Me inclino por la Criminología, asqueado como ando de la política. Veo en televisión una sesión del Senado y el diálogo es más o menos como sigue.
Pregunta la derecha. ¿Conocía usted, cuando cesó al ministro Ábalos, todo el pescado que había detrás de cohechos y tráfico de influencias e información privilegiada? – más o menos que no me iba a poner a tomar notas, boli en ristre-. Responde el gobierno: ustedes mintieron el 11 M y engañaron al pueblo diciendo que el atentado era obra de ETA.
¿Qué tendrá que ver esto en un debate parlamentario veinte años después de aquel luctuoso y terrorífico atentado? Es cierto que Acebes y Aznar mintieron. También Zaplana que era portavoz del gobierno. Echaron la culpa a ETA porque sabían que les iban las elecciones en ello y no tuvieron el menor reparo en sostener lo que era insostenible. No obstante, esa mentira insostenible y que les costó el gobierno… ¿Qué tiene que ver aquello para intentar ahora desviar la atención en un asunto de corrupción que huele a podrido desde kilómetros? En una aniquilación del Estado de Derecho, con una ley especial de amnistía en la que también falsean la realidad – como la falsearon los otros antes- diciendo que es por el bien común, por la paz y la concordia, cuando es una ley a la medida caprichosa de Puigdemont, para beneficiarlo solamente a él y a sus compinches. Es impresentable esa maniobra de despiste como los chorros de tinta de los calamares.
Noten la palabra concordia que tanto han repetido. Mentira cochina. Con- cordia. O sea, del latín cum- corde, o sea unión de corazones. Corazón unido. Justo lo contrario que proclaman todos los Puigdemones porque siguen insistiendo en que harán un referéndum más pronto que tarde. Arrepentimiento cero. Propósito de vivir respetando la ley, cero. Eso se les exige a todos los penados, sea cual sea su delito, menos a estos que se les amnistía gratis porque tienen siete votos para mantener a Sánchez en su sillón de La Moncloa. Aniquilado el principio de igualdad y el Estado de Derecho. Punto y final. El Congreso es un batiburrillo de insultos en el que se oye demasiado la palabra “capo” para definir al presidente del grupo contrario. No oigo una sola propuesta que aumente el bienestar de los ciudadanos que pagamos ese jolgorio. Asco.
Me llaman de mi radio, Onda Cero, en donde tengo un programa de literatura desde hace mucho más de veinte años y en donde, dado mi curriculum carcelario, me utilizan de vez en cuando para preguntarme por delitos y delincuentes de todo tipo. Hoy han tocado los pederastas.
Un tipo deleznable – todo presuntamente porque al parecer la sentencia ha sido recurrida y no es firme- ha sido condenado a ciento cuarenta y un años de cárcel en la Audiencia Provincial de Alicante. Admitió haber captado por internet a 38 niñas y 4 niños entre diez y quince años. Las redes, los adelantos tecnológicos pueden usarse para el crimen. Acuérdense de mis muchos artículos sobre abuelos estafados por amores imposibles y tan falsos como los misterios religiosos en todas las creencias: ascensiones al cielo, asunciones al mismo sitio, apariciones y estigmas de todo tipo, demonios furiosos con tridentes, condenaciones eternas y manzanas y serpientes que nos buscan la ruina – ya les escribiré algo sobre la confesión como instrumento de poder y sumisión a ver si quedamos de acuerdo de una vez-.
Bien, este tipo deleznable, ha admitido buscar niños por internet y entiendo que esa captación no era para dar clase de repaso, ni para hacer deporte ni para estudiar ninguna disciplina en la que los escolares requieran el apoyo debido a la dificultad de la misma.
Cuando las cárceles eran otra cosa. La clasificación de Seelig, que rehago en mi libro “Criminalidad Organizada. Los movimientos terroristas”, se aplicaba y los violadores, incestuosos, abusadores de todo tipo y pederastas eran clasificados como “Delincuentes por falta de dominio sexual”. Esa expresión de falta de dominio sexual, tiene ecos freudianos y connotaciones eclesiásticas. Ellos, tan monos y tan comedidos, tan pulcros y tan ocultistas con quienes metían mano a los niños en los colegios y las sacristías. El encauzamiento correcto de la pulsión sexual – recordemos que el derecho canónico decía que el matrimonio era el remedio de la concupiscencia. Jajjajaja- y este encauzamiento correcto, del que ellos daban lecciones, como si un sordo pudiera hablar de sonidos o un ciego de colores, este encauzamiento era el que hacía, al hombre y a la mujer, ovejas adaptadas en el rebaño.
Hoy no se habla de dominio sexual sino de respeto a la libertad y al deseo del otro. Los menores no pueden ser objeto de satisfacción sexual para un mayor de edad aunque, engañados, sobornados, regalados o pagados, consientan, porque eso se llama pederastia aunque yo haya oído a alguna persona mandamás y descerebrada decir en algún momento que los niños pueden tener relaciones sexuales con quien quieran.
He conocido a muchos pederastas en las cárceles que he dirigido. Incluso he conocido a alguno que hablaba de sí mismo refiriéndose a “ese defecto tan feo que tengo”. He visto curas en alguno de los colegios en que he estado – a mi jamás me han metido mano aunque hostias me han dado unas cuantas- demasiado afectuosos y rodeados de niños en sus despachos, Recuerden el coctel explosivo que conforma la autoridad sobre menores y la represión sexual de que hablaba el psiquiatra Castilla del Pino.
La pulsión sexual la tenemos todos. Todo el mundo contempla el placer sexual como algo bueno, salvo los reprimidos que lo ven como algo pecaminoso y fuente de pecado que solo se puede producir en las condiciones que ellos dicen, o sea, dentro de lo que presentan como su sacramento. Si el placer sexual – el tener orgasmos en concreto- es algo bueno, debemos coincidir con Aristóteles que, si la voluntad tiende al bien, esa es la pulsión: la búsqueda de ese placer que admitimos como bueno, salvo que el cura cabrón y reprimido nos haga vivirlo de manera angustiosa. La represión en ese terreno concreto, según Freud y todo el psicoanálisis es una fuente inagotable de disturbios psíquicos.
¿Qué es un pederasta? Es esencialmente un impotente total y definitivo. El pederasta es incapaz de enfrentarse a una mujer “de su parejo”, dicen en mi tierra, y tener con ella una relación completa. Por eso, por incapacidad, busca a un ser débil, acrítico y manipulable. ¿Qué podemos pensar de un individuo que “paga” una relación sexual, o un video subido de tono de un menor, pagando con “poner saldo en el móvil”? En mil conferencias y clases de criminología he predicado – no sé si en el desierto- que hay que recuperar el concepto de anormalidad. La pederastia es la anormalidad del delincuente – se enfrenta al código penal- débil. Usa perfiles falsos en internet, se hace pasar por quien no es en las redes sociales, abusa de la superioridad de su cargo – cura, maestro, monitor,organizador de excursiones y campamentos, catequista, entrenador deportivo…, sin que quiera decir esto nada en contra de los trabajadores en tales menesteres. Solo que estos terrenos son campo ideal para quienes padecen estos impulsos delictivos que, en esos ámbitos suelen tardar más tiempo en ser descubiertos. He visto casos raros aunque en criminología no hay rarezas solo hay hechos científicamente evaluables. He visto a un señor con hijos, ultra católico, inteligente y con solida formación… y abusaba de los compañeros de sus hijos a los que daba catecismo. ¿Cómo podemos explicar esto? ¿Lo achacamos al vicio? ¿Decimos que es un enfermo mental? No porque entonces sería inimputable y no lo podrían condenar, tendrían que someterlo a una medida de seguridad y, cuando la cumpliera… vuelta a empezar porque, por mucho que quieran adornarlo, no he conocido jamás un pederasta reinsertado, que deje esa pulsión por los niños y la oriente hacia alguien “de su parejo” .
Otro problema pederástico – también he visto más de uno en las prisiones- es el que pueden presentar abuelos e impedidos. Recuerdo un condenado, también por agresiones sexuales a niños, que reunía todas las características: anciano, minusválido y extranjero – europeo, si-. También en los abuelos se da la característica esencial: No ha desaparecido la pulsión sexual, puede haber una tensión homosexual de base pero el tirarse hacia los niños es fruto de la impotencia ante uno de similares características. La pederastia no solo no la he visto curada nunca, sino que suele ir a peor.
El ejercicio sexual es una posibilidad de disfrute, una manera de liberar tensiones, una práctica de libertad entre dos personas en la que cabe prácticamente todo – alejados los conceptos reprimidos, decimonónicos, dictatoriales y patológicamente oscuros – siempre que la otra parte, en posesión de sus facultades, esté por la labor y no ponga en juego bienes indisponibles.¿ Recuerdan un caso en el que ponían casi a disposición ser asesinado para después ser devorado como actividad sexual? Clarísima y grave anormalidad. Hay que recuperar este concepto sin represiones ni moralismos religiosos incluso en los procesos clínicos tendentes a recuperar a los pederastas, cosa harto difícil y que yo no he presenciado jamás.