El consumo de alcohol está relacionado socialmente con un escenario de ocio y diversión. Sin embargo, el cóctel de efectos que provoca esta sustancia en el organismo distan bastante de este estado idealizado por muchos. Esta normalización relacionada con ingesta de copas quizás venga derivada por el efecto de estrategias publicitarias agresivas que inducen a una ingesta vorágine obviando por completo las advertencias sobre las consecuencias a corto y largo plazo sobre el consumidor.
Lo que en un principio comienza con un divertimiento puede acabar ocasionando graves problemas de salud, psicológicos, detonar conflictos o incluso derivar en fracaso escolar o laboral. Llegados a este punto es el momento de decir “stop” y afrontar esta adicción acudiendo a un buen centro desintoxicación de alcohol. Este es el paso más importante para solucionar un problema que pasa por identificarlo, asumirlo y enfrentarse a él eligiendo como mejor herramienta el positivismo y la confianza en uno mismo.
Ganarle el pulso al alcohol es un reto al que se enfrentan muchas personas en el mundo y que superan con éxito siguiendo las pautas de profesionales especializados en este tipo de adicción. Pero para llegar a recuperar el control sobre la vida de una mismo es fundamental ser conscientes del abuso de esta droga que deprime el sistema nervioso central derivando en una pérdida de autocontrol.
No es cierto que las bebidas alcohólicas con mayor graduación sean las más peligrosas. Básicamente se dividen en dos tipos, las fermentadas cuya graduación oscila entre los 4º y los 15º y destinadas que tienen entre 40º y 50º. Leyendas urbanas tienen a calificar el whisky o la ginebra como bebidas peligrosos debido a su graduación pero no menos lo es la cerveza o el vino más aún cuando nos distanciamos de un consumo ocasional o esporádico. Y hablando en términos de frecuencia es cuando esas bebidas de menor graduación tienden a causas más problemas de alcoholismo simplemente por que hay más oferta, están más arraigadas culturalmente, son más accesibles y sobre todo… más económicas lo que hace que sea más fácil de conseguirlas.
Por otro lado, socialmente se tiende a relacionar este tipo de adicción con personas mayores pero lejos de ahí el alcohol no atiende a la edad de sus víctimas sino a su vulnerabilidad por su simple condición humana. Según el Ministerio de Sanidad, el 68,2% de los menores de edad ha consumido alcohol en el último mes. Los adolescentes reproducen en gran medida el modelo de consumo de alcohol que perciben en los adultos de su entorno social. Por lo tanto la sociedad en general y los poderes públicos en particular debe tomar conciencia real sobre esta situación.
Un extremo muy importante para combatir este tipo de adicción es el control de publicidad de bebidas alcohólicas y desmitificar esa relación entre el consumo y la diversión. El Estado ha puesto en marcha en los últimos años medidas de restricción de publicidad sobre este sector eliminando los anuncios de incitación al consumo de bebidas de alta graduación y limitando los de otros como los de cerveza. Una de las medidas de mayor calado son las restricciones en horarios y la prohibición de patrocinios deportivos.
Sin embargo, no todas las bebidas entran en el terreno de juego con las mismas normas. así pues, se otorga más permisividad publicitaria a aquellas de graduación inferior a los 20º imponiéndoles que se alejen de relacionar su producto con el éxito social o el público más joven.
A pesar de este panorama y el ejercicio de control, las leyes del marketing siguen nutriéndose de la creatividad para promocionar los productos de sus empresas. La inversión publicitaria se encuentra en activo crecimiento y se prevé que así siga siendo durante los próximos meses.
En esta particular lucha de poderes, el Gobierno de España ha puesto en práctica campañas de prevención del alcoholismo enfocadas principalmente en visualizar el problema de consumo de alcohol entre los más jóvenes. Estas estrategias se han centrado en los últimos tiempos en apostar por la educación, información y prevención como herramientas de concienciación para aminorar el problema del alcoholismo entre la juventud.
Todo esto choca de bruces con otras políticas ejercidas por parte de algunas comunidades autónomas y ayuntamientos que consienten el consumo del alcohol en la vía pública y hasta incluso habilitan lugares para la esta práctica con las consecuencias negativas que ello implica para los que acuden a estos puntos y puedan ser víctimas de una grave adicción.
Independientemente de que el debate está abierto y todavía queda mucho por hacer, puede que algún momento llegues al punto de decir: “Hasta aquí he llegado, he tocado fondo”. Es el instante de agarrar con fuerza el timón de tu vida, regresar a tu deseado entorno familiar y recupera todo lo que ha quitado esta aparente inofensiva adicción.