Artículo de Andrés Ramos. Director de la Academia DEPOL
En las últimas semanas hemos asistido a una serie de noticias en relación con las distintas pruebas o requisitos de los procesos de selección para ingreso o promoción en la Policía Nacional a las que no han sido ajenas los medios de comunicación nacional, lo que da idea de la dimensión y trascendencia que la institución policial tiene en el seno de la sociedad y del interés que suscita en ella.
Destacan, entre las medidas anunciadas, la eliminación del requisito de la altura en el ingreso tanto en la escala ejecutiva como básica, así como la eliminación de la prueba de ortografía como específica y excluyente en el ingreso en escala básica.
La eliminación del requisito de altura mínimo para ser policía nacional es una medida necesaria y valiente; la Policía Nacional tiene una gran variedad de funciones en las que un requisito como el de la talla no puede ser un criterio discriminatorio de eliminación de opositores que tienen vocación de servicio y compromiso con los valores que conforman el Cuerpo Nacional de Policía y que están, para ser parte integrante de él, absolutamente cualificados.
En todo caso, la eliminación del requisito de la altura mínima es hasta el momento una simple declaración de intenciones, debido a que su efectiva eliminación depende de la aprobación del nuevo Reglamento de procesos selectivos y de formación, tras el correspondiente proceso de negociación con las organizaciones sindicales, el cual no se será del todo sencillo.
Por su parte, la eliminación de la prueba específica de ortografía, tal y como estaba diseñada, era una demanda tanto de los opositores como del propio colectivo policial, pues no medía ningún parámetro necesario para “ser un buen policía” y se había conformado como una prueba esencial y rigurosamente eliminatoria.
Sin embargo, no todo son noticias o cambios que celebrar. Lamentablemente, en el proceso de selección actualmente en curso de ingreso en escala básica y último en el que la ortografía es excluyente, esta ha vuelto a ser protagonista y objeto de severas críticas por un mayoritario espectro del mundo opositor. La causa de ello se encuentra en la corrección, por parte del Tribunal, de tres palabras del examen de ortografía que tiene un dudoso (o imposible) encaje en los propios criterios establecidos en las bases de la convocatoria.
Y, sin necesidad en absoluto para ello, la controversia se resolverá, una vez más y como ya casi es cláusula de estilo, en el contencioso-administrativo.