El Estado de Derecho en peligro … si no se lo han cargado ya

PUIGDEMON
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Yo he votado a Sumar en las últimas elecciones generales. Después de la debacle podemita, causada por su repetición de la obra de Orwell “La rebelión en la granja”: los revolucionarios, los que venían a cambiar la sociedad desterrando viejos vicios  – nos quedaremos a vivir en nuestro piso de  Vallecas, viajaremos en transporte público y otras mentiras populistas que jamás llevaron a cabo- , acabaron subyugados por las comodidades y privilegios de la vida de rico: escoltas  -lógico en vicepresidentes de gobierno y ministros-, calles cortadas para que no molesten, viajecitos – no entiendo la manía de los viajes con lo que me revienta viajar salvo en moto- y otras mieles del poder con la peña aplaudiendo y abriendo hueco, al más puro estilo Zaplana, para que “la autoridad” se desplace por el mundo cómodamente, como si no hubiera nadie, levitando a tres metros del más cercano, que solo puede aplaudir, saludar, mover la mano y lanzar sonrisas para ver si el demiurgo que todo lo puede lo consuela con una mirada. Una sonrisa ya es lo más,  es la hostia.  Y se te toca o te roza con su mano…ya es la polla. La polla con cebolla.

El amor de mi vida dice que me quiere, que no ha cambiado. Preciosas palabras a la espera de hechos que concuerden con ellas. ¡Ayyy el amor de mi vida! La felicidad me chorrea por las orejas a toneladas solo con pensar en una existencia pacífica y relajada a su vera. Ella, inteligente, dulce, creativa, trabajadora, equilibrada, cariñosa, espectacular…un pasote.

Yo voté a Sumar en las ultimas elecciones generales pensando que Yolanda Díaz venía a remover los cimientos de los podemitas instalados en el sistema, revolucionarios verborreicos pero defensores fieros de sus privilegios y pendientes de vivir cien años  – al más puro estilo del político profesional- paseando el folio y pontificando sobre todas las progresías universales, ocurrencias para tontos del que ahora llaman “Team del sobaco morado” – mi enhorabuena al que haya inventado el nombrecito-. Voté a Sumar pese a haber visto una tontería supina: Doña Yolanda, vicepresidenta del gobierno, yendo en taxi a una estudio de televisión para una tertulia preelectoral. ¿Quién se cree que un vicepresidente del gobierno, con cuatro escoltas permanentes al menos,  viaja en taxi a ningún sitio? Ese intento de engaño lo entendí como una gilipollez  – todos cometemos muchas- y lo perdoné en el acto. Y la voté.

Ayer noche, en el telediario de las nueve me sobresalté. Sale doña Yolanda en primera página de todos los informativos, con un vestido blanco impoluto de los de más de un centenar de pavos en la boutique, peinada de peluquería, guapísima – a mi me gusta-, sonriente y feliz, acompañada de un no menos feliz el fugado Puigdemont. Los acompaña un jefazo ideológico de Sumar, Asens, y otro fugado, Toni Comín.

No se esconden  – bien-. Hay luz y taquígrafos. Todos los medios han sido avisados del encuentro porque se está jugando el futuro del país y de cada uno de sus ciudadanos para los próximos cuatro años. La vicepresidenta del gobierno ha viajado en su condición de tal. No como amiga ni conocida, ni a realizar visita de cortesía a este fugado. Ha viajado con medios públicos, con hoteles pagados por los presupuestos y con coches y gasolinas pagados también así para ella y sus acompañantes. Todos hemos pagado ese encuentro aunque – no sé- si en algún momento para disimular ha cogido algún taxi que también habríamos pagado entre todos.

Eso es la política, dirán algunos. He dicho mil veces que al principio de los años noventa, cuando empezamos a dar ejercicios espirituales a los etarras yo repetía, cárcel por cárcel y etarra por etarra, la misma frase: podéis pedir lo que queráis, podéis aspirar a lo que queráis, pero entrad en las instituciones a defenderlo y dejad ya de pegar tiros en la nuca al descuido y bombas lapas que instaláis por las noches para que estallen por las  mañanas. Después de dar mil charlas individualizadas – no fue mi idea ni yo era el protagonista, Antonio Asunción fue el gran urdidor, el inventor de la dispersión y la reinserción que fueron torpedos en la línea de flotación etarra y que nadie le ha reconocido – lean De prisiones, putas y pistolas., mi libro que se han empeñado en silenciar Bildu, PNV y PSOE por igual. Luego han venido decenas de aprovechados que se jactan de ser ellos los elementos  fundamentales en la disolución etarra. Si les decíamos que entraran en las instituciones y han entrado, ahora no podemos decir que no está bien pactar con ellos. Lo que hay que hacer es cambiar la ley electoral – imprescindible un gran pacto de los dos principales partidos, para que no decidan sobre el Estado unas decenas de miles de votos sobre los votos de millones de personas-.

En la visita de la vicepresidenta, a rendir pleitesía al fugado, ha quedado claro todo aunque ya Junqueras lo había avisado: la Amnistía es imprescindible, pero no es suficiente – y ya andan los técnicos trabajando, retorciendo todo lo retorcible – perdón por el palabro-, para encajonar más que encajar en la legislación algo que en la transición, según recuerdo, se hacía por una única vez – si me equivoco corríjanme con argumentos-, para empezar de nuevo nuestra convivencia en paz tras muchos años de dictadura, tras un golpe de estado y la guerra civil que lo siguió. ;a amnistía, insisten los independentistas catalanes y los vascos les hacen la ola, no es suficiente. Hay que tener también claro – insisten- el derecho de autodeterminación.

Ya hemos llegado a donde íbamos: si Sánchez quiere esos votos que necesita pata seguir instalado en Moncloa, tiene que promulgar una nueva ley de amnistía y hablar de la autodeterminación, como mínimo de Eukadi y Cataluña. ¿He entendido bien?

Eso, en mi época de ejercicios espirituales a los etarras a principios de los noventa era justo lo que pedían ellos para dejar de pegar tiros. Sesenta años después, con mil muertos por ambos lados  – muchos más por la parte de la policía, la guardia civil, los funcionarios de prisiones y todos los que a ellos les parecían españolistas invasores- los señores esquerras y puigdemones exigen exactamente lo mismo que los etarras exigieron en los llamados años de plomo. A todos nos quedó claro cuando los creíamos antifranquistas y tras la muerte de Franco siguieron matando que lo suyo no era la lucha contra el dictador. Juan José Etxabe, etarra primerizo y clásico lo dejo meridianamente claro al proclamar: Nosotros no somos antifranquistas. Nosotros somos antiespañoles. Hoy los Junqueras y los Puigdemones  – Ortuzar, Urkullu y Otegui hacen la ola alborozados- exigen los mismo: Amnistía y Autodetermianción o desa, se cargan el estado de Derecho y la legislación por las buenas, por las malas o por las bravas. Lo que comúnmente se llama pasarse por el forro.

Tengo un único pensamiento, una pregunta: ¿Qué pensara el caco Bonifacio, el que está en la cárcel cumpliendo un par de años por haber dado un tirón de un bolso o haber hecho una sirla a una abuela a las puertas de un cajero? Tendrá amnistía él también. A mi me pillaron todos los motines de la famosa COPEL, tras la amnistía del 77. Los presos, que se empezaron a llamar sociales, protestaban contra la amnistía para los políticos. Yo pensaba  – gilipollas de mi- que en España no había presos políticos. Veo que, al parecer, estaba en un error.

 El propio Felipe González, grandísimo político junto con Adolfo Suaréz y con Santiago Carrillo en los últimos sesenta años, lo ha dicho bien claro en una entrevista con Alsina esta misma mañana: “Están atacando los cimientos de nuestra convivencia y sin los cimientos se puede caer el resto. Esta última vez me ha costado trabajo votar al Psoe. Felipe González pide que no se escuden en que España es plural y diversa porque  todos los países de nuestro entorno son plurales. Tengo la sensación, afirmar González, de que no cuidamos los cimientos”. Peligra el Derecho y el Estado. ¿Dicen algo los jueces del Supremo de todo esto?

Manuel Avilés

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