Bienvenidos al nuevo show 2025, abróchense los cinturones

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Leopoldo Bernabeu*

Según a quien preguntes la respuesta es diferente, pero cuando el tema trata sobre que nos está pasando a los españoles, que permitimos la deriva de nuestra democracia como si el recuerdo de la guerra civil no fuera más que un mal sueño que nunca existió, mi conclusión es tan delicada como sencilla de explicar: hemos aceptado que la política hace tiempo que dejó de ser una herramienta para buscar soluciones a los problemas y que los políticos, no son más que los protagonistas de un lamentable show clavado al que realizan los payasos de cualquier circo en una tarde de fin de semana. Siempre vuelve a mí la temida frase: quien no aprende de su pasado, tiende a repetirlo.

Partiendo de esos planteamientos, muy consolidados en la psique de la ciudadanía, es harto difícil que esta tortilla pueda darse la vuelta y desbrozar alguna nueva senda que enderece el rumbo de esta preocupante decadencia. El famoso “muro” entre españoles y la frase “si necesitan ayuda, que la pidan”, son dos escenas de este enterrado, pero todavía caliente 2024, que definen y describen como piensa el que lleva las riendas del Gobierno. Imposible por tanto no entender que Pedro Sánchez es un alumno aventajado en la cadena de la Triada Oscura: narcisista, maquiavélico y psicópata.

El narcisismo se caracteriza por la grandiosidad, el orgullo, el egoísmo y la falta de empatía; el maquiavelismo por la manipulación y explotación de los demás, ausencia de moralidad, insensibilidad y crueldad; y la psicopatía por un comportamiento antisocial continuo, impulsividad, egoísmo, rasgos insensibles, indigno de confianza, falso e incapaz para experimentar remordimiento o vergüenza. ¿Asociaría algunas de estas peculiares características al inquilino de la Moncloa?

Si cree que es imposible que se pueda repetir un año político tan nefasto como el que acabamos de despedir, para el que realizar un breve resumen necesitaría de tres columnas de opinión, vaya saltándose la noche de reyes magos y agárrese los machos porque se aproximan tiempos que ponen los pelos de punta. Empezaba ayer mi curso mediático con una alabanza a la gran mentira del siglo XXI, el engaño del Covid con el que los próceres del planeta se han demostrado así mismos lo fácil que es controlarnos a casi todos, pero no quise extenderme en las consecuencias que todos seguimos padeciendo y sobre las que parece existir un interesado silencio para que no parezca que una cosa llevó a la otra.

Nos centramos entonces en las mascarillas, las vacunas y los confinamientos y después dio inicio una guerra con la que se intentó desviar la atención. Pero dos causas, la inflación y los precios de la vivienda, son realmente los grandes lastres que nos ha dejado heredados ese interesado virus que no se puso en marcha tan sólo para acojonarnos, había que aprovechar la ocasión. Los precios de todo se multiplicaron por tres, bien lo sabes usted, y así se han quedado desde hace cuatro años. Y la vivienda, la misma que hasta hace un lustro inundaba el mercado español, hoy no existe.

Según los datos demográficos España ha incrementado su censo en 1,3 millones en cuatro años. ¿Se han evaporado todas las propiedades que ya existían? Hasta las inmobiliarias cierran por falta de producto. Comprar o alquilar, es hoy algo tan alejado de la realidad que preveo el encendido de la siguiente mecha bélica social. Y como este gobierno siempre tiene un chivo expiatorio a quien cargar sus muertos, ahora lo hace con el turismo, el sector que más ingresos, beneficios y puestos de trabajo está creando para el conjunto de nuestra economía. Podría seguir, ¿verdad? Lo dicho, de locos.

Leopoldo Bernabeu*

 

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