Es de sobre conocida la frase de que “el perro es el mejor amigo del hombre”. En los últimos años la incorporación de este animal al núcleo familiar ha incrementado exponencialmente. A partir de la pandemia de Covid-19 el número de mascotas en España ha incrementado un 38%. En el caso de los perros se han llegado a registrar hasta 9,3 millones en España según un estudio de ANFAAC.
Para ser un miembro más de nuestra casa es imprescindible darle los cuidados necesarios. Entre ellos no solo está la alimentación y el bienestar sino también la protección y seguridad ante ataque de otro perro. La amenaza puede iniciarse por el ataque de perros potencialmente peligrosos -PPP- pero también por otros independiente de su tamaño o raza. En un artículo anterior ya hemos planteado varios TIPS sobre cómo reaccionar ante el ataque de un perro respondiendo a interrogantes sobre cual es la actuación más correcta ante un enfrentamiento con un animal agresivo. La cuestión ahora es:
¿Cómo protegemos a nuestro perro del ataque de otro perro?
Vamos a comenzar planteando un caso práctico. Paseamos tranquilamente con nuestro perro y se nos aproxima otro mostrando un estado agresivo con intención de emprender un ataque. Nosotros tenemos a nuestro can sujeto con su correa. Instintivamente, la reacción de una persona ante esta amenaza es sujetar fuertemente la correa y tirar de ella hacia nosotros. Pues bien, en primer lugar debemos mentalizarnos de que esta reacción es incorrecta y peligrosa ya que exponemos a nuestro animal. Con este gesto nuestro perro pierde el contacto visual sobre el otro perro anulando cualquier reacción defensiva a la vez que dejamos gran parte de su cuerpo expuesto a mordeduras tales como patas traseras, tronco, piernas o hasta el cuello.
Cada vez que observemos acercarse a un perro a nosotros con intención de atacar lo primero que debemos hacer es aflojar la correa de nuestra mascota dejando encararse con su agresor y dando opción de intimidarlo y defenderse de forma natural e instintiva. De esta forma dejamos hocico contra hocico y es cuando entra el dueño en escena para tratar de disminuir la potencialidad del ataque.
En caso de que la amenaza persista debemos formar parte de la defensa junto con nuestro perro. Es momento de abanderar la frase: “Más valen dos que uno”. Mientras el otro animal fija a nuestra mascota como su objetivo no dudaremos en apartarlo interponiendo nuestra rodilla o tibia y hasta incluso dándole empujones con la suela de nuestro calzado sobre su torso con la intención de que deponga su actitud.
Al perro agresor siempre trataremos de neutralizarlo sobre su zona trasera llegando incluso (si se puede) a sujetarlo por sus patas traseras y alejarlo. También podremos asustarlo sujetando un palo o una piedra y evidenciándole un presunto ataque por parte del humano acompañado de gritos u órdenes contundentes. En ocasiones, puede funcionar el clásico truco de hacer que se tira una pelota y corra a por ella como maniobra de distracción.
Un truco bueno también puede ser servirnos de nuestra correa y hacer el movimiento circular como de un molino o lazo de un vaquero. Un efecto que puede intimidar bastante al adversario si logramos que el aro que describe el círculo funcione como un escudo.
En el mercado también podemos adquirir algún dispositivo electrónico como un ahuyentador de perros por ultrasonidos. Suelen ser aparatos fáciles de guardar en un bolsillo y bastante eficaces para alejar perros peligrosos.
Como medida preventiva enseñaremos a nuestro perro a no responder con agresividad. Nuestra mascota debe aprender a calibrar su nivel de defensa. También desarrollar por sí misma su nivel de autonomía.