La Sección Primera de la Audiencia Provincial de Castellón ha condenado a cinco años y medio a un hombre que sometió a tocamientos y otras prácticas sexuales a su sobrino, cuando éste era menor de edad, en el apartamento familiar, en un municipio turístico de la provincia de Castellón.
La Sala le considera autor de un delito continuado de abuso sexual a menor, para el que contempla la atenuante de reparación del daño, después de que el penado consignara 80.000 euros en una cuenta judicial previamente a la celebración de la vista para hacer frente a la responsabilidad civil.
El condenado no podrá acercarse a menos de 500 metros ni comunicarse por ningún medio con la víctima durante el tiempo que dure la condena. Tampoco podrá ejercer ninguna profesión relacionada con menores de edad durante cinco años, a partir del cumplimiento de la pena de cárcel.
La sentencia, dictada después de un acuerdo de conformidad entre las partes por la que la acusación y la defensa presentaron una calificación conjunta, contempla una indemnización de 80.000 euros por los daños psicológicos que sufrió el menor y el impacto negativo que provocaron los abusos en su desarrollo personal.
Igualmente, recoge una segunda pena para el reo consistente en una multa de 1.086 euros, por un delito de exhibición de material pornográfico, pues mostró en un ordenador a su sobrino imágenes de contenido sexual explícito.
Los hechos ocurrieron en los meses de verano desde el 2016, cuando el niño tenía entre 8 y 9 años, y hasta el 2020, en los meses en los que el acusado pasó junto a su sobrino en el apartamento familiar.
Según considera probado la resolución judicial, cuando se quedaba a solas con él, el hombre besaba y sometía a tocamientos en sus partes íntimas al pequeño, entre otras prácticas de tipo sexual. En una ocasión también le puso vídeos de tipo pornográfico en un ordenador.
Para conseguir que la víctima no se lo contara a nadie, el procesado le decía que sus padres no le querían como le quería él y que, si se hacía público lo que pasaba, él acabaría en la cárcel y el niño en un centro de menores.
La víctima sufrió secuelas psíquicas de baja autoestima y malestar emocional a consecuencia de los hechos, por lo que necesitó atención sanitaria.