En los últimos años se han estado construyendo cárceles, que distan mucho de la imagen que podemos tener cualquiera de ellas. Prisiones que se asemejan más a hoteles de lujo, donde no faltaban los políticos de turno para la inauguración.
Con lo que no contaban esos políticos es que alguno de los que inauguraban esos centros penitenciarios, acabarían dentro cumpliendo condena, como es el caso de Enrique Granados, el cual inauguró en 2008 la cárcel Madrid VII, Estremera, para acabar seis años después ingresando por corrupción.
¿O sí contaban con ello?
Y por eso en el caso de Estremera, tiene piscina, sala de ping-pong, una gran biblioteca, zonas deportivas, un comedor que parece más una cafetería, jardines… De ahí que algunos medios lo calificaran como “cárcel 5 estrellas”
Sin embargo, pese a las instalaciones, los funcionarios de prisiones se hallan desprotegidos.
Falta de formación y pocos funcionarios por presos, lo que deriva en agresiones continuas por parte de los presos.
Y mientras, muchas comisarías de Policía Nacional se encuentran abandonadas y algunas casi en ruinas. Podemos encontrar, agujeros en techos, mobiliario de hace décadas y en un deplorable estado, urinarios precintados con cinta policial, paredes mugrientas, condiciones insalubres, ratas….
Algunas comisarías se encuentran al borde del derrumbe, otras no tienen acceso para personas con discapacidad. Unas comisarías tienen ascensores que no pasarían inspecciones reglamentarias, humedades y un sinfín de cosas más, que afectan a la salud e integridad física de los policías, de los ciudadanos y de los detenidos.
La austeridad que sufren las instalaciones de las comisarías, contrasta con el lujo de algunas cárceles. La pregunta que se nos plantea, es ¿por qué a los políticos les interesa tener mejores prisiones que comisarías?