Katia Santamarta (57 años) apareció muerta el 22 de julio en el interior de un pozo al lado de su casa, en la localidad leonesa de Reliegos, en el trayecto del Camino de Santiago francés, a su paso por el pueblo. Alarmados por su repentina desaparición el día anterior, los vecinos la buscaron; al poco, hallaron su cuerpo sin vida en el fondo del foso que surtía agua a la finca.
Acto criminal
Del caso se hizo cargo, por demarcación, la Unidad de Policía Judicial de la Guardia Civil. Los investigadores de homicidios lo tuvieron claro desde el principio, se tratada de un acto criminal.
¿Quién podía haber matado a Katia Santamarta, una hospitalera particular del Camino de Santiago y de personas con necesidades en la comarca? Katia era una mujer apreciada por sus convecinos. Una persona que se dedicaba a su huerta ecológica y que recogía en casa a personas que se lo pedían, a cambio de que le echaran una mano en el huerto. Katia Santamarta era, en definitiva, un alma confiada, acaso una neohippie naturista de “paz y amor” de los 60, que veía principalmente la bondad del ser humano. Es más que probable que esa ausencia de suspicacias le costara la vida.
Falsos peregrinos
Ángelo y Luis, dos mellizos portugueses de 46 años, falsos peregrinos a Santiago con una larga lista de antecedentes policiales, hacían el Camino “a la que saltaba”. Dos delincuentes buscavidas de oportunidad. Todo les venía bien. Y ahí apareció Katia con su proverbial hospitalidad de puertas abiertas y naturaleza confiada. El resultado ya es conocido: después de estar unas semanas alojados en la casa, los hermanos la mataron por degollamiento, la arrojaron a un pozo y, disimulando, continuaron haciendo etapas de la Ruta Jacobea en busca de otras coyunturas favorables… hasta que la Guardia Civil les detuvo a los pocos días al lado del primer albergue de Astorga con las mochilas al hombro.
Perfilación criminal
Pero, ¿cómo llegaron los agentes a ese punto? Con una combinación de metodologías policiales y criminalísticas de indagación y, al mismo tiempo, aplicando técnicas criminológicas de perfilación criminal. Los investigadores pusieron encima de la mesa la aparente contradicción de la criminología deductiva con la criminología empírica; esto es, el enfoque que se basa en la lógica derivativa para comprender el fenómeno criminal de la primera, y el hipotético contraste de la segunda, la empírica, que se centra en la recopilación y análisis de los datos. Así, los agentes del equipo de homicidios de la Comandancia, cuyo responsable, CFF, es criminólogo y profesor de la USAL en la materia, pudieron trazar el perfil criminal y psicológico de los autores. Un magnífico trabajo de grupo que llevó no sólo a la detención de los fugitivos, sino a la confesión de los hechos.
Caso Denise Pikka Thiem
Otro caso parecido que se resolvió en buena medida con este tipo de recursos criminológicos en 2015 fue el de la peregrina estadounidense Denise Pikka Thiem, asesinada al acecho por Miguel Ángel Muñoz en una senda cercana a la localidad maragata de Castrillo de los Polvazares. La Policía Nacional logró arrestarle y que el Tribunal Supremo lo condenara a 23 años de prisión pese a los esfuerzos del criminal por soslayar la verdad.
Un Camino de Santiago seguro
No quisiera terminar este breve análisis sin añadir unos apuntes: acompañar en el dolor a los familiares y amigos de Katia Santamarta, congratularnos por el esclarecimiento del crimen y, por último, poner de manifiesto que el Camino de Santiago, “la calle Mayor de Europa”, es fundamentalmente un itinerario seguro para los cientos de miles de personas que lo recorren todos los años; pese a estos casos graves, pero excepcionales, las estadísticas y la psicología ambiental lo acreditan. Y yo lo afirmo en mi doble condición de profesional de la fenomenología criminal y de peregrino.