El Ministro y el destornillador. La RENFE, la inmigración y la rubia

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De nuevo enclaustrado, más deprimido que Felipe V, el primer Borbón que aterrizó en España y que andaba más atormentado con la idea de la muerte que yo en el colegio de los claretianos. Le mando al editor una foto del retablo de la Catedral de Albí, que demuestra el daño que han hecho los curas con el timo del infierno y la condenación eterna: un gran instrumento de poder para tenernos debajo del zapato y reinar, ellos, rodeados de pelotas. Arriba con posición entre angelical y “mariconcísima”, en fila y en pelotas, en tonos celestes, los salvados que van al cielo. Bajo una raya negra divisoria con caras desfiguradas, desencajadas, los pelos más revueltos que los del violinista Ara Malikian y cayendo descuajeringados, los condenados al infierno hirviente.

¡Cojones! Sitúate en la Edad Media – o en la infancia tardofranquista en el colegio interno-. Sin formación, sin prensa, sin internet, sin espíritu crítico… y te arrastras a la orden de quien te diga que tiene la clave para estar entre los parguelas bienaventurados. Un timo como el del tocomocho pero a lo bestia.

Bueno que estoy en el balneario, deprimido, pero sin perder la conciencia de la realidad. La rubia del Jaguar – tengo dudas sobre si es manchega, catalana, murciana o alicantina- me ha dejado definitivamente, o eso dice. No ha tenido ni el detalle de darme el nombre y el teléfono para una urgencia: María Antonia, Encarna, Carolina, Lola, Ana… no ha querido decirlo. Dice la rubia, un poco antes de subirse al Jaguar, que tengo dos inconvenientes que impiden un futuro en común: eres un vejestorio, con las rémoras que eso conlleva y de las que algún día hablaremos. Eres un genio y, todos sabemos de sobra que la genialidad y la normalidad son conceptos contradictorios.

¿Un genio yo, que suspendía en el colegio la aplicación, la piedad y la conducta y que todo lo he aprobado haciendo chuletas? Cierto que hacía chuletas de todo y me servían como apuntes porque luego, de tanto trabajarlas no tenía que mirarlas cuando me preguntaban. Esta rubia está loca. Le vale la sentencia machista de Erasmo de Roterdam cuando, en “El elogio de la locura”, afirmaba “¿Quieres hacer a la mujer juiciosa? Es tarea inútil. Como meter a un buey en un gimnasio”. No estoy de acuerdo porque he conocido mujeres sabias y currantes, responsables y equilibradas con un par de ovarios. Lo dijo Erasmo, no yo y si quieren los grupos feminazis denunciarme por odio, me viene incluso bien, pero que conste que no odio a las mujeres, solo a los vagos que viven del cuento, los pelotas, los arrastrados y los traidores que se cambian la chaqueta cada tres días. Me caen como una patada en el culo.

En fin que si me denuncian por odio me hacen un favor porque me sacan del balneario aunque sea a la cárcel, que es más barata. Con mi edad me colocan en la enfermería, me ponen un interno de apoyo para que no me suicide y me dejan hacer video llamadas a la rubia que, por piedad y sabiéndome en la trena, me cogerá el teléfono.

La depresión de hoy viene por la tecnología, por la reducción de distancias y haber hecho el mundo más pequeño. Desde mi balneario y con el tiempo que he robado a la rubia – ya no, porque me ha dejado- ando metido en un proyecto cultural faraónico: el QUIJOTE NEGRO E HISTÓRICO, un festival de novela como su título indica, negra e histórica. Tengo una reunión en Cuenca – en El Pedernoso tendrá lugar el evento que asombrará a los siglos- para atar los últimos flecos. El AVE, alta velocidad, se entiende. Lleva una hora y cuarto de retraso con lo cual, en la estación vigilado por el tipo del revolver y el chaleco pistacho, me paso una hora y cuarto mirando a Cuenca.

Dice el ministro Puente que él está de vacaciones y que no va a ir con un destornillador a arreglar los entuertos para que el tren de Alta Velocidad, como dice mi amiga Biurrum: es una rareza un AVE puntual. Por causas ajenas al ministerio de transportes, ayer un tren llegó a la hora prevista.

Voy a reclamar porque me han dicho que si hay mucho retraso te devuelven la pasta. Mentira. Han aumentado los plazos. Dicen que solo paga si el retraso es superior a una hora y este, afirman pero es bola, llegó solo con cincuenta y seis minutos. Si quieres reclamar hay que montar un contencioso con abogado, procurador y el copón de la baraja. Vale más el collar que el perro y Puente no está para andar con el destornillador y la caja de herramientas apretando tornillos ni bajando a zumbados de las catenarias. Perdón, no se puede decir zumbado, ni negro, ni gitano, ni piel roja -yo-. Nos están cambiando el idioma con el rollo políticamente correcto. Ni Cervantes ni Quevedo habrían podido escribir ahora.

La vieja del flotador – tampoco se puede decir vieja que es despectivo. Yo no soy viejo sino un señor de edad provecta-, hace días que no la lía con el unicornio. El psiquiatra ha acertado con las pastillas. A ver si acierta con las de los gatillazos que ami, el bromuro que me dieron en la mili, me está haciendo efecto ahora.

Veo en la tele a Sánchez rodeado de negros. Perdón de personas de color. Yo, piel roja, soy incoloro. Promete no sé cuantos cientos de miles de puestos de trabajo para los inmigrantes y se lía parda. La oposición conservadora – miren que respetuoso soy que no he dicho los peperos- se le tira al cuello y afirman – con bastante razón que eso tiene un efecto llamada. Ahora todo el mundo piensa que aquí sobra el trabajo, atamos los perros con longaniza y la seguridad social paga los dientes postizos, los pinganillos para sordos – no podemos decir sordos, somos disminuidos sensoriales, en mi caso por hacer la mili en artillería. Dos reclamaciones tengo ya para hacer: la sordera y el bromuro de efecto retardado.

La inmigración no es un problema de España sino mundial. La gente buscar mejorar sus condiciones de vida desde los tiempos de los neandertales. No lo vamos a cambiar ahora. Es – como dicen los curas, expertos en buscar vocablos cuasi místicos- un signo de los tiempos. Solo tienes que ver los equipos de futbol y las selecciones. Llenas de negros – con perdón- porque son más fuertes y tienen un físico mucho más potente y más dotado para ese menester y nosotros, a su lado, somos pilitriquis que no sirven ni para pegar sellos. La sociedad está cambiando a pasos agigantados y si alguien no lo cree que se pegue una vuelta por el barrio de Carolinas o la Colonia Requena y cuente lo que ve. ¿Eso es malo? No es ni malo ni bueno. Es así.

Otra vez me he caído de la silla en el comedor y me han tenido que llevar al médico en brazos entre cuatro inútiles como yo. Sale en la tele – se ha resuelto el problema con los independentistas, recuerden. Hay convivencia pacífica y nos chorrea la miel por las orejas. Salen en televisión unos niños, en Granollers, empujando contenedores, aprendiendo en una fiesta municipal, a hacer barricadas. Luego salen otros niños y algunos mayores aprendiendo a tirar cocteles molotov contra un muñeco vestido de policía. Clases de “kale borroka” para celebrar la hermandad y la amnistía. Dicen que es una fiesta inocente. Puigdemont aprieta las tuercas pidiendo, para celebrar la hermandad. Le parece poco lo que le han dado y sigue exigiendo.

Estoy por preguntarle a la ministra de seguridad social si puede mandarme la pensión a Mauritania. Estoy por irme si allí hay balnearios con piscina de agua caliente. A ver si la rubia del Jaguar reflexiona, vuelve y se anima a hacer turismo.

Manuel Avilés, escritor y director prisiones jubilado, para h50 Digital

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Un comentario sobre “El Ministro y el destornillador. La RENFE, la inmigración y la rubia

  1. Es lo que tiene la transversalidad, el estar en todo y no atender nada, el revoltijo generacional es el totum revolutun de la diversidad, el efecto digital donde pasas el día cansado de mirar, ampliando la miopía y con gafas de cristal.
    Y así tan agustito en este trajín futurista, olvidaremos lo que era humanidad, para entrar en ese túnel de la gestión irracional.

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