Ante este título, los aficionados al Séptimo Arte identificarán a la oscarizada película de 2010 que narra las dificultades y trastornos del habla del monarca inglés Jorge VI , para dirigirse a la nación y anunciarles que entrarán en guerra contra el invasor alemán “.
En su alegato el monarca quiso transmitir la necesidad de unidad de todos ante el peligro nazi.
No voy a analizar aquel magistral discurso de 1939, ni a ese rey inglés, ni a esa película. Voy a referirme al discurso que nuestro rey actual , que comparte numerología con el británico , pronunció el día 3 de Octubre de 2017 tras los sucesos independentistas de una zona de este país.
Nuestro monarca constitucional tiene una gran ventaja sobre aquel y es que no tiene que hacer grandes esfuerzos para dirigirse a nadie. Aquí no es necesario ni el afán de superación, ni obstáculos que puedan impedir su comunicación verbal, clara y concisa.
Decía en su discurso que “eran tiempos difíciles”. “Que existían vías constitucionales para defender el respeto a la Ley”. “Que vivíamos con desasosiego”. “Que no estábamos solos”. Y “Que existía un gran compromiso con la Constitución y el Estado de Derecho”.
Todo esto en un discurso de algo más de cinco minutos.
Han pasado seis años y volvemos a ese punto de partida de desasosiego, intranquilidad e indignación. En ese periodo no hemos aprendido nada. Volvemos a caer en los mismos errores.
No hemos avanzado, seguimos con las mismas rémoras que ralentizan una convivencia necesaria en paz y sin sobresaltos.
El Congreso se está convirtiendo en una cueva de trileros y mercaderes que a cambio de seguir en sus mullidos sillones intercambian voluntades al precio que sea sin importarles nada de puertas hacia fuera.
Hoy seguimos echando en falta a un Gobierno que no se pliegue ante exigencias de fragmentar un país que con estas cuestiones no avanza. Echamos en falta un discurso contundente del Jefe del Estado que dé un golpe en la mesa y apueste por la convivencia y el respeto a la Constitución por parte de todos.
Si no se pone coto a las exigencias de todos aquellos que quieren abandonar el Orden Constitucional estamos abocados al caos y a la anarquía más absoluta.
Costó sangre y esfuerzo por parte de nuestros ancestros, el poder tener un país unido y sin rencillas y ahora queremos echar por tierra todo lo conseguido por ellos.
Muchos somos los que esperamos ese discurso, sin titubeos, sin tartamudez, sin ambigüedades, sin interrogantes.
Hay dos frases del que fuera presidente de Argentina, Arturo Humberto Illia que podrían ilustrar el tiempo actual. Una es… “ Para gobernar sólo hay que ser honesto y cumplir con la Constitución” y la otra , “ No les tengo miedo a los de fuera que nos quieren comprar, sino a los de dentro que nos quieren vender”.
La desunión lleva a la fragmentación y de seguir en esa línea no habrá rey, porque serán muchas las tierras independientes que contarán con sus “reyes” particulares, volviendo así a más de quinientos años atrás. Los conflictos son la salida cobarde a los problemas de convivencia.