La serie surcoreana ‘El juego del calamar’ se ha convertido en el último éxito de Netflix. El fenómeno se ha extendido a nivel mundial alcanzando los 111 millones de telespectadores en sus primeros 28 días de emisión. Sin embargo, la ficción ha trascendido una vez más a la realidad derivando en un fenómeno social ciertamente preocupante por la media de edad de algunos de sus “fans”.
Las alarmas han saltado cuando responsables de centros escolares han observado a menores imitando protocolos de ejecución de seres humanos. Se trata de conductas de imitación que se reproducen tras visionar la serie en la cual un grupo de ciudadanos son reclutados para participar inocentes juegos infantiles donde la eliminación equivale a la muerte.
Resulta preocupante que algunos de sus espectadores sean niños cuando la edad recomendada para su visionado es los 16 años. Es por ello que varios colegios españoles ya han dado la voz de alarma porque se ha comenzado a detectar niños de infantil y primaria, es decir entre los 3 y los 12 años, emulando los asesinatos del último éxito de la plataforma televisiva.
¿Cómo se “engancha” un joven a una serie violenta como El juego del calamar?
No se trata de la serie más violenta ni en la que más abundan las escenas agresivas. Sin embargo, ha logrado llamar la atención a jóvenes y niños que en ocasiones alcanzan franjas de edad de máxima protección.
Desde el punto de vista técnico, la serie cuenta con varios “ingredientes” que forman parte de la vida diaria y actual de un gran número de menores. Básicamente todo pasa por el juego y la iconografía. Nos referimos a las formas básicas cuadrado, círculo y triángulo que sirven para identificar la jerarquía de los soldados. Una iconografía que se identifica con la simbología elegida por Sony para los botones de la Play Station. En este caso, a pensar de la archifamosa videoconsola recurre también al aspa, el detalle no ha pasado desapercibido para la factoría japonesa hasta el punto de generar una gran polémica y abrir la posibilidad de que puedan abrir acciones legales contra Netflix.
Otro detalle que no ha pasado desapercibido para los espectadores es la similitud entre la estética utilizada por los reclutas de este particular ejército rosa con el utilizado en La casa de Papel. Netflix evidencia un recurso basado en una emisión anterior para garantizarse nuevamente el éxito e inducir a los espectadores a disfrazarse con el “sencillo y económico” mono y careta lo que desencadena una nueva estrategia de publicidad que da fama a la ficción, esta vez en nuestras calles.
Otros puntos para enganchar a los más jóvenes pueden ser la elaboración de un guion sin grandes alardes, la “humilde” escenografía o hasta el planteamiento de juegos infantiles como base del juego que conducirá a la eliminación, en este caso a la muerte, a los perdedores. Llama la atención hasta el uniforme impuesto a las víctimas, combinando el verde sobre blanco al que se le sobreponen números de identificación… Algo inspirativo y familiar si recordamos cómo aprendimos matemáticas sobre los encerados de las escuelas.
Menosprecio por la vida, asesinatos y degradación del papel de la mujer en nuestra sociedad
Lejos de inculcar valores, los protagonistas de El juego del calmar representan a un conjunto de personajes cuya avaricia les ha llevado a obviar el mínimo aprecio por sus vidas a cambio de conseguir una cuantiosa suma de dinero. En el trascurso de los capítulos también se representan escenas muy violentas y degradación del papel de la mujer en la sociedad actual, cosificación, venta del cuerpo a cambio de estatus social y hasta incitación a la violación.
Otras conductas “delicadas” que muestra el visionado en la pequeña pantalla van relacionados con autolesiones o suicidio, escenas que influyen directamente en la clasificación de edad de este contenido. En El juego del calamar también se muestra cierta exaltación o idealización hacia conductas criminales y discriminatorias lo que podría condicionar el desarrollo de la conducta y comportamiento del menor tanto en su plano interior como exterior.
Es por ello más que justificado la catalogación por edad y la responsabilidad de los progenitores o responsables legales de los menores de velar por un adecuado consumo de productos audiovisuales al igual que ocurre con las películas pornográficas o se realizar respecto a otro tipo de mercado o artículos como el consumo de alcohol.
La conducta por imitación
La franja de edad excluida para este tipo de productos se debe al desarrollo de la conducta de los menores al aprender por imitación y a la inmadurez en relación su capacidad de pensamiento crítico resultando difícil discernir entre lo que es realidad o ficción.
Casos reales
- El colegio de Infantil y Primaria Teresa de Calcuta de San Sebastián de los Reyes (Madrid) remite un comunicado a las familias donde advierte que se han detectado conductas de imitación basadas en la serie y prohíbe disfraces relacionados con dicha temática durante las celebraciones de Halloween.
- El colegio La Mennais Berrio-Otxoa de Bilbao alerta de la identificación de comportamientos relacionados con la violencia extrema mostrada en la producción de Netflix insistiendo en que dichos comportamientos son inadecuados para la correcta convivencia del alumnado.
- Varios colegios de Murcia detectan la puesta en práctica por menores de edad de pruebas similares a las mostradas en la ficción durante el tiempo del recreo destacando por su extrema violencia.
- Escuelas infantiles de Bélgica solicitan a las familiar que restrinjan el visionado de la serie para sus hijos al detectar la recreación de conductas violentas propinando golpes como castigo por perder a un juego emulando la ejecución.
- Un colegio de Yarm (Inglaterra) advierte a los responsables de los alumnos a través de sus redes sociales que tengan en cuenta la catalogación por edad de la serie a la hora de permitir su visionado.
El problema por lo tanto no está en las aulas sino en los hogares donde la responsablidad sobre el menor recae sobre los propios padres. Es debido a ello que se ha hecho viral esta viñeta con el fin de edudar a los padres y madres responsables de lo que visionan sus hijos a través de las pantallas.
Sentido común y control parental como medida de contención
A pesar de las continuas advertencias, resulta muy oportuna la puesta en práctica de una conducta muy recomendada desde épocas ancestrales: el sentido común.
Es responsabilidad de los progenitores o tutores legales de ejercer un control sobre los niños sabiendo establecer unas pautas adecuadas y un equilibrio constante entre límites y concesiones que afecta también al terreno audiovisual. En este caso, es tan sencillo como detenerse a observar las recomendaciones por edades mostradas previamente al visionado de cualquier producto televisivo que se acogen al sistema de calificación de películas y obras audiovisuales del Ministerio de Cultura.
Los tramos a tener en cuenta son: No recomendada para menores de 7 años (educación Infantil), menores de 12 (Primaria), de 16 (Secundaria) o de 18 (Bachillerato). Siguiendo estas franjas, la clasificación completa queda del siguiente modo.
- Especialmente recomendada para la infancia.
- Apta para todos los públicos.
- No recomendada para menores de 7 años.
- No recomendada para menores de 12 años.
- No recomendada para menores de 16 años.
- No recomendada para menores de 18 años.
- Película X.
Autor: J.M.Puig | Director comunicación h50.es
Muy buén artículo y muy completo.
En esta sociedad, se anteponen los ingresos a la ética y el bienestar de los más vulnerables y así nos va.
La serie es solo una moda y pasará
Pero mientras pasa…