Juan Gómez*
“La política es el arte de buscar problemas, encontrarlos, hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados” . Groucho Marx. (Actor).
Con esta frase del conocido actor y cómico Marx, (el otro), se podría definir la tragedia de Valencia.
No es hora de buscar culpables, que los hay, sino de plantear soluciones que puedan paliar de algún modo el daño causado a estas personas.
Nadie les va a devolver a esos familiares, que como una frágil rama, han sido arrastrados por la corriente de un rio de muerte , lodo y destrucción.
La impotencia de haber pasado de tener, a necesitar, hace que la rabia contenida aflore de todas las maneras.
Observamos como los políticos, lejos de tratar de entenderse y solucionar los problemas de raíz, se ensalzan en culpabilizarse mutuamente para intentar transmitir a la población, que ellos no tienen responsabilidad. Estas actitudes son indignas y rastreras.
Asistimos a las innumerables muestras de solidaridad por parte de la población en general estando a la altura de lo que se nos espera.
Lamentablemente las noticias de los periódicos de hoy serán el envoltorio del bocadillo de mañana. Esto se irá diluyendo en el tiempo y al igual que otras desgracias acaecidas en nuestro país y no muy lejanas en el tiempo, sólo dejará huella imborrable en los damnificados.
Es casi seguro que ningún político se irá a su casa habiendo dimitido, ni asumirán la cuota de culpabilidad que sin duda tienen. Las palabras “político” y “vergüenza” difícilmente van unidas.
Es necesario e indispensable que sus señorías se sienten y reflexionen sobre su condición política y humana. El grado de catadura moral está por los suelos. Son servidores públicos a los que pagamos sueldos altos y suficientes para que su compromiso e implicación hacia la sociedad les haga ver que se están equivocando. Se nos puede engañar algún tiempo a algunos, pero no se puede engañar a todo el mundo, todo el tiempo.
Esto era evitable y deberán pagar en las urnas su ineptitud e incompetencia. La seguridad de la sociedad es la prevención y aquí no se ha trabajado sobre ello. La solución a los problemas de la población no van de colores políticos, ni de afinidades de pensamiento. Deben estar basadas en el sentido común y en la capacitación para evitar tragedias como esta.
Ya nadie se acuerda de Lorca o de La Palma, excepto aquellos que se vieron afectados y que de un plumazo perdieron todo lo que tenían. Lo perdieron todo menos la dignidad que sin duda estos políticos, ni conocen.
Mañana, como si todo ya estuviera solucionado, seguiremos con los Errejones, Begoñas, Koldos, Abalos, novios de..etc. La vida seguirá fluyendo y las cortinas de humo nos impedirán ver la realidad que una vez más supera a cualquier ficción.
El agua, ese bien tan preciado y que genera vida, ha corrido enloquecida y salvaje sesgando las vidas y el futuro de miles de personas que no merecían sostener sobre sus hombros el peso de haber votado a los culpables de su desastre.