El poder es peligrosos y adictivo … como la rubia del jaguar

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En mi próximo libro “Hoy es martes y vas a comer mierda hasta que te hartes”, hablo del optimismo con que hay que afrontar la semana y de cómo, las triquiñuelas políticas van saliendo a la luz mucho más pronto que tarde  – me reafirmo en la presunción de inocencia, principio jurídico irrenunciable que los poderes públicos, todos acojonados por los lobbys presionantes,  se han ido cargando dando paso a la presunción de culpabilidad en tantos casos-. Repito, las triquiñuelas políticas que van saliendo a la luz porque nada es más cierto que la máxima antigua de mi mecánico de moto desde hace cincuenta años: todas las juntas rezuman. Cuantas veces se lo he oído a los presos en la cárcel: si quieres que no te pillen haz las cosas solo.

Mil veces he hablado de mis cuarenta años de estancia en la cárcel. No os aburriré más. No tengo ni puta idea de economía. Me limité a estudiarme  – por encima- el Samuelson cuando me daba clase Diego Such en Derecho y no me enteré de la mitad. Me nombraron administrador de la prisión de Fontcalent y dimití el mismo día que tomé posesión con un argumento contundente: puedo quedar como un gilipollas por no saber nada de todo esto o como un chorizo por no saber dónde está el dinero. No quiero quedar como ninguna de las dos cosas. El mismo día de mi toma de posesión  –  la semana pasada me tropecé a un  ejemplar funcionario, un anciano mayor que yo, al que consulté los movimientos del listillo para sablearme –  aquel listillo chorizo se pretendía llevar por la cara, con una maniobra de la que hasta yo me di cuenta, más de trescientas sesenta  mil pesetas de las de entonces,  un pastón. Lean “De prisiones, putas y pistolas”. Ahí lo cuento con detalle aunque sin dar el nombre del mangante sinvergüenza, que ya tiene bastante.

A los pocos días de tomar posesión como director de otra cárcel recibí una llamada rara: Señor director, somos unos amigos, vamos a hacer una cena y queremos invitarlo. Ya sabe usted, nos juntamos en el hotel equis… unas delicatessen…unas niñas… Una manera de disfrutar entre amigos.

Perdón  – el CNI, antiguo Cesid, la Policía y la Guardia Civil, con los que trabajé y me escoltaron unos cuantos años, aunque ya no me inviten al Pilar-  saben que me hago el tonto, desde mi época de espía, de manera natural. ¿Son ustedes amigos míos, son amigos entre ustedes, los conozco, me conocen?  El interlocutor telefónico balbucea. No… mire, señor director somos unos amigos que nos juntamos a cenar y luego nos tomamos unas copas y vendrán unas niñas, y …

Sigo haciéndome el tonto ¿Cómo voy a ir yo a un hotel con una gente que no conozco? Yo no ceno habitualmente  ¿Cómo cree que me sigue valiendo el traje de la boda treinta años después?  ¿Niñas? Tengo una novia que quita el hipo, a la que hago pasar necesidad con mis ausencias por culpa del espionaje etarra. Si no puedo mantener a la central … ¿cómo voy a poner sucursales? Prefiero hacer el ridículo solo en casa y con ella.

No señor director   – el chorizo al teléfono se pone asertivo- no me malinterprete. Es solo una cena de amigos y luego unas niñas cariñosas para pasar un buen rato.

Lo he entendido perfectamente  – me pongo en plan cabo furriel, eso que tanto me critica mi rubia galáctica, dulce  y exquisita pata negra- una cena de amigos, que no conozco y  no son míos, en un hotel que tampoco conozco y con unas niñas, que no lo serán tanto y ante las que no pienso ponerme en calzoncillos y hasta sin ellos. Lo siento, pero no acudiré.

Días después, tras una redada policial importante, entro un grupo asociado a una mafia de narcotráfico gallega   – ya conocen mi memoria, es lo único que me funciona bien a estas alturas, les puedo dar todos los nombres-. No llevaban ni tres días en la cárcel y el que parecía el cabecilla pidió audiencia. Lo recibo, no acabó de decir buenas tardes señor director y me dije: este es el “amigo” del hotel y las niñas. Advierto, en este desnudo literario, que sordo como una tapia  – mutilado de guerra por la mili en artillería antiaérea- mi oído musical es absoluto y si me colocan en un coro, aunque tenga intrigas,  en los primeros cinco minutos distingo e identifico a todos los que desafinan que son muchos. Eso genera enemigos también.

¿Cuántas historias de estas podría contarles? Varios miles, pero las voy a dejar para las memorias porque Eslava Galán, un genio, insiste en que las tengo que escribir.

Estoy en la cola de una tienda de comida preparada. Nada de banquete con cargo al presupuesto. Seis euros una ración de arroz con costillas y una cerveza de nombre irrepetible. Ocho en fila: tres moros, dos rumanos, dos colombianos y yo con Casilda, que no cuenta por ser peluda de cuatro patas, pero más persona que algunas sesiones plenarias de parlamentos. Me salta una alarma del móvil con una querella de los populares por la corrupción imperante, me saltan tres procesamientos una prisión provisional y una condena de cárcel. #mecagoentoloquesemenea.

Pobre país.  Cuando los socialistas echaron a Sánchez, a mi me gustaba ese señor. No eróticamente, que ya le he dejado a Miguelito Noguera, que los tíos no me gustan. Ahora las mujeres tampoco. Estoy asexual, de modo que dejen de llamarme mujeriego porque vayan más mujeres que hombres a los eventos literarios. Las mujeres leen más, son más inteligentes y están menos alienadas que nosotros, que andamos embobados con el futbol, las cervezas, las bragas transparentes y los taconazos, pero no nos comemos un torrao. Hace más de un año que no sé lo que es soltar un corchete. Ahora mismo, veo a una mujer “en desabillé” y corro como en la escena del 357 Magnum con la monja. Follo menos que la gata del Vaticano. Se lo juro. – con perdón de la palabrota, que no me gusta, pero es insustituible por lo contundente.  Sánchez dio muestras de ser un tío persistente, asertivo y capaz de luchar por lo que quería. Un socialista  – aun con cargo- me dijo, ese está muerto. Los socialistas matamos como nadie. Y mírenlo, el dueño de la barraca…en la vorágine.

Los medios  – no pseudomedios sino medios en tropel- se hacen eco de mil historias que hasta a mi, vejestorio anarquista y cada día más, me quitan el sueño. Un yerno de un rey y lo mismo una mujer de un presidente o pueden ir pidiendo nada, aunque suene a obra social, intelectual, deportiva o filantrópica. Te lo darán todo sin preguntar porque la cercanía al poder es así. Genera peloteo  y arrodillamientos automáticamente.

Todo el mundo habla del “Caso Koldo”. A mediados de los noventa – yo todavía era activo y no un parasito como ahora- desayunaba todos los domingos con Lassaletta, alcalde de Alicante, que impartía doctrina sobre izquierda socialista, un abuelo cebolleta como yo ahora. Todos los días, acabados todos los Lerma, Asunción, Ciscar, Miralles el sordo como yo, Moscú y el copón de la baraja… sonaba el nombre de Ábalos como el gran líder valenciano, ante quien el del peluquín no era nadie. Ábalos avaló  – perdón por la cacofonía- a Sánchez desde el minuto cero. Ambos  – deberían leer artículos antiguos- han caído en el síndrome de la omnipotencia, de la omnifacción y del regalo reiterado al oído que sufren los poderosos.  ¿Cómo se come que tras cada gobierno hay un porcentaje de casos, de personas que terminen en la cárcel? Habrá que coincidir con Montesquieu en que el poder corrompe sin remedio.

¿Quién se cree que el gran lío de mascarillas, lingotes, aviones con venezolanas y demás historias para no dormir se puede llamar “Caso Koldo”? ¿Qué sabe Ávalos, qué manta tiene para tirar para estar siendo arropado de esta forma? ¿No saben que el dinero es como la hermosura, que no puede estar oculto? ¿No saben que si te echas una novia tienes que correr con el gasto que la novia conlleva  – frase machista pero así es-.¿Saben que seas rey o ministro o lo que sea, no puedes cargar tus gastos de refocile al estado, que el dinero público es para atender necesidades públicas y no braguetas privadas? ¿No saben que el que recibe a dar se obliga? ¿No saben que si tomas algo, mínimamente sospechoso, estás obligado y pillado por los cojones “in aeternum”? Mil veces, en la cárcel he oído a políticos presos decir: Yo no he firmado nada. ¿No sabes, querido, que cien mil pavos, o diez mil o los que sean, quedan anotados en una cosa que se llama contabilidad y que, aunque te los den en mano hay un extracto bancario que da fe de la retirada? #mecagoentoloquesemeneaquehayquesergilipollas

No me vale el contrataque con Bárcenas, Rato, Granados, Albondiguilla, Gürtel, Brugal y con Zaplana, que acaba de ser condenado a más de diez años de cárcel. A ver cómo los cumple. Esos ya han sido amortizados. Me vale con que  quienes ostentan el poder ahora sean claros y diáfanos. Y me basta con que no manden más a Santos Cerdán de tapadillo a arrodillarse ante Puigdemont para garantizarse el sillón y los puestos de relumbrón. Espero, por su credibilidad política y porque  aun sale a veces su foto con Dorado en el barco, que Feijoo no sucumba a los guiños de los Puigdemones para presentar mociones de censura.

ADVERTENCIA: No funden nada. En cualquier cosa que funden, serán traicionados. Prohibido fundar.

prisiones, putas y pistolas
Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

 

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