Juan Meléndez Valdés, el gran poeta neoclásico, intervino en este crimen en calidad de Fiscal General del Consejo de Castilla. No mantuvo una postura rígida, uniforme o dura. Fiel a sus postulados, luchó para que se tuvieran siempre en cuenta las circunstancias en que se desarrollaron los hechos. Esto se puede comprobar comparando los dos primeros alegatos contenidos en sus “Discursos forenses”. Ambos casos, por curioso que pueda parecer, se complementan y sirven para mostrarnos la faceta humana e intelectual de nuestro poeta.
En el primer alegato recorrió toda nuestra legislación histórica para incidir en aquellas circunstancias que lo agravaban y lo hacían especialmente repelente ante la opinión pública. En el segundo, que versó sobre el robo de las alhajas de la Virgen de la Almudena, por el contrario, lo hizo a través de las circunstancias atenuantes para impedir que se impusiera al reo la máxima pena –la de muerte- por parecerle completamente desproporcionada con la conducta del reo que devolvió motu proprio las joyas. Su dimensión intelectual se puso de manifiesto porque en los dos alegatos se encuentran influencias de los mayores penalistas y filósofos del siglo XVIII: Beccaria, Pestalozzi, Locke, Rousseau…
Se podrá comprobar todas estas afirmaciones en los dos artículos que se han dedicado a este asunto: el primero, por su comportamiento en el crimen de María Vicenta Mendieta y en el segundo, por la trascendencia que tuvo esta intervención en la llamada literatura de sucesos.
Martín Turrado Vidal
- Licenciado en Filosofía y Letras, rama de Historia, por la UNED (1981)
- Máster en Documentación (1993).
- Cronista Oficial de Valdetorres de Jarama
- Vicepresidente del Instituto de Historiadores del Sur de Madrid, “Jiménez de Gregorio”.
- Vocal de Publicaciones del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España.