Como bien sabrán, estos días la Unidad de Intervención Policial está siendo protagonista de numerosas críticas debido a su actuación en las manifestaciones en Ferraz. La mayoría, resultado del desconocimiento. Como bien decía un profesor: “La ignorancia es muy atrevida”, muy cierto. Numerosos comentarios despectivos hacia la unidad especial de la Policía Nacional están invadiendo las redes sociales.
La respuesta habitual, por parte de quienes tratamos de explicar de manera sencilla los motivos de sus intervenciones, siempre es la misma: “Siguen órdenes”. Y así es señoras y señores, fácil de entender, pero difícil de aceptar cuando la ira está a flor de piel como está pasando estos días.
Como sugerencia a la desesperación de algunos a la hora de tratar con la crítica del estulto, les invito a aceptar una realidad: la población, en general, no conoce el funcionamiento de los antidisturbios. No obstante, el desconocimiento de la norma no exime de pena a quien la ha infringido.
Trasladando la máxima anterior al asunto, podríamos decir que, si bien no se tiene porqué conocer la unidad, es menester mostrar respeto y humildad para aprender, al menos, lo fundamental. El desconocimiento lleva muchas veces a convertirse en un necio. Digo esto porque el ignorante exaltado que se regocija en su desconocimiento, corre el riesgo de serlo o parecerlo.
Llegados a este punto, no es ocioso recordar -grosso modo- el funcionamiento de la UIP. Repito que, próximamente trataré el tema de un modo más detallado y técnico, tiempo al tiempo. ´Primo di tuto´, los agentes intervienen por orden previa y avisando, no porque les dé el “venazo”, les guste “zurrar a palos” o “Gasear a la gente”.
Son muchos los que aquejan la contundencia durante las cargas. La realidad es que avisan antes siempre, salvo rara excepción. Piensen que es habitual que haya heridos entre los agentes durante unas cargas, ¿piensan realmente que les place tener que intervenir? La respuesta es sencilla.
Pasamos al siguiente punto: las cargas. “Es que se han pasado”, “han dado a todo el mundo” o “estaba manifestándome pacíficamente y me han zurrado”, son las más habituales tras este tipo de sucesos. Tal y como le comentaba a un amigo, la calle por la que se va para ir a trabajar o para tomar unas cervezas no es la misma que en una situación de disturbios. En este caso, es zona de riesgo.
Los efectivos desconocen quién es usted y lo que ha hecho previamente. Deben disolver a la masa, por la razón que sea y, si tiene la mala suerte de estar en mitad de “la jarana” y desobedece, se llevará un golpe con la defensa. Igualmente, es necesario que entiendan que se emplea el uso mínimo de la fuerza requerido.Y eso no consiste en un masaje con aceite.
Antes de pasar al último apartado, es fundamental que sepan que el hecho de estar sentado en vía pública sin más acción, puede suponer un desacato a la autoridad. Es decir, siempre y cuando un efectivo ordene -por decisión previa- la marcha de un manifestante, tras cumplirse los parámetros previamente establecidos o haberse generado un ambiente hostil, éste deberá obedecer. El caso contrario, puede suponer el empleo de la fuerza mínima requerida o detención por desobediencia a la autoridad.
Por último y muy importante: la disolución de la masa. Es decir, la manifestación ya no es pacífica, o lo es, pero ha terminado el tiempo acordado previamente con la autoridad competente. Es fácil de entender, se explica por sí mismo. El incumplimiento de lo acordado supone que los antidisturbios tengan que disolver por la fuerza lo que no ha sido posible cumplir mediante la responsabilidad de los manifestantes y previa advertencia de los efectivos.
Estas líneas son únicamente una sutil pincelada muy sencilla y rápida para dar respuesta a ciertas cuestiones que se están comentando de manera desagradable estos días acerca de las intervenciones de la Unidad de Intervención Policial. Conviene recabar en ellas y contar la realidad. No obstante, y por desgracia, la UIP seguirá siendo una unidad muy cuestionada y poco entendida.