(*) Por Rosa Mª García Durán
No puede ser que a estas alturas estemos “jugando” al pilla pilla con él. Nunca vamos a ganarle, porque juega con ventaja y no hay reglas, o sí, las suyas. Va a por todas y a por todos. Si te coge, ni siquiera te hace prisionero. Te hace de los suyos y cada vez son más los que pasan al lago contrario y sin saberlo. Solo podemos hacer una cosa. Parar el juego; sino lo vamos a perder. De hecho, ya hemos perdido mucho. A tantos… Hasta quienes no quieren jugar, tienen que jugársela, si alguien decide que tiene un as bajo la manga, o se cree más listo que el resto y sabe cómo esquivar a este jugador profesional, que solo y nada menos, trae enfermedad y muerte.
Tétrico Juego
Nos quiere a cara descubierta, nos mira descaradamente y… nos pilla. Se revuelve contrariado cuando se da de bruces contra la mascarilla. Causamos bajas en sus filas con un bote de gel y jabón en las manos. No siempre gana, pero para nuestro oponente el juego al que juega no tiene límite de tiempo y no le preocupa lo que tarde en avanzar casillas. Lo importante para este mal jugador es ganar. Lo importante para nosotros es no participar. Hay que dejarle solo, que se aburra, que se vaya para siempre. Y mientras eso pasa, que no nos vea la cara, siempre con mascarilla; va a por quien no la usa y, sin síntomas, sigue avanzando en el particular tablero de su tétrico juego. Guardemos nuestras sonrisas, nuestras palabras, nuestros susurros, nuestra salud, nuestra vida y la de quienes queremos detrás de una ligera empalizada, un llevadero contrafuerte que nos hace más inexpugnables a este fanático contrincante.
Cada vez, con más frecuencia, le llamamos bicho, porque él, sí que no da la cara. Quiere la nuestra para causar bajas o encerrarnos en casa a pasar la cuarentena, aunque así le cortemos las alas.
“QUE EL COVID19 NO NOS PILLE DE BOTELLÓN, NI DE FIESTA EN CASA, NI CELEBRANDO LAS “NO FIESTAS…”
Todos a una
Así nos gana, así nos pilla, descubiertos. Un sencillo gesto, tan automático y cotidiano como despertar por las mañanas, nos puede hacer ganar una partida. Pero requiere de una sencilla estrategia, de una consigna común, todos a una, como Lope de Vega escribió de Fuenteovejuna. El paisaje humano tiene que ser para este trampero, irreconocible, copias de una jugada perdida cuando al buscar caras solo encuentra mascarillas.
Vale, vale. Nuestras vidas y planes se han vuelto difíciles, pero, cada vez somos más quienes queremos que termine este juego y su letalidad. Y terminará cuando nadie juegue con la COVID19, y se olvide de que el único comodín está en nuestras manos limpias y en nuestra cara guarecida por la prudencia.
Sus locas carreras dejan contagios por todos los lados, y se ceban con quienes menos fuerza tienen para escapar. Que no nos pille de botellón, ni de fiesta en casa, ni celebrando las ‘no fiestas’ que no se pueden celebrar porque aquí el único que está de festín es este bicho infeccioso, que no va a dejar de tener sed hasta que cada uno de nosotros le cortemos el grifo.
Batalla épica
En realidad, esto no es un juego, es una batalla épica contra un virus que está dejando fuera de juego la vida de las personas, las grandes y las pequeñas economías; que nos ha empequeñecido a todos y casi todos sabemos que, con el coronavirus, poco juego, pocas bromas. Sin embargo, como decíamos, algunos juegan a ver si “me pilla”, y claro mientras tenga con quién jugar en una partida que quiere ganar, tenga en frente a uno o a quinientos, todos o casi todos podemos perder.
No es cuestión de jugársela. Ahí están las consecuencias. No volvamos a llamar héroes, a quienes no quieren serlo y tienen bajas pese a sus batas blancas. No han tenido siquiera tiempo de descansar, cuando vuelven a llegar camillas. No juegues al ‘pilla pilla’, que perdemos todos.
(*) Rosa Mª García Durán es intendente de la Policía Municipal de Madrid y jefa de la Unidad de Participación y Convivencia. Anteriormente fue responsable del Área de Formación del Cuerpo.