Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
Desde que entré en la policía, hace 43 inviernos, todos los años baja de un modo u otro la delincuencia. No falla. De seguir así, y si no fuera una farsa, sobrarían la mitad de los agentes y la seguridad privada tendría que cerrar definitivamente.
Incompetencia
El ministro Marlaska, cuya incompetencia, ahora lo sabemos, solo la supera su homólogo galo, el del desastre de Saint Denís, se las arregla para darle una pátina de maquillaje a las estadísticas en el gabinete que dirige. Es una regla de oro hereditaria del palacete de Castellana. Ningún ministro quiere pasar a los anales como el necio al que los balances les dejó en evidencia en la mesa del Consejo de los martes en Moncloa.
La asociación Una policía para el siglo XXI, que trabaja por el cambio del modelo policial español, acaba de analizar con lupa el balance de criminalidad del primer trimestre de 2022 por comunidades autónomas, tipología penal y periodos, confrontando con el mismo espacio de tiempo del año anterior. Si algo define a esta plataforma es precisamente su rigor en los estudios y publicaciones.
Mantra
Que España no es un país seguro, pese al mantra gubernamental y sus novicios, lo ponen de manifiesto los indicadores y las cifras incontestables.
Así, en el ciclo indicado, los homicidios, que tanta alarma social causan, se han disparado nada menos que un 21,3 por ciento. Las tentativas de homicidio escalaron hasta un 28,4. Las lesiones subieron la barbaridad del 57,3. Las violaciones, pese a la normativa ex profeso, aumentaron un 27,7. Los robos con fuerza crecieron el 28,1. Los hurtos están auténticamente fuera de control con un ascenso del 51,4. Los robos de vehículos se han intensificado un 34. Y así podíamos seguir con otros tipos como el tráfico de drogas, el fugitivismo…
Un hundimiento de seguridad que va camino de acabar como las no-gone zone que ya tenemos al alcance de la mano.