El vitoriano Borja Lázaro permanece en paradero ignoto desde el 8 de enero de 2014. El joven de 34 años de edad, desapareció en la región colombiana de La Guajira. En dicha ubicación se hallaba haciendo un reportaje fotográfico dado su amor por la fotografía y su espíritu aventurero, libre.
De profesión ingeniero informático, siempre tuvo un fervor ánimo por la retrasmisión de sensaciones y vivencias. Borja es un chico lleno de inquietudes, soñador, viajero y con grandes dotes para la fotografía que se encontraba como fotoperiodista realizando uno de sus tantos viaje; se autodenominaba “el eterno nómada buscando la humanidad”.
Su carácter risueño y sociable le permitió adentrarse en la población indígena fotografiando rituales tales como “la fiesta de los huesos” donde la población indígena desentierra a sus seres queridos para establecer los lavados pertinentes de huesos.
Borja vivió con ellos estos momentos, inmortalizándolos en su fiel amiga su cámara de fotos. Como síntoma de gratitud por haber podido, junto a ellos, observar dicho ritual, optó por, tras el revelado de fotos, hacerles llegar ciertas instantáneas que obtuvo de ese señalado día.
Desde entonces, nada se sabe de él.
Son muchas las hipótesis que se han barajado durante estos largos años. Un ahogamiento en el mar, una posible agresión por parte de ciertos miembros del clan citado, una disputa… A pesar de haber tenido lugar distintas líneas de investigación, lo cierto es que nada en claro se tiene sobre qué fue lo que pudo ocurrirle a Borja.
Las últimas personas que lo vieron con vida fueron dos turistas alemanes, dos jóvenes chilenas y una serie de chicos colombianos con los que compartió momentos, alrededor de unas copas, la noche antecedente a la mañana de la desaparición.
Los datos que se tienen es que, en el hostal en el que se alojaba, se halló su inseparable cámara de fotos junto a su documentación.
Su recuerdo permanece en exposiciones fotográficas desde diversas ubicaciones cedidas por organismos de la capital del País Vasco.
Sin más pistas por las que poder proseguir, tanto la madre, Ana María Herrero, como su hermano, Sergio Lázaro, mantienen vivo su recuerdo apelando, en todo momento, a que la llama de la investigación no deje de alumbrarles el camino hasta dar con el paradero de Borja.