Columna de Ricardo Magaz en h50 Digital Policial. “CRÓNICAS DEL NUEVE PARABELLUM”.
En noviembre de 2019 se descubrió en Galicia un narcosubmarino, de 20 metros de eslora, construido en un astillero clandestino de la selva del Amazonas en Brasil. El batiscafo, con tres tripulantes a bordo, atravesó el Atlántico y arribó casi un mes después en las Rías Baixas con tres mil kilos de cocaína, valorada en 123 millones de euros. La policía pudo, finalmente, neutralizarlo, detener a los “marineros” y decomisar el alijo. Fue el primer semisumergible interceptado en Europa. Naturalmente, saltaron las alarmas.
Había razones para ello. En matemáticas, como en la vida, no existen dos sin tres. Era de esperar, por consiguiente, la versión “nacional” corregida y aumentada, ahora sí, made in Spain.
Manejados sin riesgo por GPS
La Unidad de Droga y Crimen Organizado (Udyco) de Algeciras acaba de desmantelar una banda que fabricaba en Cádiz drones y minisubmarinos no tripulados para atravesar el Estrecho de Gibraltar cargados de droga.
Los drones, de tamaño considerable y 12 motores, estaban concebidos para lograr una importante autonomía y transportar alijos de hasta 200 kilos en sus entrañas. Por su parte, los semisumergibles, con la misma capacidad de almacenamiento, eran también guiados por GPS. Los narcos podían controlar desde su casa con una tableta y una app la situación y el lugar de aterrizaje de los drones y el atraque de los minisubmarinos, sorteando riesgos y abaratando costes.
Se trata de la primera ocasión en la que se han intervenido en España aparatos propios que operan bajo el agua sin tripulación a bordo y drones con ese potencial, pero no será la última, por supuesto. Dice el aforismo que quien fuerza los límites al final los encuentra. En efecto, para el crimen sin fronteras no hay confines. Atentos a los telediarios.
(*) Ricardo Magaz es profesor de Fenomenología Criminal en la UNED, ensayista y miembro de la Policía Nacional (sgda/ac)