Todo policía que haya estado destinado en los servicios de radiopatrullas sabrá que, en el momento más inesperado, cuando más tranquila marcha la jornada, la emisora suena y todo puede cambiar en cuestión de segundos.
Esto mismo le ocurrió a Daniel y Carlos, dos agentes de la Policía Nacional pertenecientes a la Grupo de Atención al Ciudadano (GAC) de la comisaría de Fuengirola (Málaga). Una llamada de la Sala 091 les comunica que cuatro personas podrían estar asaltando una vivienda en esos momentos y que extremaran las precauciones.
Sabedores que el tiempo de respuesta es vital para el éxito del servicio, los policías comisionados no perdieron ni un instante en acudir al lugar de los hechos. En menos de cinco minutos se encontraban allí.
Una puerta entreabierta y sombras en el interior de la vivienda denotaban que efectivamente podrían encontrarse ante una robo en curso. Con firme decisión, accedieron al inmueble, sorprendiendo a dos sospechosos que fueron rápidamente reducidos.
Un tercer sujeto se encontraba oculto tras una puerta cerrada en otra habitación. Una fuerte patada sirvió para acceder a la misma y encontrarse de frente con un tercer asaltante esgrimiendo una navaja. Tras un breve enfrentamiento, fue desarmado y también detenido por los actuantes.
Con los delincuentes bajo control, los policías se dieron cuenta de la presencia de un anciano amordazado en el suelo, que presentaba varias heridas sangrantes. Se trataba del morador de la vivienda, un hombre de 89 años, que presa del miedo pedía clemencia para que no le siguieran pegando.
No se había percatado que no tenía nada que temer, su vida ya no corría peligro. Una vez alcanzó a levantar la vista y vislumbró a los dos uniformados, sus ojos se inundaron de lágrimas, podía estar tranquilo, habían venido a rescatarlo.
Una actuación de gran mérito y valor que da sentido al trabajo de miles de profesionales, que de manera vocacional, patrullan nuestras calles día y noche para luchar por un lugar más seguro y libre.