Desde 2020 nuestra relación con Marruecos se ha visto seriamente dañada por una serie de sucesos que, debido a sus intenciones expansionistas, provocan tensiones en territorios españoles (Ceuta, Melilla y las Islas Canarias); sin embargo, apenas se habla que en este período también se han roto el Tratado de Buena Vecindad con la otra gran potencia del Magreb, un poco más alejada y un poco más desconocida pero igual de importante para nuestro país.
La entrada de Brahim Ghali, líder del frente Polisario (el inicio de nuestros roces con Rabat) a petición de Argel fue el detonante de estas dobles crisis con nuestros principales aliados en la zona, lo que ha dificultado enormemente nuestra acción exterior en todo el norte de África, y también una crisis energética (por la falta de suministro de gas en plena guerra de Rusia y Ucrania) y un aumento más que significativo de la inmigración ilegal por la ruta de Baleares.
Si queremos desplegar todo nuestro potencial en el continente africano, y recuperar esos 3 ámbitos de coordinación estrecha con Marruecos y Argelia (economía, energía y seguridad), debemos conseguir volver a ser un socio prioritario para ambos (en vez de cederle el puesto a Italia o Israel), y eso solo puede ser posible con mucha diplomacia y una mezcla de inversiones económicas y aumento en defensa que ayude a garantizar el respeto a nuestra soberanía territorial y fronteras.
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Autor: José Corrochano Ponte