Funciones policiales han existido y existen en todas las sociedades humanas organizadas, porque son un aspecto más de la convivencia que debe ser regulado. Otra cosa es que su ejercicio se haya encomendado a unos Cuerpos o Fuerzas de forma específica: esto solamente ocurre en aquellas sociedades más avanzadas, en las que las relaciones son muy complejas. Esta es la razón por la cual, tradicionalmente en España, estas funciones han sido ejercidas hasta el siglo XIX mezcladas con las tareas judiciales. El juez era al mismo tiempo comisario de policía, y los policías tenían sus funciones mezcladas con competencias judiciales, pues podían imponer penas menores por delitos poco graves. Los antecedentes de la policía que se encuentran en esta época son los Alcaldes de Cuartel y los Alcaldes de Barrio.
Esta situación duró hasta la Constitución de 1812, en que, por una parte se separaron las competencias policiales y se atribuyeron a un Cuerpo específico su ejercicio – a Milicia Nacional- y, por otra, se desgajaron estas competencias del Ministerio de Justicia. Los cuerpos de policía pasaron a depender del Ministerio de la Gobernación y del Ministerio de la Guerra. La Milicia Nacional, sin embargo tenía unas misiones militares, tanto de lo que se puede entender por un cuerpo policial en sentido moderno.
Un Cuerpo así entendido con competencias en todo el territorio nacional, con misiones policiales específicas y con profesionales dedicados a este servicio se creó por una Real Cédula de 13 de enero de 1824 con el nombre de Policía General del Reino, siendo su máximo órgano de gobierno la Superintendencia General de Policía y se le dotó del primer reglamento el 20 de febrero del mismo año.
En 1835 fue suprimida la Superintendencia General de Policía, manteniendo la estructura de la Policía General del Reino en todas las provincias, dependiendo del Ministerio de la Gobernación. Precisamente, el Comisario de Valladolid fue quien detuvo a Luis Candelas en Olmedo. El 18 de agosto de 1836 se le denominó Ramo de Protección y Seguridad primero en Madrid y después en toda España.
A partir de 1844 comienza una época en que los cambios de nombre son continuos, y por ello se van a reseñar brevemente. Hubo estructura nacional, que se dirigía desde las Secciones de Orden Público del Ministerio de la Gobernación, pero se hizo depender de los Gobernadores civiles,
. El 26 de enero de 1844 se restableció el Ramo de Protección y Seguridad Pública tan y como había quedado tras la supresión de la Superintendencia General en 1835. Se procedió a reformar la policía antes de crear la Guardia Civil: ésta prestó servicio hasta 1848 dependiendo de ese cuerpo civil.
. En 1852, se le dio el nombre que más iba a durar en el tiempo: Cuerpo de Vigilancia, al no uniformado,
. En 1868 se le cambió el nombre por el de Cuerpo de Orden Público y se le militarizó y uniformó enteramente. Tras el atentado que le costó la vida al general Prim, se autorizó a muchos policías para no llevar uniforme y así pudieran dedicarse a tareas de policía judicial.
. En 1877 volvió a llamarse de Vigilancia y Seguridad, pero solamente en Madrid. En 1887 se extendió este nombre para toda la policía de España.
El desarrollo del anarquismo y la virulencia de sus atentados terroristas hicieron que se replanteara las funciones de la policía en las áreas urbanas y que se tratara de mejorar su organización y estructura mediante sucesivos intentos. Uno de ellos consistió en crear un Cuerpo de Policía para luchar contra el anarquismo en Madrid y Barcelona, el Cuerpo de Policía Judicial, que dependía de las Audiencias en 1896. Pero el experimentó no funcionó, y en 1906 se fusionó con el de Vigilancia, y , dentro de éste, se crearon los Servicios especiales, encargados de la lucha contra los movimientos o partidos no reconocidos como los carlistas, los anarquistas…
La Ley Orgánica de 27 de febrero de 1908 fijó las condiciones para la carrera administrativa policial -ingreso, ascensos, incidencias como traslados comisiones de servicio…-y sobre todo se les dotó de la inamovilidad en el puesto de trabajo, eliminando la lacra de la cesantía, que impedía la profesionalización plena del Cuerpo.
En 1912, tras el atentado que costó la vida a D. José Canalejas, se creó la Dirección General de Seguridad, que duró hasta 1979, con un breve cambio de nombre en se llamó Dirección General de Orden Público (1921-1923) tras el asesinato de D. Eduardo Dato.
Otros datos a tener en cuenta pueden ser la creación de la Caja de Socorros en 1918 y del Colegio de Huérfanos en 1921. La escuela de Policía, aunque comenzó a impartir sus clases en 1908 lo hacía para reciclar a los miembros del Cuerpo y sobre todo dotar de ciertos conocimientos a los que iban a ser destinados a Servicios especiales, no tomó la orientación de formar a los de nuevo ingreso hasta 1925.
En 1930 se publicó el Reglamento de Mola, que fue la primera recopilación normativa de toda la legislación que afectaba a la policía en un solo cuerpo legal y que estuvo en vigor, con muchas modificaciones hasta 1975.
Durante la Segunda República se crearon las secciones de Asalto dentro del Cuerpo de Seguridad, el Gabinete Central de Identificación, y la Brigada de Delitos Monetarios. Al cuerpo de Vigilancia se le denominó de Investigación y Vigilancia.
Como consecuencia de la Ley de Policía de 8 de marzo de 1941 la policía quedó estructurada en dos cuerpos: el General de Policía y el de Policía Armada y de Tráfico. Esto duró hasta 1959, en que las competencias de Tráfico se asignaron a la Guardia Civil, a pesar de que figuraban en la denominación del Cuerpo de Policía Armada.
La Ley de Policía de 1978, conocida como la ley de Martín Villa, volvió a cambiar el nombre de los cuerpos, que entonces pasaron a llamarse Superior de Policía y de Policía Nacional.
En esta etapa democrática se han producido varios hechos como la incorporación de las mujeres a los cuerpos policiales y la creación y consolidación de los sindicatos.
Finalmente la Ley Orgánica de Cuerpos de Seguridad de 1986, que unificó a los dos cuerpos de policía gubernativa preexistentes, llamó al Cuerpo resultante Nacional de Policía, que es la denominación actual.
Autor: Martín Turrado Vidal Licenciado en Filosofía y Letras, rama de Historia, por la UNED (1981) Máster en Documentación (1993). Cronista Oficial de Valdetorres de Jarama Vicepresidente del Instituto de Historiadores del Sur de Madrid, “Jiménez de Gregorio”. Vocal de Publicaciones del Foro para el Estudio de la Historia Militar de España.
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