Desguazando el Estado. La rubia sempiterna

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“In hac lacrimarum valle” nos hacía rezar el cura fascista de mi pueblo sin que ningún crío, entonces, supiera ni una mierda de latín. En este valle de lágrimas. Aquel cura trabucario parecía adivino. En nuestra infancia pobre y desarrapada, jugábamos con un palo y una rueda vieja de bicicleta, aguantábamos la disciplina del cura, del maestro, de las personas mayores  – todas autorizadas a darte una colleja porque a los mayores había que obedecerlos y respetarlos-, del padre, de los tíos… y solo la madre era un remanso de bondad, un lugar seguro de acogida.

Ahora, con canas los que aún tenemos pelo, hemos entendido lo del valle de lágrimas. En el balneario pre tanatorio. Recuerdo, a la fuerza ahorcan, el poema de Gil de Biedma con el que inicio mi libro “De prisiones, putas y pistolas”: “Que la vida iba en serio, uno lo empieza comprender más tarde  – como todos los jóvenes yo vine a llevarme la vida por delante. Quería dejar huella y marcharme entre aplausos- envejecer, morir, eran tan solo las dimensiones del teatro. Pero ha pasado el tiempo y la única verdad asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra”. Terrible verdad.

Los abuelos  – no todos los que andamos por el balneario tenemos ida la cabeza- andan protestando, en voz baja, como de tapadillo porque tenemos inscritos en los genes la inquisición franquista que ahora parece reproducirse, las decisiones de Sánchez y tienen miedo a que esos tratos de favor hacia los puigdemones, destrocen la caja única de la seguridad social y se vayan a la mierda las pensiones. Ese es el rumor aterrorizado. Me da igual este desguace. No vamos a estar en la cárcel y con miedo, decía el viejo refrán. No creo que toquen a los viejos, pese a ser un colectivo anárquico y desorganizado, porque somos diez millones y votamos.

Los del balneario – me acuerdo de la vieja frase: si tú te atas a un preso con unas esposas para controlarlo, estás tan preso como él- se empeñan en hacernos fácil la vida, la poca que nos queda. Hoy nos han sacado del pre crematorio en autocar y nos llevan de excursión a Benidorm. Creo que es para quitarnos la preocupación por el desguace sanchista, del que hasta los propios socialistas se quejan. Vean a García Page.

Ha habido un intento de motín, rápidamente sofocado porque la sujeto revoltosa era una sola abuela, la del flotador de unicornio. Se ha empeñado en sentarse en el asiento delantero – todas las abuelas utilizan idéntica excusa: es que me mareo-  con el flotador gigante a su lado. El chófer se ha puesto bravo aludiendo a la seguridad de la conducción y la abuela del mini short intramuscular  ha acabado cediendo. Menos mal que yo  estaba preparado para esconderme debajo del asiento  si  venían los antidisturbios.

El viaje, salvando la tentativa de motín de la albóndiga revoltosa, atrincherada como un armadillo y sin soltar el unicornio, ha sido más o menos pacífico porque un abuelo  – de mi edad, pero algo más perjudicado, se ha ido por las patas y dos auxiliares han tenido que cambiarle los pañales en la última fila del bus-. Después del colegio de curas, la mili y la cárcel ya me extraño de pocas cosas.  Llevamos, como escolta, que esto parece una comitiva real o de Franco cuando estaba en las últimas, una ambulancia porque este colectivo ruinoso en el que me encuentro necesita de todas las precauciones para no liar la de San Quintín.

La playa de Benidorm donde nos depositan es preciosa, una calita debajo del mirador que es un balcón majestuoso al Mediterráneo. El agua es raramente cristalina y el colectivo viejuno ocupa una esquina de la que se alejan los otros viejos que van por libre. Otra vez la del unicornio la monta con el flotador, que tenemos que controlar y soportar entre todos.

¡Aleluya! La rubia del Jaguar me huele de lejos y yo a ella. Cuando estaba a punto de dormirme bajo la sombrilla para despertarme a las dos horas rojo como un salmonete a la plancha, he oído una voz dulce  como las cuatro estaciones de Vivaldi y he recibido medio pico como de refilón, que me ha convencido a mí mismo de que no soy maricón del todo.

¿Te creías que ibas a escapar de mí, huyendo en el autobús del inserso? No me conoces si piensas así. Acto seguido me ayuda a levantarme porque me había encasquillado en la hamaca descangallada.

Te  invito a una cerveza de hombre con gluten, con alcohol, con cebada tostada, sin filtrar y sin mariconadas  – dice jacarandosa-. Y pasamos a una terraza cercana. Me siento y me sorprende sin avisar. Es una rubia magnética. Me da un beso como los del cine antiguo, como el que le daba Gary Cooper a Patricia Neal  – vosotros no recordáis porque sois demasiado jóvenes- en  “El manantial” aunque mi rubia es mucho más guapa: un pibón foráneo, magnético, sideral y estratosférico. No sé qué voy a hacer con ella porque me tiene abducido, confundido, eclipsado y dispuesto a matar y a morir como Sabina. Por ella…lo que haga falta.

¿Te creías que el beso y la cerveza son gratis? He venido a lo de siempre, a hablar de política. ¿Qué te parece la última jugada de Sánchez? ¿Tu entiendes eso de la financiación singular?

 Querida mía – respondo feliz y aún enervado por el beso de cine de la rubia- en política y en economía, la palabra singular parece reñida con el principio de igualdad al que se carga flagrantemente. De acuerdo con que no se puede tratar igual a los desiguales. Por ejemplo, no nos pueden exigir lo mismo a esta caterva de viejos que andamos chapoteando en este rincón marítimo, que a mis hijos que tienen treinta y cinco años y les parte almendras. ¿Me explico? Pero eso de maniobrar con los catalanes como está haciendo Sánchez… es una tropelía maquiavélica. ¡ digo yo!

Sánchez es un genio, no lo vamos a negar. Un genio de la propia supervivencia a costa de lo que sea. Puigdemont anda arrumbado y dando mítines y performances hasta que se meta en España a ser detenido unas horas como propaganda. Como los esquerras no lo pueden ver pactan con Sánchez un pastón, quedan como Dios con Cataluña, como salvadores de la nación y además hunden a Puigdemont que se queda tirado sin la presidencia que soñaba. Sánchez tiene que andar ahora sin comerse un torrao porque los puigdemones no van a votar ni una sola propuesta suya, o sea que tenemos una legislatura vacía y con presupuestos prorrogados porque no veo una moción de censura con los puigdemones apoyando a los populares y al resto de la derecha. Los propios socialistas se han revuelto. Lógico, porque en las comunidades autónomas la gente se rebotará contra el partido que trata privilegiadamente a unos sobre otros. No es de recibo decir que es lo mejor para España cuando solo es lo mejor para ti.

¿Y de la declaración de Sánchez qué opinas? Rubia, amor, me estás sometiendo a un primer grado como si fueras Torquemada.  Yo fui una vez citado como testigo en un juicio contra la que había sido mi mujer y también me negué a declarar, basándome en la ley de enjuiciamiento criminal, como Sánchez. Lógico si no quieres hacerle daño a la prójima. Lo que me ha gustado menos, aunque hay que esperar acontecimientos, es que use a la Abogacía del Estado para una querella en un tema que es privado de su señora. El sabrá.

Rubia, tendrías que venirte conmigo  – a ver si cuela porque esta rubia me tiene enganchado hasta las trancas- me voy a un pueblo que debes conocer: el Castillo de Garcimuñoz. No vengas con que tienes que cuidar a tu madre, que se venga ella con nosotros y duerma en medio.  El Castillo es un lugar mágico. Voy como adelanto del QUIJOTE NEGRO E HISTORICO, a presentar junto con mi colega Anabel Escribano, mis tres últimos libros y dos de ella: De prisiones, putas y pistolas, El gato tuerto y 357 Magnum. Vamos a disfrutar con su Canto del grajo y con la literatura.

En este pueblo, que tengo un vivo interés en conocer, murió el mayor poeta en lengua española que ha existido junto con Miguel Hernández, Jorge Manrique: “Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando”. Pura belleza y sabiduría.

Ahí murió el poeta peleando en una auténtica guerra civil entre los partidarios de Isabel – la llamó Católica un papa golfo, sinvergüenza, simoníaco y criminal, Alejandro VI, el Borgia- y Juana la Beltraneja. ¿Por qué luchaban estas hermanas de padre?  Peleaban por el poder, como Sánchez, como Aznar, como Felipe, como Rajoy…como todos.

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, para h50 Digital

 

 

 

 

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