Jean-Bédel Bokassa, alias Bokassa I, fue un militar que se autoproclamó “emperador del Imperio Centroafricano” (antiguo Congo francés), país que gobernó hasta 1979. Idi Amin Dada era otro soldado que dio un golpe de estado en 1971 y se nombró a sí mismo presidente de Uganda. Los dos tenían, entre otras, la misma pasión: llenarse de medallas la pechera del uniforme, desde las hombreras a las caderas. A las altas instancias de la antigua Unión Soviética también les agradaba forrarse el pecho con chatarra, hasta lo ridículo.
Coroneles y generales y en la policía
Desde que Ignacio Cosidó pasó por la Dirección General de la Policía, la pechera de muchos uniformes de la Policía Nacional, particularmente del alto comisariado, se parecen cada vez más a la guerrera de Bokassa y de su colega Idi Amin. Ahora las hombreras de los comisarios son un plagio mal disimulado de las de toda la vida de los coroneles y de los generales de las Fuerza Armadas. Tal cual.
“MUCHAS MEDALLAS SON DE INTERCAMBIO OCIOSO Y CHATARRIL CON OTROS CUERPOS POR SUS FESTIVIDADES PATRONALES ANUALES”
La imagen que durante semanas han venido dando algunos uniformados del CNP en las ruedas de prensa del comité técnico del coronavirus ha sido extravagante. Además de comunicar mal (la graduación no es siempre sinónimo de don de gentes), la puesta en escena anacrónica luciendo de hombro a hombro chapas, insignias, distintivos, emblemas, escudos, encomiendas, cruces, medallas de toda condición y otros atributos, incluidos roquisquis de paracaidista del ejército del aire, llamaban la atención por no venir a cuento, por excesivo, por desproporcionado y, si se me apura, por caricaturesco. Lo desmedido siempre llama la atención para mal.
Medallas arbitrarias y chatarra
Viene de largo la denuncia de las organizaciones sindicales por la concesión arbitraria de condecoraciones, especialmente las pensionadas. El Gobierno prometió meterle mano al tema pero de momento la cosa sigue igual. Otras distinciones, salvando las lógicas de dedicación al Servicio Policial por años, son, en el caso del comisariado, las de intercambio ocioso y chatarril con otros cuerpos y organismos por sus festividades patronales anuales: “yo te doy la mía blanca, tú me das la tuya y tomamos el vino español”. Así, de la veintena o treintena de pasadores de recompensas de todo a cien que adornan el pecho de muchos, se puede ver medalleo de trámite de policías locales, de guardia civil, de policías autonómicas, del servicio de vigilancia aduanera, de la DGT, del ejército, de protección civil, de los agentes forestales, de cruz roja, de donantes de sangre, de ayuntamientos, de diputaciones, de cofradías, de federaciones, de asociaciones…
“De medallas y santidad, la mitad de la mitad”, dice el proverbio. A ver si alguien con sentido del ridículo en el Ministerio del Interior se da cuenta de lo estrafalario de la situación y pone sentido común porque, es evidente, en la DGP siguen embriagados por el brillo del metal… baldío.
Por Odracir Zagam, para h50 Digital Policial