De los nervios y … en la cuerda floja

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Columna de Manuel Avilés*

Perdonen el autoplagio. Esta cuerda floja no tiene nada que ver con un libro que escribí hace  cuatro años y con el que acabo de obtener el mejor de los premios que podía esperar  – un caballero no publica nunca sus citas, sean estas donde y con quien sean-. Hacía referencia este libro  – vean el homenaje a la Policía en su Bicentenario- a la situación de los policías y de todos los funcionarios  que luchan contra el delito porque los delincuentes  tienen medios casi ilimitados y la policía va casi siempre en precario. Solo hay que ver las narcolanchas del Campo de Gibraltar con cuatro motores que rinden mil caballos de potencia, frente a las chalupas de la Guardia Civil con un motor de los que usan los domingueros aspirantes a capitán de yate para intentar seducir un domingo a la incauta de turno que subió a navegar con champan en alta mar. ¡Ayyyy quien maneja mi barca!

La policía-  vuelvo a mi libro antiguo- anda en la cuerda floja porque ya conocen nuestro estado garantista. Salvo cuando el pringao es eso…un pringao,  le cae todo el peso de la ley, la ley entera, el armario donde guardan los legajos y el funcionario del juzgado si es un gordo pasado de kilos, de propina. Decía yo en la cuerda floja que la policía – protagonista de ese libro- andaba siempre con el miedo en los gayumbos y con la señora del agente quejándose de falta de empuje  – con perdón- porque ya saben que cuando uno vive acojonado los vis a vis maritales se reducen exponencialmente. Pues la policía liga a una red potentísima de narcos, que entre otras muchas cosas y por su analfabetismo, no sabían que hacer con el dinero que acumulaban con sus trapicheos y su tráfico de drogas. Con tanta pasta, tenían una recua de abogados  a su servicio que no paraban de poner una denuncia tras otra.

A un pobre policía  – no diré el nombre, solo faltaba- tras la denuncia de estos narcos que tardó un par de años en archivarse, hasta lo echaron del banco por donde cobraba su nómina, porque los narcos al denunciarlo dejaron caer que también estaba a sueldo de ellos. ¿Le pidieron perdón tras el archivo? Y una mierda, como a mi con el libelo del sicario ultraderechista o cuando me mordió la negra en la cárcel de Fontcalent, que el Juez  – al que cito con nombre y apellidos en “De prisiones, putas y pistolas”- me dijo con toda su jeta: Mire usted eso son gajes de su oficio y ya la administración sabrá qué hacer si usted con ese destrozo de brazo y esas puñaladas en la  mano  – eso que llaman los forenses heridas de defensa- ha cogido el sida, o la hepatitis o la sarna o Dios sabe qué. Son gajes del oficio. No hablo del Paleolítico, que ya había Constitución y Código Penal y Leyes de Responsabilidad de la administración. Ni un día libre “Begoño”, perdón “Moscoso”, me dieron por la carnicería sufrida por boca de aquella negra, que más parecía una gorila rabiosa que una persona con cabeza pensante y todo.

Vamos a dejarnos de autobiografía, que los narcos, con apoyos jurídicos potentes y empoderados, sustanciosamente pagados, ponen en marcha la maquinaria para evitar la indefensión y meten al madero en un problema de tres pares de cojones. No quiere decir esto   – soy defensor a ultranza de la policía porque le debo la vida- que no haya policías corruptos, y jueces y fiscales y guardias y militares y funcionarios de prisiones y abogados y hasta médicos. Todos los oficios del mundo pueden, en un momento, ser hospedería de la corrupción y esta puede campar a sus anchas en ellos.

En el caso de este libro  “En la cuerda floja”, había ciertamente, un policía y una abogada, corruptos los dos, que vieron la posibilidad  de hacerse ricos de un golpe, nunca mejor dicho, y aprovecharon la jugada para embolsarse un pastón con tres maniobras mafiosas. Fueron pillados por los policías buenos y dieron con sus huesos en la misma trena que sus patronos narcos. Dios los cría y ellos se juntan.

Recordando esto me parto  viendo cómo, ante el auge de la novela negra y el “true crime”, hay gente que escribe novelas de estas e incluso tiene éxito con ellas y se pegan la verborrea en las semanas negras, y no han visto a un criminal de cerca en su vida. Yo he recorrido semanas de esas por un tubo y podría hasta dar alguna docena de nombres. Pasaba lo mismo con el terrorismo: especialistas consumados en ese delito nefasto, mucho sillón de ruedas, mucha moqueta, mucha pose intelectualoide, pero nunca, ni por el forro, un terrorista a la cara, de los de treinta o cuarenta muertos. Criminólogos, violentólogos, asesinólogos, terroristólogos, narcologos…. Solo de salón. Lo mismo que si a un maravilloso cirujano le da miedo la sangre y se marea al verla.

Dejemos a los asesinos en serie, a los terroristas y a los analfabetos narcos que, sin carnet ni posibilidad de sacarlo, conducen Ferraris, Masserattis y Porches de tres pares de cojones, porque como decía aquel estafador alicantino viejo: el dinero es como la hermosura. No puede estar oculto. Por eso se entera Hacienda y la Policía. ¿Cómo puede andar tirando de billetes sin límite, y conduciendo un Bugatti,  un tío analfabeto, en paro y que no tiene ningún oficio? ¡Es la economía, estúpido!  Fue a frase con la que Clinton – especialista beneficiario en solos de saxo-  ganó las elecciones a Bush padre. ¡Mira la cartera y por donde le viene la pasta!  Ahí está el secreto de casi todo.

Como siempre vamos a desembocar a Sánchez. Mañana hay elecciones en Cataluña. Estoy presenciando el teatro más bufo y farsante que he visto nunca. Oigo a Sánchez enardecido en su lenguaje mitinero  – como el de todos- : “La amnistía, los indultos y el reencuentro será un triunfo para todos”.  Bien. Continúa en su lenguaje mitinero, triunfalista, vacío y propio solo de quien busca votos   – como todos-: “Estamos consiguiendo la convivencia en Cataluña”. Todo esto lo he oído hoy en telediarios y programas de radio, pero no voy a andar todo el día cogiendo apuntes que ya pasó esa época a la que volvería de mil amores, aunque solo fuera por la edad y porque el bromuro de la mili no me hubiera hecho efecto como ahora me lo hace a destiempo.

En el mismo programa sale Puigdemont y dice: “Vamos a continuar el proceso de independencia”. “Hay que continuar el trabajo que dejamos a medias, volver a la estrategia ganadora del 1 de Octubre”.  Viva la reinserción social de las penas.

Yo no veo la convivencia por ningún sitio. Aquí hay más de lo mismo y unos tíos que se han escapado de la Justicia  – si eso le pasa a alguno que yo sé, está en la cárcel todavía-, solo con no tener los votos suficientes para aguantar el sillón adecuado, no le dan la amnistía ni loco.

El problema es que estas elecciones son un test muy menor. Populares, Vox, Podemos, Sumar…. No cuentan. Aquí se la juega Illa, que tiene la ventaja del respaldo de la política. desarrollada por Sánchez con Cataluña. Aragonés que parte como presidente y esgrime su ser republicano y su lucha por la misma independencia. Puigdemont que va de presidente exiliado, cuando solo es un prófugo de maletero, que va de Tarradellas mesiánico destinado a liberar a la nación catalana. Esos tres son la clave y el canguelo, la cuerda floja en la que andan, es que Illa no consiga ganar con diferencia bastante como para arrumbar a Puigdemont y gobernar con el apoyo de Junqueras, el jefe de Aragonés y un hombre sensato.

Por lo demás no hay cuestión  – y esta ya es más que suficiente-. Aquí vota solo Cataluña y o se puede extrapolar el resultado para hacer un test del resto de España. La hora de la verdad son las europeas. Ahí vamos a ver   – fuera de las cocinas de Tezanos- cuál es el poder de unos y otros por eso andan cogiéndosela con papel de fumar. Cataluñaes importante porque ahí se ha jugado el resto Sánchez, la verdad se va a ver en las europeas donde votamos todos, incluso aquellos a los que la amnistía, a quienes se empecinan en el golpe, les ha sentado como una patada en los mismísimos.

Manuel Avilés, escritor y director de prisiones jubilado, columnista de h50 Digital

 

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