Tras cuatros días de incidentes en Cataluña, rechazo que se hable de conflicto, como si hubiera dos partes enfrentadas porque es la Generalitat la que ha estado echando «permanentemente» un pulso al Estado, a la Constitución y al Estado de Derecho.
El diálogo es posible solo cuando se respetan las leyes y En Cataluña los gobernantes llevan ya demasiado tiempo saltándose las normas, por lo que es el momento de que la justicia y la coordinación de los cuerpos de seguridad hagan su trabajo, supervisados por un ejecutivo con templanza.
Debemos poner en valor la labor de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y los Mossos que están aguantando una situación muy complicada con una profesionalidad ejemplar.
Nunca es tarde para evitar una catástrofe
Hay quienes dirán, que ya es demasiado tarde. A estos les respondería que nunca es tarde para evitar una catástrofe. ¿Se imaginan lo que sería acabar con siglos de historia compartida?
Debemos poner la lupa sobre el hecho de que el proyecto independentista, que califico de “populista”, ofrece una respuesta, tan universal como falaz, a casi todas las inquietudes que se han instalado entre una buena parte de los catalanes: la desafección ante el Estado tras el fiasco de la reforma del Estatut; los efectos del tramposo, pero eficaz, “España nos roba”; la corrupción de la derecha nacionalista catalana, a la que sus líderes tratan de dar carpetazo refugiándose en un repentino ataque de fervor independentista.
Un proyecto nuevo político
A ese populismo independentista no basta con oponerle argumentos históricos, sociales, económicos o europeos, que los hay, y muy buen fundamentados. Hay que enfrentarle un proyecto político atractivo, también nuevo, un pacto de convivencia que renueve aquel que se hizo hace cuarenta años.
Tenemos que sustituir el mensaje de “queremos vivir juntos” por el de “tal es nuestra voluntad de seguir juntos, que estamos dispuestos a cambiar nuestras normas de convivencia, el pacto territorial contenido en la Constitución, para poder hacerlo”.
Un nuevo pacto de convivencia
Nuestra Constitución necesita una puesta al día y una ordenación clara y estable de la organización territorial.
Reformar la Constitución añadiéndole el “carácter federal” que tienen países como Alemania o Austria.
El federalismo es el sistema que da cauces para que todos los ciudadanos disfruten de los mismos derechos, se respeten y reconozcan las diferencias sin discriminaciones.
La actuación del Estado no debe limitarse a exigir, como es su obligación, el cumplimiento de la ley, sino que debe dejar claro que no es ese su único proyecto para resolver este conflicto. Que existe la voluntad política de emprender las reformas precisas en nuestras normas básicas de convivencia.
Autor: Antonio Abarca