Los ataques de odio contra el cristianismo son una constante desde el año 2000 en Europa y muestran una tendencia preocupante a la intolerancia religiosa y a la construcción del enemigo sobre prejuicios y desinformación. El estudio “Cartografía del Odio”, realizado por la eurodiputada de Ciudadanos Maite Pagazaurtundua, contabilizó 3.747 incidentes de odio anticristianos en cinco países europeos entre 2015 y 2020, todos ellos censados desde fuentes oficiales.
El trabajo de investigación fue realizado por la oficina de la eurodiputada y vicepresidenta de la Comisión de Libertades Civiles del Parlamento Europeo a partir del análisis de más de 80.000 incidentes de odio. Entre las conclusiones figura que el racismo y la xenofobia son los principales catalizadores de los delitos de odio: casi el 60% de los delitos registrados responden a esta motivación, que en muchas ocasiones va acompañada del elemento religioso. De hecho, en segundo lugar aparece la intolerancia religiosa: se trata de los delitos atribuidos al antisemitismo, que suman el 9,28%, y aquellos que tienen como objetivo al cristianismo, que alcanzan el 7,7%.
“Los registros apuntan a enormes crecimientos en cuanto a la intolerancia religiosa, hechos que llevamos advirtiendo desde que empezamos a analizar los delitos de odio. Y en especial, en España, donde se ha generado un caldo de cultivo de polarización y extremismo”, ha indicado Pagaza, en declaraciones tras el asesinato de un sacristán y el ataque a otra iglesia en Algeciras este pasado miércoles, que está investigando la Audiencia Nacional.
Por todo ello, Pagaza ha reclamado un debate sereno sobre los hechos acaecidos porque en ocasiones es difícil reconocer los prejuicios que arrastramos por nuestros sesgos cognitivos o personales. “En estos tiempos, la ceguera o la disociación de la empatía es sencilla. Adormecer selectivamente la conciencia, entumecer selectivamente la mirada y la justa indignación es fácil. Evocar la libertad de expresión o pedir la censura, selectivamente, también es moneda que da el pego”, ha añadido. “Y está convirtiendo en irrespirables las redes sociales, la opinión pública e intoxica la necesaria solidaridad con las víctimas”.
Los ataques contra simbología cristiana experimentan un aumento muy desigual, según el citado estudio: de los cero delitos registrados de 2016 se pasa a casi 2.000 en 2018. Por otra parte, el periodo 2015-2020 muestra diferentes formas o expresiones de intolerancia contra las creencias o prácticas religiosas o, incluso, contra la ausencia de religiosidad. Los hechos muestran desde insultos, hasta la interrupción de misas, asalto de templos, difamaciones, pintadas, pasando por agresiones físicas, psicológicas, actos violentos, crímenes de odio terroristas y de lesa humanidad.
“No existe una única causa que explique la intolerancia religiosa. Por un lado, los fundamentalistas religiosos consideran que su religión es la única verdadera. Por otra parte, existen otros niveles de activación de prejuicios contra las prácticas religiosas de otras personas a veces relacionadas con cuestiones sociales o frente a la visibilidad pública de otras prácticas”, ha manifestado Pagaza.
Además, la intolerancia religiosa extrema junto a la radicalización puede llevar al terrorismo de inspiración yihadista u otros. Desde ese punto de vista se analizarán los hechos de Algeciras, al igual que se ha contabilizado por ejemplo uno de los asesinos de los atentados de Barcelona-Cambrils, el 17 de agosto de 2017, cuando conducía la furgoneta con la que atropellaba a los viandantes de las Ramblas, lo hacía al grito de “morir judíos, morir infieles”.