente importante para tomar decisiones y ejecutar acciones acertadas.
El difícil objetivo de la proporcionalidad, encontrar el equilibrio en las actuaciones policiales, está presente en toda la legislación y protocolos policiales.
“Yo solo os enseño teoría, vosotros conocéis la práctica”, recuerdo las frases que repetía un profesor en clases para policías, “hasta una sencilla identificación está regulada de forma precisa y detallada, cuando un policía no jurista esgrime el articulado para justificarla, ha perdido algo de sentido común”.
Gedeón Pérez