Estamos asistiendo al juicio de Daniel Sancho por el supuesto asesinato con premeditación del cirujano Edwin. Así lo investiga la policía tailandesa en un caso muy mediático que ha traspasado fronteras.
Siempre asistimos a juicios paralelos, al fanatismo de muchos que convierten al verdugo en víctima y a la víctima en verdugo. Se buscan motivos para justificar un crimen. Ya el simple hecho de descuartizar un cuerpo nos habla de la sangre fría de una personalidad con rasgos psicopáticos.
La previsión de la primera declaración de Sancho donde confirmaba el asesinato, la discusión en el hotel, como troceó el cuerpo y lo tiro al agua… Todo apunta a lugares y hechos precisos.
Esta primera declaración es la que intenta invalidar la defensa del español. Es evidente que hay dos familias que sufren pero con la diferencia que una de ellas no volverá a ver a uno de
sus miembros por una muerte cruel y que nadie merece.
El comprar una sierra y cuchillos y alquilar una lancha para hacer desaparecer el cuerpo desmembrado pueden intuir premeditación. Si presumiblemente iban a montar un negocio juntos y es necesario el dinero de Edwin podemos estar ante una situación en la que se puede fingir una falsa relación personal donde uno siente o quiere más que el otro.
Por otro lado, la limpieza de la escena del crimen y la aparición de dinero olvidado da pie la premura de deshacerse del rastro de tan vil muerte. Será como sea, el cirujano Edwin no debía sufrir este horror y ninguna acción criminal debe quedar impune. Verdad o justicia.
Artículo de la psicóloga Pilar Enjamio para h50