Dos días después de celebrarse el día de la Comunidad de Madrid, para conmemorar el alzamiento del 2 de mayo de 1808 contra la invasión de las tropas francesas de Napoleón, los hombres y mujeres de Madrid también se alzaron contra la política del gobierno de Sánchez, contra la gestión de la pandemia, contra el estado de alarma permanente, contra el autoritarismo, contra la falta de libertad, contra los ataques a la Monarquía, contra los ataques a la independencia del Poder Judicial, contra el blanqueamiento de los pistoleros de ETA, contra el totalitarismo, contra el separatismo, contra el paro galopante, contra la ruina económica, contra las colas del hambre, contra la desatención a los mayores, contra los matones, contra los hachazos fiscales, contra el déficit, contra la deuda, pero, sobre todo, contra las mentiras desvergonzadas y permanentes.
De nada le sirvió a la izquierda sanchista y radical los sobres bala publicitados a bombo y platillo; los insultos permanentes a la Presidenta Ayuso, la mujer más vejada y agredida de España; los exabruptos de Tezanos a los madrileños llamándoles tabernarios, despreciando la neutralidad y la jurisprudencia; las llamadas del sanchismo al doberman negro, hoy fascismo; las apelaciones guerracivilistas. Todo lo contrario, los madrileños han demostrado que tienen memoria y el que la hace la paga.
Los madrileños no quieren convertirse en subsidiados del poder, quieren trabajar y tener independencia para organizar su vida en libertad. No quieren que Madrid y el resto de España se transforme en un país totalitario. No quieren que triunfen los propagadores de los regímenes comunistas, como en Cuba, y después sufran sus consecuencias, como dice el poema de Álvarez Guedez: “Aguanten los apagones/ Ilumínense sin velas/ Cepíllense boca y muelas con cenizas de fogones/ Aguanten como cabrones a quienes les fueron fiel/ Caguen sin tener papel / Móntense en bicicleta y mulo / Apriétense bien el culo/ Y griten: ¡Viva Fidel!”. Eso no lo quieren ni los madrileños, ni el resto de los españoles. Quieren libertad y un salario digno.
Sánchez llamó al centroderecha “fascismo”, el principio del fin, pero la consecuencia ha sido el principio de su propio fin, por mucho que quieran disfrazar su derrota histórica. El termómetro social ha empezado a subir de grados. El pueblo de Madrid introdujo en sus sobres de votación la mejor de sus balas, papeletas de libertad. La izquierda sanchista ha sufrido un descalabro histórico, una derrota que supondrá el inicio de la reconquista de la libertad. Sánchez cosechó el peor resultado de la historia del PSOE en Madrid. Tienen, desde ya, los pies en un pantano inexpugnable.
Los hombres y mujeres de Madrid han iniciado la carrera para salvar la democracia. Ha sido el banco de pruebas para un alzamiento nacional contra el autoritarismo y la mentira. Tiene razón Casado cuando dijo: “Hoy Madrid ha puesto una moción de censura democrática al Sanchismo”. Los madrileños han prendido la mecha para echar al sanchismo. Ha ganado la alternativa liberal a la izquierda rancia y guerracivilista.
Pero, analicemos someramente la incontestable victoria electoral de Isabel Díaz Ayuso. Fue la mayor victoria electoral del PP en Madrid. Ganó las elecciones con un record de participación ciudadana, el 76,2 por ciento, además de celebrarse en un día laborable y con niños. Triunfó en 176 de los 179 municipios de la comunidad. Arrasó por primera vez en todos los 21 distritos de Madrid capital. Ganó en Usera, Puente Vallecas, Villa Vallecas, Villaverde, Carabanchel, distritos en los que vive gente humilde de clases media y baja. El PP creció igual entre las rentas altas, medias y bajas. Obtuvo más porcentaje de votos y escaños que la suma de toda la izquierda y el comunismo. Todo un ciclón. Madrid quiso liberación, no esclavitud.
El resultado es claramente extrapolable al resto de España, pero, si Sánchez sigue negándolo, debería convocar elecciones generales inmediatamente. Todos podríamos comprobar si acierta él o nosotros. Y, curiosamente, un día después de las elecciones, mientras Europa baja los impuestos para estimular la economía, el gobierno sanchista anuncia el hachazo fiscal o atraco tributario, como dice Carlos Herrera, con los impuestos de patrimonio, sucesiones, automóviles, gasoil, todo tipo de peajes (quieren que vayamos en bicicleta, andando o en burro, como en Cuba). Repito, un día después, te roban la cartera.
Ha llegado el lobo fiscal con sus bonus, ese que decían que era mentira, para comernos nuestros pequeños ahorros. Se acabó la bonificación de las declaraciones conjuntas, que sobre todo perjudica a los jubilados y divorciadas. Pero, el pueblo tiene la última palabra.
Autor: Manuel Novas Caamaño | Abogado
Si señor, mas claro agua.