La Policía Local de Vigo detuvo el pasado lunes, 4 de diciembre, a un padre que agredió significativamente a su hijo de 13 años. Utilizó un cinturón y una botella de plástico de medio litro para castigar al preadolescente que llamó al 092. El menor había utilizado tres horas seguidas el móvil, lo que suponía un exceso en el marco de lo permitido por sus padres respecto al uso de tecnología.
Se le atribuye, al progenitor, un delito de violencia en el ámbito familiar. El suceso se desarrolló pasadas. Las 21:00 horas en un piso de la calle Teixugueiras, en el PAU de Navia. Lo efectivos comisionados preguntaron al agresor y éste afirmó que había discutido con su hijo por uso indebido del móvil. El matrimonio le había impuesto un uso limitado y lo había incumplido, sin querer dejar de usarlo.
Según la versión del adulto, el menor, durante una discusión por desobediencia, discutió enérgicamente con su madre. El autor de los hechos se interpuso propinando un golpe por la espalda con el cinturón. La madre aseguró que los hechos transcurrieron tal y como contó el padre, no obstante, informó que su hijo padecía un trastorno de personalidad. Para paliar los efectos toma una medicación desde hace un tiempo para evitar los brotes de agresividad. Confirmó, a su vez, que es la primera vez que el padre actuaba así.
En última instancia se interrogó al niño, que estaba llorando en su cama con ansiedad. Éste aseguró que le dolía la espalda y, además, había recibido un botellazo en la cabeza. Según el pequeño, no es la primera vez que su padre le agrede con violencia. Mostraba arañazos y rojeces en la espalda. Finalmente, el padre fue arrestado.
Este hecho pone de relieve, sin duda, el peligro que tiene el uso de tecnologías en menores de edad. Es un hecho: los ciudadanos tienen acceso a este tipo de tecnología cada vez a una edad más temprana y los progenitores, incapaces de remediar la realidad, exigen límites en su uso. No obstante, las consecuencias salen a flote rápidamente.