Columna de Manuel Avilés*
Pedro Sánchez se ha ido con Salvador Illa a Lanzarote, a una residencia gratis y de cojones, a pasar las vacaciones de verano. Eso me parece muy bien. Nadie puede criticar que un presidente del gobierno – lo han hecho todos- se vaya a pasar unas vacaciones a un sitio tranquilo, bien equipado, propiedad del Patrimonio nacional y custodiado por las fuerzas de seguridad: La Mareta. No querrán que todo un presidente del gobierno se vaya de vacaciones viviendo en la fonda del sopapo o en la casa de la señora del Tomelloso donde yo pasé unos meses cuando me incorporé a la vieja cárcel de Benalúa en Alicante como funcionario pelado.
No me parece tan bien que el señor Illa se haya sumado – uno puede invitar a sus amigos- y anden estos días en continuo contubernio, a ver si encuentran la manera de liarnos, de vendernos la moto averiada que es la política que se está llevando en Cataluña con esa frase bonita de la “singularidad económica amnistiada”. Siguen diciendo, con un marketing estudiadísimo, que se ha normalizado la situación, que se ha instaurado la convivencia y que se han terminado los problemas ocasionados con el famoso golpe de Puigdemont, que ni fue golpe ni nada y por el que ya les hemos pedido perdón.
Ponemos los pies en el suelo, a pesar de la propaganda oficial, cuando vemos cada día, en cada telediario y en cada periódico, que se han confabulado para estrujar al Estado haciendo pedazos el principio de legalidad y el principio de igualdad. Les dan una amnistía. Es raro que el resto de los presos no hayan protestado. Si esto pasa en el 77, como pasó con la amnistía necesaria, imprescindible de Adolfo Suárez, le pegan fuego a las cárceles como entonces hicieron. Les dan una amnistía vergonzante para asegurar sus votos de investidura y una y otra vez, proclaman que sus fines no han cambiado y que volverán a hacer aquello que ya hicieron para poner al Estado contra la pared. Mientras tanto, nuestros líderes, nos intentan hacer ver que el problema ha finalizado. Tenemos que comulgar con ruedas de molino y admitir pulpo como animal de compañía.
Me recuerda – no me queda más remedio aunque no haya tiros ni lapas bajo los coches- al problema etarra. Acuérdense: se negociaba fuera porque los etarras que rían hablar de igual a igual. No del Estado a una comunidad autónoma, sino de un estado a otro, que el escenario es muy importante. Con ellos – no digo donde que yo también fui- Aznar mandó emisarios a Suiza, Zarzalejos, Martí Fluxá y el obispo Uriarte. Estos, los golpistas, pidieron un relator internacional que diera fe de las conversaciones. Tiene cojones exigir un mediador de otro país porque no te fías del Estado de que formas parte. Pues bien, parace que esa figura esperpéntica va a resucitar y la van a tener porque tienen la fuerza de los votos que aseguran el sillón de la Moncloa. Estos se han acogido a la máxima evangélica y se la saben mejor que el sacristán de la catedral: Pedid y se os dará.
Sánchez sabe lo ridículo que queda gobernar sin tener presupuestos. Hoy mismo voy yo a una reunión – sin mediador internacional ni pollas, que nosotros nos fiamos unos de otros y nadie cobra – para cerrar coste y actividad del QUIJOTE NEGRO E HISTORICO. Los autores vienen a El Pedernoso, tienen que dormir y tienen que comer. Necesitamos un presupuesto para ver qué gastos y qué disponibilidad tenemos. Sin presupuesto no se puede hacer nada salvo que quieras terminar como el rosario de la aurora, entrampado o en manos de la fiscalía anticorrupción.
Bueno pues he leído en un periódico que Sánchez prepara una reunión, por separado, que estos no se pueden ver, aunque a la hora de pillar se tiran como locos, también en Suiza como país neutral para primeros de septiembre. En las reuniones habrá un mediador internacional y el jefe de la delegación patria parece que será Santos Cerdán, sindicalista y doctor en economía y en hacienda pública, como todos sabemos. Perdón, electricista, que es muy digno, pero es lo mismo que si para operarme a mi de la próstata llaman a un fontanero y a un amigo mío, al que le falla la maquinaria, lo opera una peluquera en lugar de Carolina, la cardióloga del 357 Magnum. Por ti me juego la salvación. Eso he leído y lo escribo apresuradamente, antes de irme a vomitar.
Paso de política que estamos de vacaciones. He vuelto al balneario después de un fin de semana de lujuria y desenfreno. No he vuelto, me han abandonado aquí y me he topado de nuevo con la realidad. Abanico, los pies en la palangana y todas las cervezas que puedo agenciarme para combatir la deshidratación.
Mi señora – ya la conocen, la han visto en este mismo periódico-, en principio, se ha apiadado de mi y me ha invitado a un concierto de flamenco. ¡Oleee! Habría sido maravilloso si al finalizar no hubiese acabado todo como Cagancho en Almagro: gatillazo estrepitoso, calabazas y todo a tomar por…. No lo diré. Seré educado.
Me recoge – luego me devuelve otra vez para mi desengaño definitivo- y me lleva a un lugar paradisíaco: las calas de Aguilas, Calabardina, un lugar de ensueño.
Sigues por una carretera normalita, ni autopista ni leches, en dirección a Vera y nada más ver el letrero grande y verde que pone Comunidad de Andalucía, encuentras a San Juan de los Terreros. El festival flamenco se celebra en un castillo que se yergue, como nido de águilas, en un peñasco desde el que se domina medio Mediterráneo. La vista es magnífica. Gran luna llena, mar en calma. A la izquierda la bahía de Aguilas. A la derecha la costa almeriense, Vera, Garrucha, Mojacar y …hasta Palomares, donde se les cayó la bomba atómica a los americanos y tuvo que ir Fraga a bañarse para demostrar que no había peligro radiactivo.
Empieza a cantar el “Chaskio”. “Mi niña Lola, mi niña Lola, tiene la carita del color de la amapola”. Entre la luna, el mar, la noche plácida y el flamenco se me suelta la testosterona – mentira, ha sido una falsa alarma- y me declaro a mi señora con esa gilipollez, invento de curas, de renovar los votos matrimoniales. Tarea inútil. Me vuelve a decir que no, me manda callar y me ordena que atienda al escenario. ¡Cuánta crueldad!
El “Chaskio” se arranca de nuevo y canta casi como Camarón. “Tu piensas que no te quiero y eso mismo pienso yo. Vamos a darle tiempo al tiempo a ver quien tiene razón” Y vuelve con mi niña Lola que tiene la carita del color de la amapola. Alegrías, bulerías, tangos…magnífica noche que habría sido mejor si mi señora hubiera practicado el consentimiento, esa palabra tan de moda y tan imprescindible.
Depositado, como diría Sabina, “como se abandonan unos zapatos viejos… regresé a la maldición del cajón sin tu ropa”. No hay bares de copas en el balneario y las abuelas no están para trotes.
La realidad sigue porque aquí no se estila la filosofía kantiana. El Yo, decía el filósofo alemán, dota de sentido al No Yo. Es decir que si tu no estás no hay nada. Tú no te enteras, pero si tú no estás el mundo sigue su marcha sin ti.
Hasta la rubia del Jaguar me ha dejado. Las mujeres son intuitivas, se habrá enterado de la tentativa de romance con mi señora. Ya me imaginaba yo que las utopías no existen. Ni Sánchez va a dejar el sillón por las buenas aunque tenga que ponerle un mayordomo en Waterloo a Puigdemont, ni ese pibón foráneo y estratosférico, que es la rubia del Jaguar, se va a enamorar hasta las trancas de un anciano con “cuerpoescombro”. ¿Por qué me ha dado entonces los cuatro besos que me dio en distintos momentos? Acudo al cura de los sermones trepidantes, amenazadores e irracionales y este, sin puta idea del asunto, tiene contestación para todo: Ha sido una tentación de Satanás, que te ha puesto a prueba a la vejez para que te condenes y le hagas compañía en el infierno. ¿A prueba a mi, a estas alturas, que no aprobaría ni primero de párvulos?
¡Qué cabrón es Satanás, don Emigdio! Pero para ser Satanás, joder. ¡Cómo besa la muchacha! Vivo sin vivir en mi y no canto al amor de los amores. MI niña Lola tiene la carita del color de la amapola.