La polémica continúa y las agresiones también.
El pasado lunes en Metro Madrid, en concreto en la estación Simancas, un hombre resultó detenido por agredir a un vigilante.
La historia se repite hace dos días en la estación de Alameda de Osuna, un vigilante también recibió una paliza.
La razón en ambas agresiones fue que los violentos agresores se molestaron cuando fueron requeridos por el servicio de seguridad para que se colocaran la mascarilla.
Las denuncias por parte del sector de la seguridad privada, van en la misma línea:
- Falta de medios,
- Apenas tienen apoyo, se ven solos.
- Escaso reconocimiento a nivel judicial.
“La temporada de las agresiones en las piscinas ha finalizado, comienzan las del metro”, nos manifiesta un vigilante indignado por la situación.
Soy Vigilante de Seguridad en Vizcaya y desde el primer día de obligatoriedad de las mascarillas (o incluso desde antes cuando cada supermercado durante el confinamiento aplicaba sus propias normas) me veo obligado a llamar la atención a varias personas por no respetar estas nuevas normas. La mayoría de esa gente responde con una mirada torva, con silencio e indignación. Unas pocas responden con una sincera disculpa y humildad. Y otras, ya muy pocas responden con enfrentamiento y manifiesta hostilidad. Yo no trabajo en el Metro, sino en un centro comercial donde también vemos pasar a mucha gente todos los días, pero mínimo, y apuntando bajo, todas las semanas me encuentro con una persona dispuesta a enfrentarse a mi por pedirle que cumpla la normativa.