Resulta indiscutible que en determinados eventos de la vida de una mujer un vestido es la prenda clave para vestir en los días especiales. Irremediablemente, todos pensamos en el vestido de novia o en el de primera comunión para las niñas. En determinadas culturas tiene especial relevancia el vestido de la quinceañera o la celebración de los “sweet sixteen” o el baile de promoción; y en otros círculos sociales también resulta determinante el vestido para la puesta de largo o el baile de debutantes.
Sin embargo, cada vez cobran más relevancia otros vestidos que marcarán los eventos especiales en la vida de una chica y que no por ser más asequibles son menos relevantes: nos referimos a los vestidos graduación y, por supuesto, a los vestidos de invitada de boda.
Consejos para elegir un vestido de graduación
Independientemente de los estudios que hayamos finalizado, los actos de graduación son uno de los motivos de celebración dentro de la vida de una persona, ya que marcan el final de la etapa de estudiante. Por norma general, las graduadas serán chicas jóvenes que, sin embargo, ya no se consideran niñas ni adolescentes, sino que entran en una edad adulta, por lo que es fundamental no restarles la frescura de la juventud sin hacerles parecer aniñadas.
Y si bien no podemos olvidar que se trata de un acto serio, pecar de un exceso de formalidad a la hora de escoger el vestido puede conseguir un efecto indeseado de “echar años encima”.
Por eso, la mejor opción sería un vestido sobrio de largo a la rodilla con mangas discretas en colores lisos que huyan de grises y marrones y que no sean estridentes, pero sí alegres. Se busca resaltar la profesionalidad y preparación de la graduada. En este sentido, los tonos azules, verdes o rojos oscuros son una gran elección, así como los tonos pastel y, por supuesto, el infalible blanco y negro.
Conviene no abusar de estampados ni llevar escotes, brillos y transparencias, máxime en aquellas ceremonias que impliquen llevar toga, birrete y/o beca: el vestido no debe restar protagonismo al logro académico conseguido ni destacar sobre el mismo.
El protocolo de los vestidos de invitada a una boda
Existen una serie de reglas comunes a todos los vestidos de invitada a una boda: la prohibición de que sea blanco, que no reste protagonismo a la novia y que sea acorde con la celebración de que se trate. Así, si se trata de una ceremonia religiosa, el vestido debe ser más recatado, mientras que en una boda campestre podemos llevar vestidos más informales o bohemios.
Boda de día
En las bodas de día la única que puede vestir de largo es la madrina; tampoco queda apropiado un vestido demasiado corto: el largo midi o a la rodilla será ideal. En cuanto a colores, los más adecuados son los tonos claros, empolvados o incluso podemos atrevernos con algún estampado.
Eso sí, si vas a llevar pamela o tocado, lo mejor es que el vestido sea de un solo color y sencillo. Recuerda: menos es más, y en este caso el complemento debe destacar.
Boda de noche
En las bodas de noche no solo podemos apostar por el vestido largo o, incluso, minivestido, y jugar más con los colores, texturas brillos y transparencias, pero siempre dentro de lo elegante y sin resultar excesivamente sexi para no caer en la vulgaridad.
Por supuesto, cada cual tiene plena libertad para vestir como quiera, pero siguiendo estos pequeños consejos tendrás la seguridad de acertar con el vestido ideal para cada ocasión.
Muy interesante este contenido, gracias por la información!